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El Flamenco está de fiesta 18/7/2004

18 de Julio de 2004 | 00:00 |
El Flamenco está de fiesta

El Premio Príncipe de Asturias de las Artes ha recaído en una persona a la que el mundo conoce con el nombre de Paco de Lucía, pero también es un justo y meritorio reconocimiento al arte flamenco.


Carlos Ledermann 18/7/2004

El guitarrista español, andaluz, flamenco y, a la vez, universal Paco de Lucía ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Algunas personas fuersa de España sabíamos de su postulación a este premio, ya que el Excmo. Ayuntamiento de Algeciras nos había solicitado una carta de apoyo a tal postulación. No obstante, quedaba palpitando la duda respecto del éxito de la misma, no por falta de méritos del candidato -casi lo único que tiene son merecimientos-, sino debido a una postura oficial emanada de esferas del gobierno español, en virtud de la cual el flamenco era una expresión proscrita que no se condecía con la necesidad de mostrar al mundo la vanguardia artística alejada de tópicos como el flamenco y los toros. Ello se difundió por muchas partes del mundo, y al decirlo aquí no estoy traicionando ningún secreto, pues sobre ello se ha escrito de manera abundante.

El de la “Lucía”

De ahí que la postulación de De Lucía a tan importante distinción estaba amenazada desde el principio por el antiflamenquismo contemporáneo. Y si digo contemporáneo, estoy diciendo que desde siempre el arte flamenco ha contado con enemigos en la propia España, muchos de los cuales son nombres ilustres internacionalmente conocidos. Hoy, sin embargo, celebramos de modo particularmente jubiloso que el premio haya ido a dar a sus privilegiadas manos. En Chile y en el mundo entero se sabe que es un guitarrista, un virtuoso absoluto, pero veamos, ¿quién es Paco de Lucía?

Con el nombre civil de Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía nace en Algeciras el 21 de diciembre de 1947. Hijo de Lucía Gómez (nacida en Portugal) y Antonio Sánchez Pecino, comienza a tocar la guitarra a los siete u ocho años, recibiendo las primeras lecciones de parte de su padre y luego de su hermano Ramón. Hijo menor de una familia humilde, primero fue conocido en el barrio con el apodo de “el niño de la portuguesa”, pero luego recibió el de “Paco”, dado que éste es el que habitualmente llevan en España quienes se llaman Francisco. Lo de “de Lucía” vino después. Como él mismo explica, en el barrio había muchos Antonio, muchos Pepe y muchos Paco. Así, para distinguirlo de los demás, se hablaba de “Paco, el de la Lucía”.

Pronto se vio que este niño renunciaba a su propia infancia para dar cauce a unas condiciones naturales anormalmente notorias: su manera de tocar la guitarra hizo que, a los 12 años, acompañando a su hermano Pepe en un concurso de cante en Jerez, el público no parara de aplaudir, hasta que, dada la reacción espontánea de la gente, fue necesario crear un premio especial para el menor de los “Chiquitos de Algeciras”, que no podía presentarse al concurso de guitarra paralelo por no tener la edad que las bases exigían. Con los mismos 12 años, hizo su primera gira por Estados Unidos junto a la compañía del bailaor José Greco.

Sus primeras grabaciones se registran entre los 14 y los 18 años, junto a su hermano Ramón, o con el guitarrista Ricardo Modrego, también muchos años mayor que él. Sólo a los 21 se decide a publicar su primer disco, que llevó por título “La Fabulosa Guitarra de Paco de Lucía”. Hasta poco antes de eso, figuraba también en carteles y discos con el nombre de Paco de Algeciras, pues es frecuente entre los artistas de flamenco tomar por apellido artístico el nombre de su pueblo natal. Siendo aún Paco de Algeciras, participó en el primer experimento serio de fusión entre jazz y flamenco, junto a Pedro Iturralde, reemplazando en un disco la voz por un saxo, atrevimiento que le valió las descargas de los guardianes de la tradición, los mismos que aún hoy, a pesar de acumular una impresionante cantidad de premios, siguen poniendo reparos descalificando su arte.


Contra los puristas

Su manera de tocar, a partir de una técnica audaz pero a la vez perfecta, pronto inquietó a los “puristas”, que decían que este jovencito estaba deformando, falseando el flamenco. De pronto, Paco de Lucía comenzó a utilizar acordes que no eran los habituales en un mundo sonoro y armónico sumamente arcaico y limitado. Sus famosas escalas aparecieron como un elemento expresivo muy difícil de comprender para quienes siempre han considerado que la guitarra flamenca sólo se justifica como un elemento servidor del cante, y nada, pero nada más. Sus composiciones empezaron a superar todo lo conocido, a romper cuanto molde que parecía inquebrantable, y puesto allí hasta el fin de los tiempos. Estas innovaciones empezaron a tomar una forma concreta: un principio, un desarrollo y un final que no pocas veces incluía una reexposición temática que hasta entonces en la música flamenca jamás se había utilizado, ya que, lejos de tener una estructura tan acabadamente concebida, la música de guitarra flamenca se basaba -y con frecuencia sigue siendo así- en una a veces antojadiza costura, un pobre hilván de trozos o “falsetas” que nada tienen que ver entre sí.


