La dura que es pop
Cómo un grupo puede sonar fuerte sin hacer ruido: la respuesta es Saiko, la resistencia de la melodía. “Si hay un enchufe vamos y tocamos”, aseguran. Y si se corta la luz siguen tocando acústico.
David Ponce 10/9/2004
El mundo no siempre es un lugar mullido donde entregarse al placer. La última vez que Saiko dio un concierto fue junto a la banda de franco y festivo funk rock metalero Sinergia. Y encima actuaron gratis: fue el show organizado hace dos semanas por el espacio “La grúa”, de radio Rock & Pop, a fin de juntar fondos para evitar que una endeudada auditora perdiera su casa.
Pero este no es un grupo rudo, ni de protesta. Y si ya es una cantinela el discurso de que no hay espacios para tocar rock y faltan oportunidades para esos jóvenes de pelo largo, andar desaliñado y sonido desprolijo, qué queda para los que no quieren verse desaliñados ni sonar desprolijos. Como Saiko.
Apoya al rock chileno es una frase hecha. Nadie ha dicho todavía
Apoya al pop chileno.
Eso hace único a este grupo. Con una cantante melodiosa que estudió cuatro años de canto lírico y tres de jazz, con un ex integrante de La Ley graduado en los años en que esa banda inició su consolidación internacional, y con dos músicos recientes, acaban de sacar su tercer disco, de genes rockeros pero bajo una evolvente producción pop que se advierte apenas suena su flamante canción “Lo que mereces” en cualquier radio.
Saiko coexiste con un mundo distinto, pero no adverso. En el mismo disco hay un dúo entre la vocalista Denisse Malebrán y el cantante de reggae Quique Neira, por ejemplo. Y salió bien tocar con Sinergia. Si hubo algún desacuerdo fue entre los aficionados a ambos grupos, precisa Denisse.
- Los fans de Sinergia dijeron que Saiko lo único que hace es comer sushi e irse fuera del país - se ríe- . ¿Qué onda?
- Pero igual comemos sushi - dice el guitarrista Luciano Rojas.
- Hay que decirlo - concede ella- . Una vez al año, pero comemos.
Denisse ha mostrado aparte su inclinación por el mundo fashion al participar como modelo en desfiles y lanzamientos de diseñadores alternativos.
- Una de las cosas más lindas de Saiko es que es un grupo súper estético - concluye- . Pero estético no por una cosa frívola, del look, sino en la música. Si ves el disco el mensaje general es todo lindo, bello. Somos medio fetichistas todos: nos gustan las cosas bonitas, la armonía. Y la belleza es eso, en el fondo: el equilibrio.
Lo difícil es sostener ese fetichismo y tocar rock en Chile.
- Sí. Se contradice muchas veces con lo que “la lleva”. Porque si ves los grupos que llevan más gente son como los Chancho en Piedra. Es mucho más fácil pararse en un escenario con un polerón y que la gente sienta “bueno, yo soy igual”. Y no tengo nada en contra, al revés, o sea, mil respetos al Sinergia, a Chancho en Piedra, a Cholomandiga: mucho respeto. Pero es más difícil pararse con un look distinto. A lo mejor el mensaje es tan romántico como una canción de Álex Ubago, pero se empieza a achicar tu público.
Además de un asunto de tendencia, hay una dificultad general en conseguir una actuación glamorosa o bien iluminada. Al final, por mucha intención que tenga, el grupo debe terminar rockeando. Que es sinónimo de
aperrando. Así acaba de ser en el pub El Huevo, en Valparaíso. Asimismo ha sido en muchas ocasiones, incluso una histórica, como la última vez que el grupo tocó con Rodrigo
Coti Aboitiz, también ex integrante de La Ley, hoy de vuelta en México.
- Fue horrible. ¿Te acordai? - dice Denisse- . En Cerrillos.
