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Concierto de lujo 14/8/2004

15 de Agosto de 2004 | 17:07 |
Concierto de lujo

Gilberto Ponce 14/8/2004

En un extraordinario evento se transformó el sexto concierto de la temporada de la Sinfónica, que tuvo en el podio a Laurent Petitgirard, sin duda responsable del notable rendimiento obtenido en esta oportunidad por la orquesta.

“Una noche en el Monte Calvo” de Modesto Mussorgsky, una de sus obras más conocidas y muchas veces escuchada, abrió su presentación, mostrándonos una revitalizada versión, donde el manejo dinámico, fraseos e intencionalidad descriptiva, descollaron en todo momento, con la orquesta siempre alerta, respondiendo certeramente a los tempi pedidos por el director.

No es usual una respuesta tan fervorosa del público a la obra que inicia un concierto, en esta ocasión ocurrió así, para reconocer el trabajo de un grande de la dirección, que transformó algo muy conocido, en algo espectacular.

El estreno del Concierto para Piano y Orquesta de Alfonso Montecino, el destacado pianista chileno radicado en USA, que además como compositor es autor de una numerosa obra, que incluye una ópera, continuó el programa. Lo interpretó Ena Bronstein, poseedora de una destacada trayectoria internacional.

Se trata de una obra que en lo absoluto pretende el virtuosismo del solista, muy bien orquestada con un lenguaje que a ratos resulta atonal, con resonancias expresionistas y que en algún momento recuerda “Petrushka” de Stravinsky, usando todas las posibilidades sonoras del piano, con bastante exigencia para el intérprete.

El primer movimiento tiene una estructura más clásica, y los diálogos piano orquesta atraen el interés del auditor.

Su segundo movimiento es de una gran sugerencia, donde el autor parece buscar timbres, colores, atmósferas que nos hace pensar en música programática, es de gran interés la sección donde se funden los sonidos del piano con la celesta (con David del Pino como intérprete) y el arpa.

Un extenso solo del piano inicia el último movimiento, tal vez el más avanzado en cuanto a composición, que demostró el cabal conocimiento que la pianista tiene de la obra. Pensamos que su estructura tan abierta no ayuda a seguir el hilo conductor, cuestión superada por la excelente dirección de Petitgirard, que parecía conocedor de larga data del concierto.

Montecino debe estar agradecido, por haber contado con tan buenos músicos en el estreno de su obra en Chile.

La sinfonía Nº 2 Op. 61 de Robert Schumann cerró un programa donde el público no se retiraba, sin cansarse de aplaudir. Las razones una orquesta en una de sus mejores noches, con una precisión estupenda, incluso en los pasajes más riesgosos del Scherzo o del movimiento final, un balance sonoro entre las diferentes familias instrumentales perfecto, afinación a toda prueba y por sobre todo un compromiso con el trabajo musical, que no dejaba dudas.

Cada frase de los diferentes solos instrumentales, fue realizada con musicalidad, bello sonido y sentido de cuerpo, situación similar en las intervenciones como familias.

Un párrafo aparte merece el bello sonido obtenido por las cuerdas, con articulaciones y arcos perfectos, ataques y fraseos impecables.

En suma uno de los mejores conciertos que hemos escuchado, con una orquesta excelente y un director de lujo.
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