Temporada del Descubrimiento: Tercer Concierto
Gilberto Ponce 7/6/2004
La temporada que la Orquesta Sinfónica de Chile destina tanto para el estreno de obras de compositores jóvenes, como para dar a conocer a nuevos instrumentistas, se llevó a efecto el 4 de junio recién pasado, bajo la dirección de su titular David del Pino Klinge. Los resultados se pueden calificar de alentadores, en ambos aspectos.
“La víctima es un espejo”, es el nombre de la obra para gran orquesta, cuyo autor es Álvaro Cabrera, y que abrió el programa.
Se trata de una obra bastante bien escrita, con una orquestación interesante y cuidadosa, y que a través de diversas indagaciones en el lenguaje del compositor, logra provocar múltiples sugerencias.
El autor no elude estilos, tanto contemporáneos como clásicos, y los mezcla con sabiduría. Tal vez se le pueda objetar, que la exposición de algunos temas, bastante hermosos, los desarrolla en forma demasiado breve, finalizándolos generalmente, con el uso a veces excesivo de percusiones.
La dirección de David del Pino fue extraordinariamente cuidadosa, haciendo resaltar los contrastes dinámicos y tímbricos, recordamos especialmente, el final donde las violas inician un bello tema, que encuentra su contratema en las flautas, en un esquema rítmico contrastante muy bien logrado, para concluir en un hermosos pianísimo.
La orquesta respondió con gran profesionalismo, a los requerimientos de la obra y del director.
La primera parte concluyó con el debut como solista de Catalina Escobar Avaria, hija de una de las instrumentistas de la orquesta. La joven violinista de solo 18 años, enfrentó con bastante aplomo, el conocido y nada fácil, concierto Nº 3 del Op. 61 del Camille Saint-Saëns. Sin duda es una joven dotada de un gran talento, que puede llegar a ocupar un lugar importante en nuestro país, pues durante su interpretación pudimos notar, frases muy logradas, con un sonido hermoso y poderoso, junto a otros no tanto, que seguramente, se corregirán en el futuro. Suponemos que algunos momentos débiles de afinación se deben a la emoción del debut, en todo caso, es importante destacar su musicalidad y carácter.
El acompañamiento de la Sinfónica, fue de una delicadeza notable, cuidando el director en todo momento los equilibrios sonoros, es destacable la musicalidad de las maderas en su fusión con las cuerdas y la solista, en el segundo movimiento, que fue interpretado con el lirismo que se requiere. Fue el debut de una solista, cuya carrera deberá ser observada con atención.
La sinfonía Nº 40 K. 550 de Wolfgang Amadeus Mozart, una de las más célebres de su autor, cerró el programa, recibiendo una correcta y cuidada interpretación, destacándose las intenciones más bien dramáticas del su autor.
Del Pino guió con elegancia, los fraseos y juegos dinámicos, destacándose el excelente rendimiento de las cuerdas.
El público recibió con grandes aplausos la versión de la Sinfónica.