“Entre dos aguas”

En el ambiente flamenco ya era conocido, pero no es sino desde la aparición de su celebérrima rumba “Entre Dos Aguas”, en 1973 -que se sigue escuchando en los aviones de algunas aerolíneas al despegar o al aterrizar-, que Paco de Lucía se hizo famoso en todo el mundo. Muy pronto, a la luz del éxito de sus discos, Paco demostró que es, como dice el flamencólogo Félix Grande, uno de sus grandes analistas, “un genio, un acontecimiento de la especie”. Junto al fallecido José Monge Cruz, más conocido como “Camarón”, formaron tal vez la cumbre más alta del cante y la guitarra flamenca reunidos, para muchos, si no para todos los entendidos, una pareja totalmente irrepetible.

Desglosar todo lo que Paco de Lucía ha hecho desde, por y para el arte flamenco podría resultar muy largo, pero digamos que tal vez es el único verdadero genio con que el flamenco cuenta históricamente, y que me perdonen aquellos que ven genios y hasta “deidades” por todas partes: se puede ser un artista extraordinario, pero de ahí al genio, todavía hay una distancia que no se anda a pie.


Cambio en el baile

Y es esa genialidad de Paco de Lucía la que en su momento da un primer golpe de timón al flamenco. Concretamente, a la manera de tocar la guitarra y hasta de tomarla. Luego, a través de su música, da un segundo golpe: el baile también empieza a cambiar, y cambian las velocidades, las intenciones, los recursos y las fórmulas rítmicas. El cante cambia tal vez con Camarón, pero con el Camarón que canta acompañado por Paco de Lucía, ya que no sabemos dónde habría llegado Camarón sin Paco de Lucía a su lado. Es, nuevamente, su genial intuición la que empieza a traer al flamenco instrumentos que antes nada tuvieron que ver con él.

Primero la flauta, luego algunas percusiones latinas, el bajo eléctrico y luego, en 1980, el hallazgo tal vez más significativo e importante: el cajón peruano. Paco de Lucía fue quien, tras conocerlo en Lima, introdujo este instrumento en el flamenco, y hoy casi no se concibe la música flamenca sin este instrumento en todas sus variantes festeras.

Los golpes de timón que Paco da al arte flamenco no han cesado: en 1987 rescata a los tanguillos de un olvido casi irremediable, les cambia la intención al desplazar los acentos, y desde entonces casi todos los grandes guitarristas han grabado al menos un tanguillo en alguno de sus discos, pero con el nuevo lenguaje rítmico puesto por Paco de Lucía. Hoy siguen las propuestas audaces, alguna de las cuales ni siquiera cuenta con inmediata aceptación, como los tientos en su último CD, “Cositas Buenas”, pero estoy seguro de que pronto los demás guitarristas van a empezar a tocarlos a la manera de Paco.

Hay, sin espacio para debate alguno, un antes y un después de Paco, y cuanto se haga hoy, estará influido más o menos por él.

Cabe consignar que Paco de Lucía es uno de los tres llamados “padres de la guitarra flamenca moderna”, junto a Manolo Sanlúcar y Serranito. Hace pocos días estuve con estos dos últimos, y había que ver la manera casi devota en que se referían a él, aceptando de la mejor gana que se trata de un ser irrepetible. Vi un concierto que Paco de Lucía ofreciera en los jardines del Alcázar de Córdoba, y puedo afirmar, sin temor a equívocos, que no hay en el mundo del flamenco un solo artista capaz de provocar el revuelo que Paco genera: afuera se quedaron, por no tener su entrada, varios artistas flamencos reconocidos que vinieron de diversos puntos de la península sólo para verlo esa noche y otros para verlo una vez más.

Su salida del lugar, minutos después de acabado el concierto, fue digna de aquellas retiradas espectaculares de Elvis Presley o similares: rodeado por policías, a la carrera subiendo a un vehículo que se lo llevó con rumbo desconocido, dejando atrás una estela de gritos, aplausos, y hasta diría desconcierto.

Este guitarrista algecireño es el artista que más ha contribuido para que el flamenco sea hoy conocido y respetado en todo el mundo, pero también practicado y cultivado. Sus conciertos en interminables giras por todos los continentes han hecho que muchos jóvenes guitarristas de las más diversas corrientes y tendencias se sientan atraídos por esta manera de entender la música, por este modo de tocar la guitarra, por este lenguaje lleno de virtuosismo, de color y de sangre caliente.

El Premio Príncipe de Asturias ha recaído en una persona a la que el mundo conoce con el nombre de Paco de Lucía, pero también es un justo y meritorio reconocimiento al arte flamenco, un premio que, estoy seguro, Paco comparte con su cultura y con todos los que en el mundo se sienten ligados a ella.

Discografía sugerida


Con la idea de revisar el desarrollo y evolución musical en la carrera de Paco de Lucía, sugiero los siguientes discos:

“La Fabulosa guitarra de Paco de Lucía” (1969)

“El duende flamenco de Paco de Lucía” (1972)

“Fuente y caudal” (1973)

“Paco de Lucía en directo desde el Teatro Real” (1975)

“Almoraima” (1976)

“Paco de Lucía interpreta a Manuel de Falla” (1978)

“Sólo quiero caminar” (1981)

“Siroco” (1987)

“Luzía” (1998)

“Cositas buenas” (2004)

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