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Clausura de la Temporada de la Fundación Beethoven 1/10/2004

01 de Octubre de 2004 | 21:20 |
Clausura de la Temporada de la Fundación Beethoven

Gilberto Ponce 1/10/2004

Un concierto de excelencia puso el broche de oro a una muy buena temporada de la Fundación Beethoven. En el Teatro Oriente tuvimos el placer de escuchar al notable Trío Guarneri de Praga, que goza de un merecido prestigio en razón de lo extraordinario de sus interpretaciones.

Son una verdadera máquina de relojería, donde cada uno de sus integrantes, pone lo mejor de sí en función del mejor resultado colectivo. Su afinación es perfecta, sus fraseos de una elegancia y musicalidad sorprendente, cada respiración, cada pregunta y respuesta o imitación, tanto como el equilibrio sonoro parecen provenir de un solo instrumento. Si a todo esto le sumamos el entusiasmo que ponen en sus interpretaciones, no es de extrañar la admiración que provoca el escucharlos.

El Trío en Re mayor Op. 70, conocido como "De los Espíritus", de Ludwig van Beethoven, abrió el programa, obra marcada por la tragedia irremediable que afectaba a su autor, plantea en su bellísimo movimiento lento lo que podemos interpretar como las dolorosas reflexiones del genio ya casi completamente sordo, aunque el mismo autor haya escrito que su fuente de inspiración fue la escena de la aparición de los espectros en "Macbeth" de Shakespeare. Independiente de la interpretación, este movimiento exige de sus intérpretes una gran introspección, que trasunte un quedo dolor a través frases de una gran transparencia. Demanda además una suerte de canto entre las diversas voces de los instrumentos. Los ilustres visitantes lograron una atmósfera verdaderamente mágica, que cautivó a los asistentes. Qué decir de los movimientos rápidos de los extremos, sólo que confirman todas las virtudes señaladas, permitiéndose además una pequeña dosis de "humor" en la coda del movimiento final.

Poco conocidas son las "Bergerettes" del checo Bohuslav Martinu. Se trata de pequeñas obras comparables a las Bagatelas, de exigencia rítmica y de coordinación melódica, con un lenguaje que transita desde el post romanticismo, hasta el de "Petroushka" de Igor Stravinsky, y haciendo alusiones al jazz. El desempeño fue tan notable como en Beethoven, dando muestras de una gran versatilidad en cuanto a la interpretación de diferentes estilos.

Su notable afiatamiento quedó aun más de manifiesto en su interpretación del Trío Nº 1 en Si bemol mayor Op. 99 de Franz Schubert. A lo largo de sus cuatro movimientos, que en ciertos momentos obligan a un extraordinario virtuosismo, fue notorio el enfoque hacia un mayor peso sonoro, si lo comparamos con el trío de Beethoven. Los contrastes entre lo lírico y lo gracioso, los fortes y los pianísimos, los acelerandos y ralentandos junto a todas las articulaciones, en un derroche de técnica instrumental, sólo hicieron justicia a la belleza de una de las más bellas obras de Schubert.

Ante las ovaciones del público, regalaron una chispeante versión del Rondó a la húngara, de un trío de Haydn, y una melancólica melodía de Antonín Dvorák.
Sin duda el grito de uno de los asistentes, pidiendo que vuelvan a la próxima temporada, interpretó a la totalidad del público presente, pues a su calidad musical y técnica, agregan una sencillez que cautiva a quienes presencian sus conciertos.

Un digno final para una temporada que se destacó por la alta calidad de los solistas y conjuntos que se presentaron. Bien por la Música, gracias a la Fundación Beethoven.
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