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Martín Caparrós: Un viajero cazador de historias

Recorre lugares para contar esas cosas que el turista no ve, no quiere ver o nunca se le ocurriría mirar. Para eso ha desarrollado una suerte de tercer ojo que lleva su propio sello.

19 de Agosto de 2004 | 09:07 | Ilona Goyeneche, El Mercurio en Internet
Martín Caparrós

No sólo de viajes vive este periodista y escritor argentino. Nacido en Buenos Aires en 1957 comenzó su carrera periodística a los 16 años en el desaparecido diario Noticias. A los 18 años se fue al exilio a Europa donde vivió durante siete años entre París (donde se licenció en Historia en la Sorbona) y Madrid. Ha abordado todo tipo de temas: deportivos, culturales, políticos, y ya ha escrito sobre comida, toros y crímenes. No sólo pasó por prensa, sino que también por radio y televisión.

Dirigió los mensuarios El Porteño, Babel, Página/30, Sal y Pimienta y Cuisine & Vins. Dentro de sus publicaciones se encuentran novelas, ensayos, crónicas. Algunos de los libros más destacados son: No velas a tus muertos (1985), Larga distancia (1992-2004), La historia (1999), Un día en la vida de dios (2001), La voluntad (tres tomos, 1998).

Actualmente tiene una columna semanal en la Revista 23, está terminando una novela que se llama "Valfierno" y trabaja en una crónica sobre Boca Juniors.
SANTIAGO.- Si quieres viajar como Martín Caparrós tienes que perderte. Por ejemplo, subiéndote a un autobús sin tener ni la menor idea adónde te llevará. Es el intento de deshacerte del prejuicio que se tiene sobre ese lugar, un acto que distingue al viajero del turista. "El turista llega a París y se incluye a sí mismo dentro de la postal que ya conoce. El viajero no sabe adónde está yendo y trata de perderse para ver qué encuentra".

Y un pequeño gran detalle. Tienes que viajar solo. Esa es la única forma para este argentino de escribir una buena crónica. "Cuando uno viaja con alguien se instala en una burbuja en la que los estímulos externos llegan mucho más amortiguados". Cuando estás solo tienes que mirar todo el rato a tu alrededor y contactarte con el aún extraño lugar.

Para Martín Caparrós ésta era la tercera entrevista consecutiva sentado en el bar del hotel en que se estaba hospedando en Santiago, era mediodía y al periodista y escritor le quedaban todavía algunas por delante. En la noche, además debía asistir a la presentación de su libro de crónicas "Larga distancia", junto al escritor Tomás Eloy Martínez, y al día siguiente seguían sus reuniones con la prensa.

Más que a presentar su libro, Caparrós vino a presentarse a sí mismo. Aunque ya cuenta con un amplio y variado currículum de publicaciones y se conoce más allá de las fronteras argentinas, acá en Chile poco o nada se sabía de él, de sus crónicas, ensayos, novelas y viajes.

El primer impulso de viajero profesional lo tuvo a los 12 cuando se fue de vacaciones con su padre a Europa y visitó por su cuenta algunas ciudades de España. Después se fue a los 18 al exilio a París, luego España, siguió Nueva York y "desde entonces estar en otro sitio es una de mis condiciones básicas". Los viajes eran, uno, cada vez más lejos, y dos cada vez menos turísticos.

Hong Kong, Moscú, Haití, India, la coca en Bolivia o el Sendero Luminoso en Lima, terminaron en crónicas publicadas en diferentes medios y reunidas finalmente en el libro "Larga distancia" (1992). Con éste ganó el Premio Rey de España de Periodismo, terminó siendo parte de la bibliografía universitaria de Argentina y una suerte de marca registrada. Por eso se volvió a reeditar este año este libro que vino a presentar a Chile. "Hay formas del periodismo que, de alguna manera, se sobreponen a sus temas. Las historias que cuento en este libro no tienen ninguna actualidad, sucedieron hace diez, quince años. Entonces lo interesante de mi libro es la forma de contar y la mirada, más allá de los temas."

Aunque ha pasado por épocas en que irse de viaje por trabajo se trasformó en "escenas ridículas de abrir el mapamundi y decir ¿y bueno, ahora dónde voy?", ahora se da el lujo de elegir su próximo destino cuando le parece interesante algún tema específico. Por eso no le gusta que se refieran a sus notas como crónicas de viajes. "Yo hago crónicas en lugares, pero sobre cosas o situaciones."

