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La música como institución 16/8/2004

16 de Agosto de 2004 | 00:00 |
La música como institución

Cuando el trabajo musical trasciende a los propios músicos, la obra se instala como un referente cultural que merece periódicas revisiones, como si fuese un hito histórico. A 23 años de su aparición, la re-edición de Alturas de Macchu Picchu y la próxima publicación del especial televisivo homónimo como DVD confirma la altura sideral de Los Jaivas sobre cualquier otro grupo chileno. De hecho, se nos viene una fundación con su nombre.


Marisol García C. 16/8/2004

Ser integrante de Los Jaivas es un trabajo lleno de satisfacciones, viajes, cariño “de la gente en la calle” y majaderías. La tarde que el más famoso conjunto musical chileno ha elegido para presentar la nueva edición de Alturas de Macchu Picchu exige paciencia de santo... o de Jaiva. Es la enésima vez que Claudio Parra está frente a un micrófono respondiendo a una pregunta intrigante:

“—¿Y cómo subieron el piano?”

El piano es el enorme instrumento blanco que uno tiene derecho a preguntarse qué hace ahí, en medio de las ruinas incas más famosas de América. Pero no es sólo el piano el objeto de intriga. Hace 23 años, Los Jaivas consiguieron lo que nadie antes ni nadie después: un permiso especial del gobierno peruano para filmar en Macchu Picchu un documental que acompañara visualmente su proyecto de musicalización del poema que Pablo Neruda incluyó en su Canto general.

Son curiosidades ya inscritas en la memoria cultural chilena, pero que vuelven a agitarse con la re-edición del proyecto completo. Este fin de semana llega a disquerías una copia remasterizada y con nueva presentación gráfica de Alturas de Macchu Picchu (1981), si no el más popular, al menos el álbum de venta más estable en la discografía de Los Jaivas. Durante septiembre, el famoso especial televisivo del grupo en las ruinas, transmitido originalmente por UC-TV (con dirección de Reynaldo Sepúlveda y comentarios de Mario Vargas Llosa), estará a la venta en formato DVD. El registro incluirá comentarios en terreno y preparativos de la filmación, entrevistas a los actuales integrantes del grupo y una conversación inédita con Eduardo Gato Alquinta realizada meses antes de su muerte. Sí, podrá verse entre medio cómo un helicóptero sube el piano de Claudio Parra a las alturas.

Con conciertos casi ininterrumpidos entre septiembre y noviembre, el fin del año 2004 tendrá, para Los Jaivas, nombre de poeta. La formación actual del conjunto (Eduardo y Claudio Parra en los teclados, Juanita Parra en la batería, Ankatu Alquinta en guitarra, Carlos Cabezas en charango y voz, y Francisco Bosco en bronces) recorrerá al menos la mitad de Chile con un show especialmente preparado en torno a su obra de alianza con el Nóbel chileno: el sur durante septiembre, una semana de dos funciones diarias en el Teatro Oriente de Santiago durante octubre, y colegios de la Región Metropolitana durante noviembre. Será el último mes de este año en que Juanita Parra se haga cargo de la batería. Su pre y posnatal la tendrán retirada hasta mayo, período durante el cual será reemplazada por Juan Pablo Bosco.

—La idea es remontar el concierto de Alturas de Macchu Picchu como obra integral: de la primera a la última nota, tal como se hizo el año 81 —explica Mario Mutis sobre los conciertos—. Hay algunas sorpresas más, pero la obra está completa. Es nuestro propio homenaje a Neruda, con un diseño especial de escenario, una escenografía que se adecua al mensaje, pantallas de gran tamaño, etc.

—Dicen que quieren ir a colegios y tener funciones especiales para estudiantes. ¿Qué sentido puede hacerle hoy este trabajo a un adolescente o niño chileno?

—Juanita: Hay muchos jóvenes que conocen a Los Jaivas, que van a los conciertos y uno los ve cantando a viva voz. Quizás algunos no saben que esos versos son de Neruda, no sé; pero parece entretenido que conozcan el trabajo de Neruda de esa manera. Es una linda forma de llegar con poesía a la juventud.

—Uno tiene derecho a pensar que éste ya no es un disco suyo, que el álbum trasciende incluso a Los Jaivas.

—Mario: Es como tener un hijo: lo cuidas y luego él se independiza. Uno crea la música, la forma de una manera, pero luego la recepción de la gente la hace tener otra personalidad.

