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Del Pino Klinge, Mozart y Beethoven 1/8/2004

03 de Agosto de 2004 | 16:21 |
Del Pino Klinge, Mozart y Beethoven

Gilberto Ponce 1/8/2004

Continuando su Temporada de Conciertos, la Orquesta Sinfónica de Chile, bajo al dirección de su titular David del Pino Klinge, ofreció un programa en base a obras de Mozart y Beethoven, contando además con la destacada participación de la pianista francesa Muriel Chemin, que visita por primera vez nuestro país.

La famosa obertura de la ópera “Las bodas de Fígaro”, sirvió para mostrarnos una orquesta en un buen nivel, en una versión bastante energética y eficaz, más cercana al lenguaje del romanticismo.

Uno de los conciertos más emblemáticos de Wolfgang Amadeus Mozart, el número 20 en Re menor, uno de los dos que el genio de Salzburgo escribiera en tonalidad menor, sirvió para conocer la finura interpretativa de Muriel Chemin, quien es poseedora de una técnica muy limpia, con fraseos impecables, mostrando ser una amplia conocedora del estilo mozartiano.

Ya en el primer movimiento pudimos observar, lo expresivo de “su canto” en el teclado, que invitaba a la orquesta a imitar sus intencionalidades interpretativas, fuerza cuando era necesaria o dulzura en otros momentos.

La cadenza, fue objeto de un cuidadoso enfoque, donde la técnica de la visitante quedó en franca evidencia.

La Romanza, uno de los movimientos más líricos escritos por Mozart, fue tocado con una transparencia y delicadeza notables, encontrando en la orquesta las respuestas adecuadas a su interpretación, en la sección central, allegro el contraste fue espléndidamente logrado, con toda la fuerza y vigor que se requiere, el acompañamiento siempre atento de del Pino, fue fundamental en el logro de este movimiento.

En el Rondó final, las cualidades se confirmaron, jugando aun más la solista con los conceptos dinámicos de “Forte Piano”. La cadenza de este movimiento, que en esta ocasión no fue una de las que se toca tradicionalmente, ya que se adentra en un lenguaje mucho más avanzado, la solista confirmó definitivamente sus cualidades. Pensamos que tal vez en este movimiento, el acompañamiento orquestal fue demasiado grueso y pesado, no correspondiéndose con el enfoque de la solista.

Los largos aplausos sólo rindieron justicia a una muy buena versión de la ilustre visitante.

Con un Adagio, a la manera de las últimas sinfonías de Haydn, se inicia la Cuarta Sinfonía en Si bemol de Ludwig van Beethoven. Su estilo se encuentra a medio camino entre el Clasicismo y el Romanticismo, reuniendo en ella todas las características de autor, los temas cortos y desarrollados al máximo, los contrastes dinámicos y por sobre todo el espíritu que inunda las composiciones del genio de Bonn.

La versión de la Sinfónica y del Pino, a lo largo de sus cuatro movimientos, fue acentuando las características románticas, enfatizando quizás demasiado los “fortes”, en particular en bronces y percusión.

Los pequeños deslices de algunos instrumentistas, no empañaron el resultado final. Creemos que David del Pino es muy buen director, que trabaja concienzuda y honestamente, reflejando en sus trabajos la visión que él posee de las obras que interpreta. No obstante parece que estos estilos no le resultan muy cómodos, pues lo vemos más a sus anchas en obras, como la Sinfonía “Babi Yar” de Shostakovich, donde hace dos semanas realizó un memorable trabajo.