Concierto de despedida
Gilberto Ponce 25/10/2004
Una de las mayores empresas de las que se tenga memoria será iniciada próximamente por la Orquesta Sinfónica de Chile al emprender una gira de conciertos por varias ciudades de Alemania. Éste no es un desafío menor, pues se presentarán en un país donde existe una enorme tradición y cantidad de orquestas sinfónicas del mejor nivel.
A lo anterior se suma un repertorio impuesto por la agencia encargada de llevar la orquesta en esta gira.
En la presentación de despedida pudimos escuchar dos de las obras del repertorio que interpretarán, además de la presentación de un solista en trompeta.
Fred Mills, trompetista canadiense de larga trayectoria, fue el encargado de tocar el Concierto para Trompeta y Orquesta en Mi bemol de Franz Joseph Haydn. Pensamos que en esta oportunidad no respondió a los laureles ganados en conciertos en otras latitudes, pues abusa de articulaciones ligadas, alejándose del estilo de Haydn y cometiendo frecuentes quiebres en notas de ataque, que ensuciaron una presentación en la que se apreciaba un sonido muy hermoso y con buen dominio de los contrastes dinámicos.
Donde si brilló fue en dos obras de carácter más popular que incluyó como encores: una espléndida pieza de Gershwin, con un acompañamiento soberbio de los bronces de la sinfónica y una obra de un compositor canadiense, donde se apreció virtuosismo de digitación. El acompañamiento de la sinfónica en las tres obras fue muy correcto, con un leve desajuste de ritmo en las cuerdas en el Haydn, que no le restó mérito a la presentación.
De Enrique Soro, la orquesta llevará a Alemania sus "Tres Aires Chilenos", obra emblemática de la creación en nuestro país. La versión de Del Pino fue energética, muy ajustada en los tempi y jugando bien con los contrastes. Consideramos que en ciertos momentos, y como producto del entusiasmo, se exageraron los fortes.
En consonancia con nuestro más fervoroso deseo de éxito en esta gira es que nos permitimos estas apreciaciones sobre "Scheherezade" de Nikolai Rimsky Korsakov. La versión nos pareció con falta de unidad, las diferentes secciones de cada movimiento parecían haber sido trabajadas en sí mismas y no como parte del todo, además resultó desbalanceada en cuanto a volumen entre bronces y cuerdas.
En cuanto al rendimiento de los solistas —debemos considerar que esta obra existen numerosos pasajes donde algunos instrumentos tienen partes de gran dificultad, permitiendo el lucimiento de sus intérpretes— fue dispar. Alabamos la solvencia de Héctor Viveros en violín aunque hacia el final perdió calidad de sonido, Celso López en violonchelo, el hermoso sonido y musicalidad de Hernán Jara en flauta al igual que Francisco Goüet en clarinete, descontando un pequeño pasaje poco claro en el tercer movimiento. Guillermo Milla en oboe cumplió una muy destacada actuación. No podemos decir lo mismo de Nelson Vinot en fagot, por la excesiva cantidad de notas y pasajes sucios, pensamos que aún es tiempo de mejorar el sonido del corno solista Jaime Ibáñez.
El rendimiento por familias es bastante bueno, destacando la musicalidad de los violines primeros y segundos, como el sonido seguro de violas, violonchelos y contrabajos, las maderas muy parejas y afiatadas, bronces con un hermoso, seguro y afinado sonido, las percusiones correctas, aunque abusando de los fortes.
David del Pino es un muy buen director, que ha conducido la orquesta en conciertos memorables. Creemos que sólo debe hacer uso de su mayor cualidad, nos referimos a su musicalidad y estudio, y no buscar efectismos que pueden rendir frutos con públicos poco educados, pero ninguno en el culto público alemán.
No pretendemos dictar cátedra, es sólo nuestro deseo de éxito para nuestra orquesta que ha tenido tantas jornadas de gloria, y que puede obtener un resonante suceso en esta gira, dejando muy bien puesto el nombre de nuestro país en Alemania, cuna que ha dado tantos grandes músicos a la humanidad.
