“Juana de Arco en la hoguera”, de Arthur Honegger
Gilberto Ponce 21/8/2004
“Esto es como en los gloriosos tiempos, cuando la Universidad de Chile llevaba la batuta en la cultura de nuestro país”, fue el comentario de muchos de los asistentes al último concierto de la Sinfónica.
Sin duda alguna este monumental esfuerzo por poner en escena esta tremenda obra, convertirá a este concierto y a cada uno de quienes participaron en él, en un hito del presente año.
Sin mediar la presencia de un maestro como Laurent Petitgirard, quien se reveló como un perfecto conocedor de la partitura, no estaríamos ante el rotundo éxito logrado, pues él quien logró impecablemente la conducción de la gran cantidad de músicos, cantantes y actores requeridos por el autor.
La obra, de fuerte contenido dramático (texto de Paul Claudel), transita por un verdadero muestrario de todas las tendencias musicales en boga en los años de su estreno (1938). Sin llegar al atonalismo, se queda con todo aquello que sirviera a su propósito de recrear el martirio de Juana de Arco. Encontramos tanto acercamientos a la música popular, como a la “Música Poética” de Carl Orff, como haciendo referencias al canto gregoriano, pero manteniéndose generalmente en una especie de expresionismo bastante lírico.
La obra está escrita para una gran orquesta, que incluye dos pianos y un gran número de percusiones, debiendo contar con un gran coro adulto, otro de niños y una gran cantidad de solistas vocales y recitantes.
Para esta presentación se optó por cierta escenificación, que incluía desplazamientos en el escenario de ciertos actores cantantes, como de una iluminación de apoyo, para lo cual se contó con la coordinación general de David del Pino, director titular de la orquesta.
El Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, cumplió una extraordinaria labor, pues no sólo debe cantar, también debe recitar en un francés muy correcto, y además mantenerse alerta en forma continua, pues sus participaciones son constantes. Un gran triunfo para su director Hugo Villarroel Garay y de cada uno de los integrantes.
Importante fue la participación del Coro de Niñas del Colegio Sagrados Corazones de Alameda, dirigido por Samuel Elgueta. Mostró afinación y expresividad, mientras que su solista Carolina Somarriva, cantó con aplomo.
Tres recitantes actores, alumnos del colegio Alianza Francesa, Nicolás Bitrán, Alvaro Mordojovitch y Jean Paul Montegú, recrearon sus papeles con fuerza y una extraordinaria actuación.
Sorprendente la participación del actor Claudio Bello como Santo Domingo. Lució sentido dramático justo y una fonética impecable. Carmen Luisa Letelier como actriz es tan buena como cantante, debiendo además desplazarse desde la platea alta al escenario.
Los cantantes estuvieron igualmente solventes. El tenor Jaime Caicompai, cantando y recitando. Las sólidas voces de Nora Miranda y Evelyn Ramírez, en sus roles de Margarita y Catalina, la experiencia vocal y teatral de Myriam Singer, con su habitual profesionalismo, en el papel de la Virgen, que además debe poseer un volumen que le permita cantar por sobre grandes masas instrumentales y vocales. Leonardo Aguilar estuvo correcto en sus roles.
Párrafo aparte merece Sonia Petrovna. Como Juana de Arco, es una actriz tan extraordinaria que domina el escenario con su sola presencia. Posee un sentido dramático que con pequeñas inflexiones y movimientos logra conmover profundamente, su voz corre sin gritar ni recurrir a inútiles histrionismos. La muerte de Juana será recordada por largo tiempo.
La Sinfónica cumplió una notable actuación, con atención, cuidando dinámicas, fraseos y afinación, integrándose al todo con perfección, sabiendo que en este concierto no era la estrella, pero que sin ella nada funcionaría.
Una notable experiencia, donde concurrieron con el mayor profesionalismo cada uno de los participantes, bajo la dirección de Laurent Petitgirard y el auspicio de la Universidad de Chile.
