El tiempo en la botella
Marcelo Contreras 25/8/2004
Ronnie James Dio es en verdad un mago. Se subió anoche al escenario de un Víctor Jara con cerca de 4.000 fanáticos, movió su melena que eternamente compite contra la calvicie, elevó un operático grito y listo, resolvió el concierto con la pócima de siempre: no cambiar un ápice su estilo casado a fuego con el heavy metal más clásico.
Como su voz aún brilla, al público poco le importó que el material que anoche adelantó de su nuevo álbum “Master of the moon” fuera ramplón y dejara al descubierto a una banda mediocre. Un género como el metal, particularmente quisquilloso con el virtuosismo, tiene en el guitarrista Craig Goldy a un aficionado de técnica gruesa y escasas ideas. ¿Pero qué hizo Goldy? En un solo aburridísimo y gratuito se paseó moviendo su cuidado cabello y, magia otra vez, el público lo vitoreó. Y lo mismo cuando el maceteado baterista Simon Wright hizo un solo que al quinto redoble lo tenía resoplando. Se paró, le dio a un tambor y sacó aplausos. Por eso cuando la pequeña figura de Dio recurría al gesto teatral y cerraba cada línea con su voz centelleando, el estadio sucumbía. Ronnie James Dio sabe que sus trucos funcionan. Aún.