
El escenario cuenta con un piso de cristal ondulado bajo el cual miles de flores amarillas y rojas sirven de suelo.
LEWES, Londres.- No estamos en el misterioso castillo de Allemonde que pide el libreto de Maeterlink sino en un suntuoso salón Segundo Imperio. La gran escala en forma de caracol y la lámpara casi no se advierten en contraste con el piso de cristal ondulado bajo el cual miles de flores amarillas y rojas sirven de suelo. Es sobre ese marco frágil y peligroso que Mélisande se deslizará descalza, de principio a fin: extraordinaria artista la sueca Marie Arnet.
La iluminación juega con el espectador desde el inicio, tal como ocurre con la música de Debussy. Louis Langrée, al frente de la London Philharmonic, diferencia todos los colores orquestales, mientras las cuerdas, vibrando apenas, apoyan una armonía de contornos imprecisos y fluctuaciones sonoras refractarias, repletas de brillos que vienen y van. Lo mismo sucede con la luz (Thomas Webster), nunca estática sino mutable, transfigurando la escena cada segundo, viajando al azul para los encuentros de amor y al ámbar para la tragedia.
Graham Vick es el responsable de la régie, revivida para esta temporada por Annilese Miskimmon. El maestro entiende “Pelléas’’ como un psicodrama retrospectivo; así, Mélisande inicia muerta su relación con Golaud. La escala es usada como medio de transporte hacia espacios superiores no definidos a los que los personajes huyen; es por ella también que vuelven al interior de sus mentes, a la escena que los tiene atrapados, a un mundo de gobernantes y sirvientes ancianos: anticipo terminal, a pesar de la triste niña que nace en el último acto. La lámpara es el refugio de Mélisande; desde ella canta a los ángeles y suelta su pelo para su encuentro con Pelléas.

Se levanta el telón de "Pelléas et Mélisande" y la belleza hace olvidar hasta el magnífico entorno de Glyndebourne.
Jon Tomlinson es un extraordinario Golaud y su dicción extranjera aporta a su francés un tono de queja y pesadumbre que viene bien a su personaje; Russell Braun es paradigmático como Pelléas, por frescura, virilidad, pasión y voz extensión martin; solemne y leve la Genevieve de Nadine Denize, e inquietante el quebradizo retrato que Christian Tréguier hace del anciano Arkel, para el que fue muy marcada la escena de cercanía erótica con Mélisande, que tantos eluden.
Mélisande muere:
—¡Tienes frío? ¿Quieres que cierre las ventanas?
—No hasta que el sol esté al fondo del mar. Él desciende lentamente. ¿Es el invierno que comienza?
—¿No te gusta el invierno?
—Oh, no. Yo tengo miedo del frío. Yo tengo tanto miedo del gran frío.
Cada palabra se escucha en todos los rincones de la sala. Nunca la orquesta entorpece el discurso dramático (Maeterlinck y Debussy trabajaron hasta los confines el silencio, y el segundo aplicó eso también al uso de la voz, convirtiendo una ópera larga-duración como ésta (150' 44"), en una chanson).
Es tanta la emoción del público que el aplauso final tarda varios segundos en estallar.
"Pelléas et Mélisande" (Debussy)
Intérpretes: M. Arnet, R. Braun, J. Tomlinson, N. Denize, C. Tréguier.
Dirección Musical: Louis Langrée.
Dirección escénica: Graham Vick.
Glyndebourne, 18 de junio de 2004.