Sólo para cuerdas graves
Daniel Quiroga 21/7/2004
No es corriente que el solista, sea en voz o instrumento, destaque el registro grave. Este caso se encuentra a menudo en nuestro país, donde el registro grave no se encuentra fácilmente en la lírica. Se busca rápidamente una voz adecuada en los países vecinos y asunto concluido. Pero suele ocurrir que el programa del concierto reúna dos ejemplares: un instrumento y un cantante, cuyo registro, debe cumplir a cabalidad con la exigencia del compositor.
El segundo programa de la Sinfónica de Chile, dirigida por su titular, el maestro David del Pino Klinge, salvó con honor la parte solista del Concierto para violoncello y orquesta de Robert Schumann, Op. 129, obra en que abundan pasajes virtuosistas, melodías lentas y partes en diálogo de agudos y graves que piden un instrumentista muy seguro en su técnica y expresividad. Se ha querido asociar el vuelo melódico tan peculiar en Schumann, con el carácter de sus favoritos personajes literarios, cuya vitalidad refleja su título “Pieza de concierto para violonchelo con acompañamiento orquestal”. El solista chileno Emmanuel López, destacó como discípulo del profesor Arnaldo Fuentes, en su cátedra de la Universidad Católica. Participó en el Concurso Internacional de Cello, con el Concierto de Boccherini, ganando Mención Honrosa. Allí conoció al Profesor y concertista Aldo Parisot, quien lo invitó a seguir sus clases en la U. de Yale, USA. Luego de ganar en el Concurso Internacional de Cello en Los Ángeles (USA), obtuvo en 1988 el Premio “Janos Starker-Aldo Parisot”, donde destacó como el mejor ejecutante de las “Variaciones Rococó” de Tchaikowsky.
Shostakovitch, Sinfonía N° 13, Op. 113 “Babi Yar”
El dedo acusador de millones de seres humanos, estremecieron a víctimas y causantes de una guerra contra las creencias ajenas. La Sinfonía “Babi Yar” del compositor ruso, recoge lo más fuerte del dolor humano, en los cinco números de coro masculino, barítono solista y orquesta, sobre el texto poético de Yevgeni Yevtushenko. El compositor de la “Sinfonía Leningrado” no sólo sentía la necesidad de expresarse en música de grandes proporciones sino de realizar una especie de castigo sonoro a los causantes directos de tanto dolor y miseria humana. Retratando sonoramente los momentos en que se cubría el llamado “Barranco de las Mujeres” con alrededor de 150 mil seres humanos, la música sigue los hechos de la desgarradora historia. Esta Sinfonía “Babi Yar” para solista y coro masculino, relata los sucesos con clara expresión, cuya fuerza parece tener la misión de mostrar el duelo humano singularmente planificado.
Logró vigorosa entrega del disciplinado Coro Masculino de la Universidad de Chile. Y el relato muy seguro del barítono Cristián Reyes. Junto al Coro Universitario, el bien terminado trabajo preparatorio se entregó al público con un logrado equilibrio vocal y la fuerza emotiva necesaria. Un programa de intensa dramaticidad, realizado con la dirección del maestro David del Pino, en una disciplinada entrega vocal e instrumental.