Post-bop a la vena
Íñigo Díaz 15/9/2004
Si en algún tiempo Marcos Aldana fue amo y señor del saxofón tenor en el jazz chileno -seguido luego, y muy de cerca, por Ignacio González-, la tríada del momento tiene sus tres nombres y tres apellidos sumamente claros: Claudio Rubio, Agustín Moya y el norteamericano avecindado en Chile David Pérez. De los tres, dos son solistas adiestrados por Aldana: Rubio y Moya. Pérez, en cambio, llegó a nuestro país con el saxo escondido, un montón de discos de Coltrane, Rollins, Shorter y Getz y las mismas ganas de tocar de siempre. Pero su timidez hizo que tardara algún tiempo en incorporarse al quinteto de Cristián Cuturrufo (para Recién salido del horno) y luego al grupo Los Titulares (para Bipolar).
Estos tres ejemplares han desarrollado sus modernísimas visiones acerca del bop, a través de cuartetos con guitarra. Rubio, que lideró el cuarteto jazz-funk Porno con esta misma estructura, pertenece al cuarteto del guitarrista Sebastián Duplaquet (con Daniel Navarrete en el contrabajo y Andy Baeza en la batería), que editará su debut para el sello nacional Vértice. Agustín Moya, que también grabará (para el sello Pez), encabeza su propio cuarteto (con Nicolás Vera en la guitarra, Pablo Menares en el contrabajo y el mismo Andy Baeza en la batería). Y David Pérez, el tercer saxofón tenor de la actualidad, no se queda atrás: su cuarteto ingresará al estudio dentro de pocos días para estampar en los discos duros su opinión con respecto a un jazz criollo que merece un estremecimiento. Y una renovación de repertorio. Mientras espera tan ansiada fecha, la banda se foguea en los clubes del circuito capitalino hasta quedar calcinada.
Los sidemen de Pérez son tres rostros conocidos: el guitarrista del Supertrío (ex Almendra Trío) Mauricio Rodríguez, el contrabajista del Alejandro Espinosa Cuarteto Nelson Arriagada, y el baterista de Alüzinati Carlos Cortés. Pérez ya había declarado que su intención era mantener unido a un mismo conjunto por un período. Y lo ha logrado con creces. Rodríguez-Arriagada-Cortés van con él a donde sea. Y lo siguen también en sus poderosas y expresivas series improvisacionales como la que ofreció en el club El Perseguidor hace pocas noches.
David Pérez cuenta con un portafolios de composiciones originales que suele poner en órbita cada vez que toca. Sin embargo durante esa ocasión decidió volver a los standards del bop moderno, "para descansar un poco", confesó después el tenorista-líder. Da lo mismo: cuando un combo está tan bien ensamblado y conoce tan profundamente la operativa y lenguaje de cada integrante, hasta tocar melodías infantiles jazzificadas resulta toda una experiencia. De esta manera transitaron composiciones vinculadas a tenoristas maestros, como "Body and soul" (recordando al prócer Coleman Hawkins), "Inner urge" (de Joe Henderson), "Yes and no" y una "Fee Fi Fo Fum" en versión disco (de Wayne Shorter). Uno a uno los solos fueron levantando a un estático público –no siempre del jazz, sino más bien en plan de conquista- con intensidades cada vez más altas y de las que era imposible desentenderse por más "enamorado" que estuviera el auditor. Arriagada (quien utiliza un contrabajo eléctrico, aunque busca insistentemente el sonido acústico) da el tono justo, mientras Cortés demuestra que junto a Félix Lecaros son los mejores y más ocupados bateristas de su generación. Mauricio Rodríguez tiene un sonido de guitarra sacado de otras esferas, posiblemente la de Chicago, donde estudió y trabajó. Su empaste con Arriagada viene desde los tiempos de La Banda del Capitán Corneta: tiempos inmemoriales, aunque están a la vuelta de la esquina. Y Pérez pone el rojo de la guinda cada vez que se sube al saxofón. Este cuarteto tiene mucho que mostrar aún. Y eso que casi no tocó lo que fuimos a escuchar.