VERONA.- Franco Zeffirelli inauguró la 82a temporada lírica de la Arena de Verona, con una versión espectacular de la "Madama Butterfly" de Giacomo Puccini, que desafió las dificultades que se plantean para la puesta en escena al aire libre del drama íntimo de una geisha enamorada y abandonada por su seductor.
El "maestro", como se lo llama afectuosamente en su ambiente al octogenario realizador italiano, recogió un caluroso tributo del público que aplaudió su régie, la escenografía y el vestuario diseñado por la japonesa Emi Wada.
También hubo muchos aplausos para la soprano Fiorenza Cedolins que interpretó una melancólica Cho Cho San y para el tenor siciliano Marcello Giordani, en el papel del seductor Pinkerton, bajo la excelente dirección musical de Daniel Oren.
La ópera de Puccini había sido representada por primera vez en la Arena de Verona en 1978, y por última en 1999.
En sus 50 años de régie líricas, Zeffirelli nunca había abordado una ópera que por su dimensión psicológica, se adapta mejor a los espacios reducidos de un teatro lírico.
Sin embargo, el veterano maestro supo utilizar con eficacia el mecanismo teatral, con gestos, movimientos y pausas que lograron crear el clima de intimidad en el que se desarrolla el drama de la geisha, seducida y abandonada, cuya desesperación la lleva al suicidio.
La escenografía, como en todos los espectáculos creados por Zeffirelli, tomó prestado al cine los efectos de cámara y luces para acercar los protagonistas al público, en medio de una multitud de marineros, prostitutas, sacerdotes y viandantes que ocupaban el escenario de la Arena.
El vestuario, diseñado por Emi Wada, ganadora en 1985 de un premio Oscar por la película Ran de Akiro Kirosawa, quedará en la memoria del público de las primeras filas, que pudo apreciar la exquisita belleza de los kimonos de seda bordados, llegados de Japón para esta excepcional "Madama Butterfly" firmada por Zeffirelli.