¿No es Caparrós viajando?
No, es Caparrós mirando. Entonces te invito a mirar con él. Yo siempre digo que no hay que confundir: entre escribir en primera persona con escribir sobre la primera persona. Son dos cosas radicalmente distintas.

¿Cuáles son las características de esa mirada? Porque no estás escribiendo para la dueña de casa que busca un relato sobre su próximo destino de vacaciones.
No sé muy bien de qué está hecha. Solía pensar que era como un desafío mirar como argentino. Cuando un inglés viaja por ahí mira con la Reina Victoria y con toda la carga del imperio; cuando un francés viaja por ahí mira con Descartes y todo el nacionalismo, cuando el americano viaja por ahí mira con Mc Donalds, si un argentino o un chileno o un húngaro viaja por ahí tiene la ventaja de no tener una escritura previa para su viaje y eso me parece que te permite quizás un acercamiento más íntimo a las cosas que estás viendo.

¿Es una cualidad la que tenemos los latinos?
Va más porque no tenemos una cultura fuerte por detrás, no tenemos una tradición y somos países en donde esa tradición está en invención permanente, no establecida desde hace siglos. Entonces una de esas cosas que podemos inventar es esa forma de mirar.

Caparrós maneja su propia guía de viajes. Una cierta rutina para quien los viajes ya no son sinónimo de vacaciones. Primero se arma un dossier que antes le "costaba días y días de búsquedas en bibliotecas imposibles y haciendo fotocopias complicadísimas" y que ahora se redujo a un par de segundos que se demora Google en arrojar miles de páginas para reunir los datos que necesita sobre su próximo destino.

Después viene el avión, el despegue, el saludo del capitán, las azafatas, el aperitivo, el maní y mientras lee su dossier, su propia turbulencia. La desesperación de que ya está todo contado y muy bien, que jamás va a encontrar nada más interesante, que para qué va, que qué idiota y que no va a resultar. Trata de estabilizar su ánimo convenciéndose de que ya lleva demasiado tiempo viajando, pero aún así sigue cayendo al vacío y siguen los "cómo lo voy a hacer" y "qué va a pasar" hasta que termina riéndose de sí mismo "porque me da miedo y al mismo tiempo me digo que si no me diera más miedo no valdría la pena seguir haciéndolo".

¿Nunca sufriste el desarraigo del viajero frecuente?
No. Yo tenía esa imagen así como romántica-patética de mí mismo cuando volví a Buenos Aires la primera vez. Había estado nueve años afuera y pensé eso, de que nunca iba a volver a ser de un solo lugar y que siempre tendría mi alma partida en por lo menos tres: Madrid, París y Buenos Aires. Pero para mi gran decepción en pocos años descubrí que era totalmente porteño de nuevo.

Leí que el viaje más importante sobre el cual quieres escribir es la vuelta a la cuadra en la que vives en Buenos Aires.
Sí, eso suelo decir, de que todos estos viajes así de lejanos son como un aprendizaje en donde aprovecho el exotismo que me favorece para contar las cosas, para ver si un día aprendo a mirar lo suficiente como para poder contar la manzana de mi casa. Eso es lo más complicado, salir a contar lo que uno ve todo el tiempo. Ahí sí hay que saber mirar para enfrentar lo distinto, lo extraño, lo que vale la pena ser contado.

"Recién ahora estoy empezando a hacer una gran crónica de la Argentina. Hasta ahora he escrito mucho más de China, Birmania y la India, que de Argentina. Pero ahora sé que ya está, que ya puedo".

Durante este verano recorrió en auto 8.000 kilómetros del centro del país trasandino con una ruta esbozada y subiéndose o bajándose, parando aquí o allá en los lugares que encontraba algo interesante. Aunque todavía no se trata de la manzana de su casa, por lo menos se está acercando.

¿Qué te gusta de Buenos Aires?
Nunca supe. Siempre les pregunto a los visitantes a ver si me convencen de por qué dicen de que es una ciudad así tan interesante. A mí me gusta Buenos Aires, es mi casa, pero no entiendo cómo para un extranjero puede ser interesante.

Sin embargo, ¿qué le podrías recomendar al chileno que le encanta ir a Buenos Aires?
Creo que venden carne barata y cuero barato, y a veces la combinación de carne con cuero barato.

"Larga distancia"
Crónica
Seix Barral
258 páginas
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