“Ésta es una ópera que se ama profundamente por su belleza”
“Fausto”, de Charles Gounod, se estrena el jueves 17 en el Teatro Municipal.
Susana Ponce de León G. 13/6/2004
Luego de 14 años de ausencia, vuelve al Teatro Municipal “Fausto”, de Charles Gounod, la ópera más representada en la historia del Metropolitan Opera House de Nueva York y de la Opera de París.
Por algo será, dicen sus fanáticos. Y también Maximiano Valdés, quien dirige este título, que se estrena el jueves 17.
“Ésta es una gran ópera, con música muy hermosa, con momentos muy inspirados. Y es una historia que hay que vivirla, guiarla, construirla. Una historia de pocos personajes solitarios, lo que la hace mucho más difícil de montar que las óperas de grandes movimientos de escena”, señala el director chileno.
“Aquí todo está radicado en la belleza del canto; por lo tanto, en la belleza de las voces, en la inteligencia cómo se canta, cómo se toca, en saber crear los momentos de intimidad, de dramatismo. Es una gran novela romántica, de esas que se leen lentamente. Es una ópera que uno aprende a amar profundamente por sus grandes momentos. Con música muy bien escrita, basada en armonías bien construidas. Eso quiere decir que cada nota que falte o instrumento que no toque puede producir un vacío”.
-¿Qué caracteriza al Romanticismo francés, en el cual se encuadra esta obra, con respecto al Romanticismo alemán?
“Sin duda, es un Romanticismo mucho más contenido, más lírico, menos dramático, más formal, apolíneo, donde la belleza de la melodía, su equilibrio, sus proporciones correctas, están en la base sin quitar para nada el impulso de los sentimientos. Pero son siempre sentimientos contenidos en formas todavía clásicas. El Romanticismo alemán rompió con todo eso, rompió con los períodos iguales en la distribución de compases y, sobre todo, se explayó en una búsqueda de armonías que en definitiva hacían relativa la tonalidad. En cambio, aquí estamos todavía en un mundo tonal muy definido. El Romanticismo francés fue siempre más etéreo y menos visceral que el alemán y eso también se reflejó en la poesía. Creo que son dos aspectos de un mismo movimiento, pero no hay que olvidar que el Romanticismo como tal se inició en Alemania”.
-¿Cuánto de Max Valdés encontramos en esta versión?
“Ésta es una música que a pesar de estar estructurada en figuras rítmicas bastante rígidas en algunos casos, en otros da pleno espacio a lo lírico del canto y ahí es una verdadera piscina de goce de los sentidos, donde uno puede explayarse a gusto. Sin duda, en algún momento de la ópera me veo reflejado muchísimo. Al contrario de la música clásica, que es mucho más limitante, porque tiene pulsos rítmicos de los cuales uno no puede salirse, aquí hay momentos de absoluta libertad en el canto y en la orquesta, sobre todo en el corazón de la pieza, que es el tercer acto”.
-¿Cómo aborda esa libertad?
“Aquí se presta mucho trabajar los colores. Los franceses adoran los pianísimos y estas ‘nuances’ (matices) orquestales, un poco cubiertas de terciopelo. Se puede trabajar incansablemente en articulaciones, en darle gracia a la música, que es mucho de detalles, los que tienen una importancia enorme. En eso uno trabaja y va encontrando este lenguaje hecho de simbología, pero en el fondo, gracioso, elegante, fino”.
Música teatral
-Respecto a la relación música-texto, ¿era Gounod un buen compositor teatral?
“Sin duda. Ésta no es una obra con grandes momentos de orquesta sola. Tiene una introducción que da el carácter sombrío del comienzo y un pequeño pasaje de un
fugato muy académico para dar a entender que en Fausto había una parte con esas características, pero el resto es una orquesta que está al servicio del escenario, con pocos momentos en los cuales ella es independiente”.
-¿Difícil para las voces?
“Hay un elemento típico francés que es el canto ‘legato’ (ligado) y, sobre todo, un canto que está muy en relación con las palabras, las que tienen en francés una expresividad casi independiente a lo que se canta. El de Fausto es un canto con legato sin momentos estelares de virtuosismo, salvo los agudos. No hay movimientos de gran velocidad, no hay cabalettas italianas, éste es un canto expresivo, más bien andante, como la línea superior de una estructura fluctuante. No es una música basada en ritmos muy determinados o chispeantes. En el caso de Mefisto, hay un poco más de música popular y de caracterización del personaje. Y en Margarita, el ‘aria de las joyas’ es probablemente la más cercana a lo que era el aria italiana en el sentido de virtuosismo”.
-¿Qué pasa con el vals?
