Música para el invierno
Gilberto Ponce 20/7/2004
Tal como lo plantea la propia intérprete en sus notas al programa, el repertorio escogido es un desafío que pone a prueba las condiciones y el grado de madurez del ejecutante.
No cabe duda que Liza Chung será una gran intérprete, posee la musicalidad y una técnica bastante sólida, esto es palpable en los pasajes de gran rapidez, que resuelve con bastante claridad.
El tiempo y la vida misma serán los encargados de entregar la madurez interpretativa, fundamental para resolver cualquier programa, pues pudimos observar que la interpretación de la sonata Op. 109 de Beethoven, que inició su presentación, fue excesivamente clásica y formal, quedándose en la superficie, sin indagar en los mensajes melancólicos presentes en ella, sólo hacia el final se pudo vislumbrar el espíritu romántico subyacente en la obra.
Las “Variaciones Serias” de Felix Mendelssohn, pertenecientes al Op. 54, es una de las obras más hermosas escritas por este autor para el teclado, con enormes dificultades que son un desafío para cualquier pianista. Aquí nos encontramos con una solvencia interpretativa muy notable, peso en las articulaciones y fraseos claros, la fuga fue resuelta con maestría, lo que indica la afinidad con el repertorio contrapuntístico. Nos pareció muy inteligente y serena la manera de resolver un pequeño accidente, en uno de los pasajes rápidos de la obra, que se constituyó en uno los grandes logros de la noche.
Una vez más, nos pareció que se aleja del estilo de la obra, en su interpretación de las “Tres Piezas” catálogo 946 de Franz Schubert. Pensamos que, precisamente, aquello que la intérprete escribió para el programa fue lo que faltó: “profundidad de sentimientos”. Además nos pareció nerviosa, lo que la hizo incurrir en errores de notas, que habrían pasado inadvertidos, de no mediar la absurda amplificación del piano.
La primera de las piezas resultó superficial, aunque en la reexposición del tema, su enfoque fue más en estilo. Creemos que la segunda la interpretó demasiado rápido, perdiendo la poesía, a pesar de los fraseos correctos. La tercera es más virtuosa y exigente y una vez más fueron evidentes algunos yerros.
Dos partes de “Goyescas” de Enrique Granados, finalizaron el recital: “La Maja y el Ruiseñor” y “El Pelele”. Sin duda el lenguaje impresionista de las obras es muy afín a la pianista. Su interpretación fue exquisita, muy clara en los fraseos y en el carácter, con un uso siempre adecuado del pedal, resolviendo las dificultades con maestría, lo que provocó el entusiasmo del público.
Como vemos es una pianista, todavía en formación, que se convertirá en una gran intérprete, cuando a su técnica incorpore la madurez que dan la experiencia y las dificultades de la vida.
Una última consideración. Resulta extraño ver un piano en el centro del escenario y escucharlo a través de unos parlantes ubicados arriba en los extremos del escenario. ¿Es necesario amplificar? Rotundamente no.