- Se cortó la luz - recuerda Rojas. De hecho el grupo ya tiene diseñada una versión acústica de su show por si faltan micrófonos. En Talca hubo un corte de energía que motivó al guitarrista a empezar a patear su amplificador, en Temuco la cantante hasta protagonizó un involuntario topless de unos segundos (“Verdad. En pleno show. Estaban todos felices, en todo caso. Menos yo”), y en el capitalino subterráneo Bal-le-Duc fue raptada del escenario. Como forma de cariño, claro. “Estaba cantando y de repente desaparecí. Eran fans, pero ya medio rayados. Pasadísimos”.
La cuestión es si Saiko aprecia de igual modo ese lado rudo.
- Sí. De lo contrario no tocaríamos nunca, imagínate. Yo creo que somos más punk que los Tronic - sonríe ella- . Tengo una vocación rockera, si no me habría dedicado a otra cosa. Podría haber cantado como las minas de “Rojo” y estar tranquila toda mi vida. Pero lo que me gusta es esto.
- Saiko puede actuar en cualquier lado. Con que haya un enchufe vamos y tocamos igual - garantiza Rojas. Aunque la cantante sufra un poco por culpa del ruido.
- Yo creo que yo sufro más que ellos: a mí me gusta el noise (ruido), pero escuchándolo en mi casa - se ríe la cantante- . Súper burguesa. En el equipo que suena top. My Bloody Valentine pero tomando un capuccino.
Luciano Rojas es menos delicado. “No me incomoda porque ésa es mi escuela”, dice. Cuando en el verano Saiko tocó en el teatro Matucana 100, el guitarrista volvió a la misma cuadra donde, unos cuantos números más abajo, solía tocar en los años ’80: Matucana 19. “Tocaba con los Pequeño Vicio ahí, para los años nuevos. Eso sí es underground”.
En ese año de 1987, cuando Rojas tenía 21 y se iniciaba en grupos como Paraíso Perdido o La Banda del Pequeño Vicio, Denisse Malebrán tenía once años y estaba en sexto básico en un colegio de su natal San Bernardo. Ahora son una familia y su primer hijo nació el año pasado. Y en el disco la cantante agradece “a mi Compa por la guitarra de palo (ahí nació el 78% de “Las horas”)”: la guitarra con la que la mayoría de las canciones del disco fueron compuestas caseramente. “Después del desayuno, con bata, empezando a tocar y a componer”. Este es el disco menos electrónico de Saiko, con letras de la cantante sobre asuntos como la violencia intrafamiliar y centradas en el dolor, las pérdidas, la ausencia y la muerte, enumera ella. Pero también sobre ser madre.
- Sí, hay una canción para mi hijo. Se llama “Luz mágica”. Pero no es autorreferente. Tuve esa necesidad de decir que me sentía
grossa porque había dado vida, pero quería enfocarlo a algo más amplio. Haber sido mamá me marcó por el hecho de que te dan y te quitan, por esa reflexión - explica. Y la misma historia de Saiko es un adiestramiento en ese sentido. El grupo ha afrontado el alejamiento de dos integrantes y ha iniciado planes de exportación que no llegaron a buen fin, como el contrato con la filial mexicana de BMG que terminó por abortar el año pasado a raíz de demoras más allá del alcance del grupo.
- Muchas cosas que se hicieron con Saiko fueron como palos de ciego, pero más que endurecer, te fortalecen. - dice el guitarrista, cuyo grupo sigue trabajando en llevar su música a otros países, pero esta vez con un sello independiente y a escala más personal. Como, por ejemplo, lo hace la madre de Denisse Malebrán, que también es música e integra un grupo folclórico, Cucara.
- Ella viene llegando de gira de Brasil. Viaja más que nosotros - se ríe la hija, para quien el folclor tampoco es extraño, de hecho. El año pasado Denisse Malebrán cantó cuecas con el grupo Las Capitalinas en el festival sambernardino “Abril, cuecas mil”. Saiko, un adaptable grupo pop con actitud de rock, hasta tiene margen para cantar cuecas.