Cómo no te voy a querer
Se aproxima la segunda venida de nuestro señor Morrissey a Chile. A sus 45 años, este cantante inglés puede ser un dios para muchos, pero en realidad es algo más: un amigo imaginario.
David Ponce 29/10/2004
Morrissey es de esos hombres que aún conservan una costumbre en extinción: es un cantante que suele hablar. En sus conciertos, cuando termina una canción y antes de la siguiente, habla con sus seguidores, como ahora, en plena campaña presidencial en Estados Unidos: es el 15 de octubre recién pasado en un teatro de Chicago, y Morrissey decide hacerse cargo de la contingencia en un instante de su gira por ese país.
- Debo cumplir con mi deber de persuadirlos de no ayudar a reelegir a Bush - dice graciosamente, y si bien la audiencia responde dividida, el cantante habla con la autoridad que le da no ser un estadounidense pero sí un inglés. Y con la autoridad que da el ser ciudadano del mundo, al final. Hay cosas que le han pasado últimamente a Morrissey, uno de los autores actuales más influyentes del mundo del pop, que no serían así de no haber mediado el 11 se septiembre de 2001: su nuevo disco incluye una canción llamada "America is not the world" ("Estados Unidos no es el mundo"), el álbum interpela al auditor con el título
You are the quarry ("Tú eres la presa") y si en la tapa original él aparece manipulando una metralleta estilo mafia de los años ’30, esa carátula debió ser modificada en la edición de Estados Unidos de la era Bush. Ahí sólo se ve la cara de Morrissey. No la metralleta.
Otras cosas no cambian. El cantante mantiene su célebre dieta naturista, como lo probará cinco días más tarde, esta vez en Louisville, el 20 de octubre, en otra pausa de un concierto.
- La alimentación de esta gira es enteramente vegetariana. Sin carne de ningún tipo, ni animal ni humana. Con la posible excepción de Laura Bush - precisa Morrissey al público, en alusión a la señora del Presidente, antes de dar un gruñido y una mascada al aire. Y entre sus nuevas canciones, una se llama "Irish blood, English heart" ("Sangre irlandesa, corazón inglés"), porque después de todo Morrissey sigue siendo un británico impenitente.
- Me gustaría agradecer a todos los que han bajado mi disco (de internet) y no son tories - dice el artista, esta vez en Detroit, tres días antes, el 17 de octubre, en alusión al partido conservador en Inglaterra. Ahora Morrissey viene en camino a Chile, un lugar del mundo donde también hay elecciones pronto y donde su lengua afilada volverá a ser bienvenida.
En un momento del año, 2004 pareció un flash de vuelta a 1984. Morrissey, ahora como solista, y The Cure, aún como grupo, tenían discos nuevos casi al mismo tiempo. Rivales en los ’80, ambos datan de una década en la música pop que, en parte, les debe el carácter de sombrío que acarrea consigo. Esa sombra siempre fue más literal en The Cure: sus videos eran oscuros, sus mejores discos los más depresivos, sus pelos más desgreñados, sus ojeras más maquilladas y sus voces más lóbregas. The Smiths eran reales: tipos regulares, de pantalón de mezclilla, jopo y con una música mucho más rica y compleja.
Veinte años después, las cosas siguen ese curso. The Cure se ha vuelto una corporación duradera y lanza su disco al alero de un gran sello. The Smiths, al revés, perdieron y se separaron en 1986 tras grabar unos discos sublimes. Y Morrissey se ha visto apurado. Los ’90 lo vieron deambular por diversos sellos, chocando a menudo, y para 1997 el cantante del mejor grupo de rock de los ’80 y sus alrededores ni siquiera tenía contrato para grabar. Y encima partió a un exilio a Los Angeles, California, el epicentro del nuevo metal, el hip hop y el teen pop en boga. Era un paria.
