Juegos de seducción
Marcelo Contreras 25/10/2004
Noche de divas la del sábado en el Teatro Providencia. Primero Carolina Sotomayor, al mando de los reagrupados Elso Tumbay. Carismática y guapa, dejó un grato sabor junto a su banda, gracias a un repertorio de canciones redondas, amables y juguetonas, perfectas para la primavera. Luego vino la mexicana Ely Guerra, plato de fondo de la noche, para presentar su último álbum Sweet & sour, hot y spicy, proclama de cachondeo y lujuria contenida en su menudo cuerpo sinuoso y una melena crispada.
Un envoltorio que cumple lo que promete. En poco más de una hora, Guerra demostró que es una alumna atenta a las clases de masoquismo rockero y cadencioso que prodiga PJ Harvey. Sus tiempos, frases e intenciones caminan por el mismo sendero. Primero el susurro y luego el arañazo guitarrero galopando junto a su voz prodigiosa, guarecida por una banda experta en climas y sutilezas.
Aunque la pose de Ely Guerra todavía no sacude del todo esa áurea plástica que suele embargar a los artistas mexicanos adscritos al rock, hay vitalidad honesta y refrescante en su música. Un bocado recomendable de probar.