“Es popular y de la época. Especial y bien logrado, produce un gran efecto musical. Adquiere una fuerza centrífuga por el momento en que aparece: ya la orquesta va como desencadenada en velocidad y entra este vals. Es un sentido como de vértigo”.
Proyectos, logros y esperanzas
Maximiano Valdés sueña con una gran orquesta para Chile.
Aunque el director titular de la Filarmónica trabaja intensamente con las orquestas de Santiago y de Asturias, se da tiempo para experiencias internacionales muy importantes. Como la vivida con el célebre músico polaco Krzysztof Penderecki, quien lo invitó a su festival en Varsovia: “Hemos creado una amistad que me honra mucho. Dirigí su Triple Concerto, ahora haré su Tercera Sinfonía y en 2005 volveré a su festival. También he trabajado con Henri Dutilleux, de quien hice el Concierto para violín”.
En febrero, Valdés estuvo al frente de la Orquesta Nacional Rusa en la sala del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú y en los próximos meses debe dirigir la Orquesta Nacional de España en Madrid, la de Barcelona y la de Radio Francia en París, también volverá a Rusia y cumplirá una serie de compromisos en EE.UU.
Hace poco dirigió la Sinfónica de Sao Paulo, “la mejor orquesta de América Latina, que tiene una sala de conciertos extraordinaria. En una estación de tren construyeron uno de los mejores teatros que conozco. Respaldada por el Estado, este conjunto viaja por Europa y Estados Unidos y se ha convertido en la imagen de lo que Brasil puede hacer musicalmente”.
“Con la Orquesta de Asturias, en los últimos tres años grabamos la obra integral de Joaquín Rodrigo y ahora hicimos la ópera ‘La vida breve’, de Manuel de Falla, que ha tenido muchísimo éxito, espero tener la posibilidad de hacerla aquí en 2005. En estos días saldrá ‘El sombrero de tres picos’ y ‘El amor brujo’, y sacamos la obra para orquesta del compositor cubano Julián Orbón en un disco que fue premiado por la BBC como el mejor del 2005”.
-¿Cuál es su balance a un año y medio de haber reasumido el cargo de director titular?
“Reconociendo que nos queda mucho camino, estoy muy satisfecho porque la orquesta ha asumido muy bien compromisos difíciles. No es sólo mi opinión -y creo tener bastantes años de carrera como para saber lo que digo-, sino también la de todos los directores que han venido”.
“Se hizo una reestructuración que permitió audicionar nuevos músicos. La base de la cuerda que hemos captado viene de las orquestas juveniles y nuestro concertino Sergio Prieto ha hecho un trabajo extraordinario con ellos. Tendremos la posibilidad de contratar a otros músicos. Para ello primero veremos en Chile y si aquí no encontramos, la búsqueda sigue en el exterior”.
“Por otro lado, en mi trabajo con diferentes agrupaciones siempre he aplicado el concepto de corresponsabilidad: cada uno en su lugar responsablemente y creo que aquí esto se está cumpliendo, lo que ha significado un vuelco en nuestra labor”.
“Sé que éste es un camino a largo plazo y que hacer una orquesta como la que siempre he soñado para Chile exige condiciones acústicas diferentes. Seguimos en el Teatro Municipal, que ha cumplido una etapa histórica pero que tiene una acústica propia del siglo XIX”.
-¿Hay proyectos?
“Sé que el ministro de Vivienda y Urbanismo, Jaime Ravinet, quiere contar con un teatro nuevo que nos permita consolidar una orquesta”.
Invitados
Entre los artistas que Maximiano Valdés quiere traer a Chile está la gran pianista Marta Argerich y el famoso director de orquesta Daniel Barenboim. El caso más concreto es el de Krzysztof Penderecki: “Tenemos intenciones de hacer algunos de sus Réquiems con el coro. Él no quiere dirigir, pero sí estar presente”, cuenta Maximiano Valdés. “Y Celso Garrido Lecca, compositor peruano que ganó el Premio Tomás Luis de Victoria en Madrid, viene la semana próxima para ver qué tipo de colaboración podemos establecer con compositores importantes que estén vigentes en la escena internacional”.
Grabación
El director planea hacer un disco con la Filarmónica: “El sello Naxos está dispuesto, el único problema es encontrar la sala adecuada. Mi intención es realizar un ciclo de grabaciones de música sudamericana, que es lo que nos han pedido”.
Ficha
Fausto: William Joyner
Mefistófeles: Paata Burchuladze
Margarita: Erin Wall
Valentín: Armando Noguera
Siebel: Patricia Cifuentes
Marta: Carmen Luisa Letelier
Régie, escenografía y vestuario: Pablo Núñez
Dirección musical: Maximiano Valdés. |