Ya no lo es. Después de tenerlo listo por un año, el cantante editó
You are the quarry con un sello pequeño y ha vuelto a hacer un disco más complejo. Al mismo tiempo, Morrissey es un mentor para los más interesantes grupos del nuevo rock del mundo, como The Libertines o Hot Hot Heat. También es una fórmula para los peores productos pop, como el dúo t.A.T.u. y su versión del éxito de The Smiths "How soon is now?". Y la más reciente e inesperada devoción mutua del artista es Nancy Sinatra, junto a la que grabó un dueto para el disco de la cantante.
Es la conocida devoción de sus fans en el planeta la que no ha cambiado, desde los que lo siguen en su gira por EE.UU. hasta los que se juntan en su nombre en fiestas de la discoteca Blondie en el trasnoche santiaguino de Chile. Para mucha gente en el mundo, Morrissey es un dios. Pero es algo más. Eric Clapton también era un dios, o al menos era lo que decían los rayados en Londres a fines de los años ’60: "Clapton es dios", porque tocaba tan bien la guitarra. Pero lo dijo el propio Morrissey alguna vez: "Mis fans no me admiran. Me quieren. ¿Quién podría querer a Eric Clapton?".
Una diferencia final es aún más clara. The Cure anunció una visita a Chile para este año. Fue cancelada, para depresión de sus fans. Morrissey viene ahora, y va a tocar por segunda vez en Chile, para alegría de los suyos. The Cure es el amigo que falla: Morrissey, el que cumple. ¿Cómo no lo van a querer?
Morrissey puede ser un dios no admirable, sino amable, pero también es algo más. En
You are the quarry, como en la mayoría de sus discos que empezó a grabar en 1988, las virtudes de su música y sus letras siguen siendo las mismas de las de The Smiths: sensibilidad y actitud.
En canciones de este álbum el autor declara que el mundo está lleno de papanatas aburridos, clama que él ha perdonado a Jesús y se pregunta cómo alguien podría remotamente saber qué es lo que él siente, con un estilo del que sólo Raphael fue capaz en su éxito "¿Qué sabe nadie?" Y al mismo tiempo agita su afilada lengua política. Morrissey no es Michael Moore, claro. Éste es el hombre que en su primer disco ya soñó con Margaret (Thatcher) en la guillotina, en su canción "Margaret on the guillotine", y que hoy está contra Bush, pero que al mismo tiempo en una canción como "I have forgiven Jesus" vuelve sobre el tema de la imposibilidad de amar que ha atravesado su vida. Está el inconformismo, pero junto a la decepción. El desencanto, pero junto a la fe.
Morrissey tampoco va a ser mezquino con parte de lo que su público más quiere: las canciones de The Smiths. En el concierto que trae a Chile figuran siete canciones nuevas, seis de sus discos anteriores y cinco de los Smiths, entre ellas "Shoplifters of the world unite", "Last night I dreamed that somebody loved me" y dos del clásico LP
The queen is dead (1985): "Bigmouth strikes again" y "There is a light that never goes out", en la que el anfitrión suele hacer una cita a Frank Sinatra en esta gira. A los 45 años, el cantante de los viejos Smiths ya está en una madurez que hasta toma por asalto a sus fans.
"¿En qué momento Morrissey se empezó a ver como mi padre?", posteó uno de ellos tras un reciente show en EE.UU. Y esto dijo otra: "Morrissey se mueve como mi papá sobre el escenario a veces, y me recuerda a él en cierto modo. Y es tan inteligente e irónico... es intenso. Lo adoro. Realmente es como mi mentor, en todas las cosas, a esta edad". No es un fan, propiamente. Lo dijo Nancy Sinatra en una entrevista. Su papá era Frank Sinatra.
Festival SUE: Santiago Urbano Electrónico
Jueves 4: Morrissey, PJ Harvey, The Mars Volta con John Frusciante, Electric Six. Viernes 5: Blondie, Rinôçérôse, Gustavo Cerati, Death in Vegas y DJ Andy Smith (de Portishead). Estadio San Carlos de Apoquindo, Camino Las Flores 13.000, 19 hrs. $15.000, VIP $25.000, abono por los dos días $25.000 y $40.000, venta directa 228 0025. www.sue.cl