—Ankatu: Toda la trayectoria de Los Jaivas ha tenido ese sentido de embajaduría cultural, en la medida que su música ha pasado a ser un legado de Chile. Yo creo que con Alturas de Macchu Picchu es como con el trabajo de Violeta Parra [Obras de Violeta Parra, 1984]: hay un trabajo de interpretación de una obra ajena pero con arreglos y conceptos que son totalmente Jaivas. Creo que Los Jaivas en la trilogía de de Alturas, Aconcagua y Violeta, llegaron a una especie de culminación de todos los experimentos musicales que venían realizando hasta llegar a la expresión más perfecta de su lenguaje. Entonces, la música de Alturas de Macchu Picchu no existe en ninguna parte del mundo, porque es un lenguaje inventado por Los Jaivas.
—Francisco: Uno, como músico, es el canal de recepción de un sentimiento, porque la creación está en el aire. Uno canaliza una emoción, pero en el fondo no te pertenece. Cuando hay alguien que te dice: “Yo con ese disco me emocioné”, uno dice: “¿Pero cómo? Yo jamás me lo habría imaginado”, y es porque la música deja de pertenecerte.

—Y eso hace más sentido a partir de lo que les ha pasado.

—Ankatu: Claro, la música trasciende a los mismos músicos. Hay dos músicos que ya no están con nosotros, pero cuando nos subimos al escenario la música está todavía ahí. Algo se terminó de materializar con la muerte de Gato, en el sentido de que Los Jaivas se convirtieron en un legado: la música ya no les pertenece a ellos.

—Juanita: Me acuerdo que cuando tuvimos la reunión de qué hacíamos tras la muerte de Gato hubo un comentario de Claudio: “Si nosotros no seguimos, otros van a tocar la música”. Y es verdad. Nos ha costado, pero no hemos podido detenernos, porque la música ha seguido igual.

—Claudio: Es como lo que pasa con Quilapayún e Inti-Illimani. Ellos están viviendo un proceso similar, en el sentido de ¿quién es quién?, porque la música los superó, su historia los trasciende.

Pese a las ligeras críticas de Mario Mutis a algunos de los homenajes musicales que hasta ahora se le han ofrecido a los cien años de Pablo Neruda, Los Jaivas insisten en que éste es un proyecto inscrito en las celebraciones al poeta, aunque también un epílogo de su Cuarentenario: las celebraciones por los cuarenta años de trabajo de Los Jaivas (grupo nacido en Viña del Mar, en 1963), y trágicamente teñidas por la muerte de Eduardo Alquinta, en enero del año pasado.
El recuerdo de Gato es más que nostalgia. Si Los Jaivas publican un próximo disco, será para concluir las investigaciones que el cantante realizaba en torno a la música mapuche al momento de su muerte. El nuevo álbum de Los Jaivas se titularía Araucaria y, según sus palabras, debiese estar en tiendas a mediados del 2005.

Lee aquí el comentario de Alturas de Macchu Picchu en su nueva edición.

Fundación Los Jaivas


A fines de este año comenzarían las funciones de la Fundación Los Jaivas, un inédito proyecto del conjunto por darle un carácter de extensión cultural a su obra. Lo explica Mario Mutis:

—Nos hemos transformado de alguna manera en una institución. La gente siente algunas expectativas con nosotros, que es algo que escapa al ámbito de nosotros como músicos: se ha creado una relación de lealtad, de sentimientos, algo muy bonito con la gente. Entonces estamos planteando una fundación cultural: Fundación Cultural Los Jaivas, que debiese empezar a funcionar a fin de año. El primer objetivo es promover el trabajo de Los Jaivas, como música y como filosofía de vida. Y, luego, realizar proyectos de Los Jaivas o externos, que apunten a la identidad nacional, al resguardo de la cultura.

—¿Contarán con financiamiento estatal?

—Queremos tener financiamiento para hacer los proyectos. Plata no tenemos, pero eso no nos preocupa: toda la vida hemos hecho proyectos sin plata. La fundación va a realizar proyectos que ojalá sean financiados o financiables. No queremos que la fundación sea un depósito de cosas de Los Jaivas, como si fuera un cementerio. Queremos que sea una cosa viva, activa y que aporte a la cultura chilena. Y ojalá a nivel latinoamericano o mundial, ¿por qué no?

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