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Otra cosa es con zarzuela (08/07/2004)

08 de Julio de 2004 | 10:15 |
Por Mario Córdova
(08/07/2004)

El éxito que en 2003 conquistó la zarzuela "Luisa Fernanda" en el Teatro Municipal con la Compañía del Teatro Avenida de Buenos Aires hizo que esta temporada nuevamente se invitara al mismo elenco para presentar "La Verbena de la Paloma".

Y una vez más el éxito acompaña al llamado "género chico" en Santiago, al debutar con cinco funciones ya casi totalmente vendidas. Queda más que claro, entonces, que como la ópera, el ballet, el jazz, el tango o los conciertos, la zarzuela tiene un gran público que responde al llamado del Municipal con producciones de buen nivel.

Más breve, más simple y más festiva que "Luisa Fernanda", "La Verbena de La Paloma" cuenta con sólidos elementos, destacando el barítono Leonardo López Linares (Julián) cuyo cálido y matizado canto acapara la máxima atención, echándose de menos una romanza para él solo. La trayectoria operística de la soprano Laura Rizzo (Susana) se vuelca aquí en un desempeño también notable. Carlos Iaquinta (Don Hilarión) e Inés Cánepa (Antonia) encaran con gracia y simpatía personajes de menos exigencias musicales, pero de vital importancia como comediantes. Marina Biasotti (Rita), muy bien, asciende varios peldaños desde su dispareja Luisa Fernanda de 2003.

Si la escenografía, el vestuario y la iluminación cumplen con justa funcionalidad las demandas ambientales de esta "Verbena", su carácter festivo es apoyado con oportunas intervenciones de un ágil grupo de baile, liderado por José Zartmann. A la régie de Ruben Torre le falta más chispa, soltura y vitalidad.

Dada la brevedad de este título, se agrega una segunda parte, llamada "Fin de Fiesta", con un recorrido por una docena de fragmentos de zarzuelas. Unos son muy famosos y otros muy desconocidos; unos tienen notables interpretaciones y otros no tanto, arrasando con los aplausos López Linares en la "Canción del Platero" de "La Parranda". La fiesta termina con una colorida "Jota" de "La Dolores", donde el decisivo canto de tenor ("Aragón la más famosa....") es reemplazado por un menos excitante solo de trompeta.

Lamentablemente esta producción se tropieza en la misma piedra que el año pasado, al sustentarse en un marco orquestal endeble, marcado tanto por la exigua cantidad de instrumentistas (ahora incluso reforzada con algunos miembros de la Filarmónica local) como por sus constantes fallas de sonoridad y afianzamiento con las voces y la batuta del veterano maestro Dionisio Riol.
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