De la mano con Costa
Marcelo Contreras 15/10/2004
Lo de Gal Costa fue un paseo. Las 1.500 personas que anoche casi repletaron la carpa de San Carlos de Apoquindo tomaron embelesados las manos de la brasileña criada y ungida bajo los designios del tropicalismo y del bossa.
Motivos para quedar bajo su hipnótico poder en directo sobraban. Primero su voz, increíblemente prístina y juvenil para una mujer de 57 años. Luego, su figura contenida, en un sinuoso vestido negro. Curvas de mujer fuerte, que sin embargo se volvía fragilidad cuando dejaba que la música moviera sus caderas y brazos como serpientes bajo embrujo. Pero Gal no era responsable única del encanto. Su banda de cuatro músicos -guitarra, contrabajo baterías y viento-, no sólo dejó escapar sonrisas entre sí (señal que confirmaba lo bien que la pasan tocando), sino que imprimió elegancia en cada pieza. Entre tema y tema, Gal Costa explicó que adaptó para Chile el repertorio de su último album "Todas las cosas y yo", que repasa sus influencias previas al estallido del tropicalismo. Mejor, más escenarios incluyó en su invitación musical. En su voz desfilaron atardeceres dorados, humo de bares y pequeñas anécdotas. La historia de la música popular brasileña condensada en una sola cita. Un encuentro para sonreír.