Invitación a la alegría
Por Daniel Quiroga 15/7/2004
Las 22 obras que ofreció el conjunto Voce Arcana, con su generosa costumbre y fruto de su estudio e investigación, reunió completa asistencia de público en la Sala la Capilla del Centro Montecarmelo, en un día de frío como pocos de este invierno.
Fue otra lección acerca de las riquezas de ese pasado en el que la belleza del canto acompañado reinaba en Italia e Inglaterra. “Invito all’allegrezza” acusó un trabajo preparatorio encomiable; Magdalena Amenábar (soprano), junto a Alma Campbell (espineta, órgano), Hernán Muñoz (violín barroco), Francisco Cortez (cello) y Gonzalo Valencia (flauta), hicieron un aplaudido trazo a través del tiempo, comentando desde el brillo de la pluma ya lejana de Marchetto Cara (1465) al oficio magistral de Monteverdi y Haendel. Sólo eso ya da la medida de la tarea artística cumplida.
Las veintidós obras seleccionadas por la cantante atrajeron a un público absorto en la sucesión de partituras de siglos distantes que cautivaron a la concurrencia, obligando a los ejecutantes y a la mensajera voz central a ofrecer el “Lamento de Dido” (Purcell) como extra no programado. Fue una velada de asociación entre auditores y músicos; estrecha unión, pues el contenido de la memoria sonora llegó a superar el ruido disonante de la implacable lluvia que recibía Santiago.
Tanto los mensajes todavía anónimos como las páginas de Monteverdi (“Laudate Dominum”, “Quel sguardo sdegnosetto”), la Strozzi, Caccini, Marini, y luego alcanzando a los ingleses Purcell, Arne y la cumbre en Haendel (arias de “Serse” y “Deborah”), constituyeron un recorrido que el auditorio premió con intenso aplauso. El conjunto cumplió su propósito con verdadero regocijo: versiones limpias y exactas, con un mensaje cantado por una voz altamente calificada en la tarea interpretativa, apoyada con instrumentistas de calidad, en sus partes solistas y de conjunto. Fue en realidad una invitación a la alegría.
