Temporada de Cámara U. de Chile
Gilberto Ponce 22/7/2004
Como una interesante iniciativa de la familia López-Sepúlveda, se creó hace algunos años el Cuarteto Fauré de cuerdas, como un aporte más la música de cámara.
A las cuerdas primitivas se ha agregado el piano, que les permite agrandar su repertorio.
Está formado por Manuel López violín II, su esposa Osiria Sepúlveda en violonchelo, y sus hijas Natalia López violín I y Claudia López en viola, y como invitada Patricia Castro en piano.
Debemos comenzar destacando el entusiasmo y seriedad con que enfrentan el trabajo musical, que rendirá muy buenos frutos cuando consigan los equilibrios sonoros, que se obtiene luego de un largo trabajo juntos. Durante el transcurso de la jornada se pudo aquilatar la potencialidad existente, en pasajes plenamente logrados en las dos obras que pudimos escuchar.
El Cuarteto Op. 15 en Do menor de Gabriel Fauré, interpretado sólo por las damas inició el concierto, es una obra interesante y poco frecuente en conciertos, donde el verdadero actor es el piano, pues las cuerdas resultan en largos pasajes, como simples acompañantes, escrita en un lenguaje entre romántico e impresionista, recibió una interpretación muy sensible, en particular el bellísimo Adagio, en el Scherzo algunas imperfecciones menores no restaron brillo al éxito general de la obra. Habría sido muy importante que el sonido del primer violín hubiera resaltado más.
De Antonín Dvorák, tocaron en la segunda parte su hermoso Quinteto Op. 81. Esta es una obra muy exigente, que trata con dificultades similares a todos los instrumentos, haciendo de sus partes “solistas” algo tan importante como las de conjunto. A lo largo de la obra pudimos observar las virtudes como algunas carencias. Sin duda que Claudia López en la viola, es de una solvencia y afinación notables, posee un bello sonido, articulaciones y fraseos limpios, y se atreve a tocar con pasión, algo que sería bueno escuchar en Natalia y Osiria, que por cuidado extremo, no comunican todo lo que potencialmente pueden, además, en ciertos pasajes su afinación no es perfecta. Manuel López, con su gran experiencia musical, no pretende destacar, y termina con un sonido pequeño asimilable al primer violín.
El piano a cargo de Patricia Castro, es un singular aporte. Es dueña de una gran técnica y seguridad, que pone al servicio del conjunto en todo momento, siempre apoyando e integrándose en forma perfecta.
De la obra de Dvorák, debemos destacar el “Andante con moto”, llamado “Dumka”, que permitió un lucimiento colectivo, con un hermoso sonido de la viola. El carácter de la obra aumentó notablemente hacia el final del último movimiento, donde el entusiasmo del grupo contagió a un público amante de la música de cámara, que llegó hasta el Teatro de la Universidad de Chile.
Pensamos que este conjunto puede llegar a constituirse en un significativo aporte, luego de superar algunos de los factores señalados. Son musicales y con talento, y lo más importante, tienen el entusiasmo necesario para hacer buena música.