Una Tosca para recordar
Juan Antonio Muñoz H. 5/11/2004
El público adoró la Tosca de Marcela de Loa por méritos innegables de esta soprano chilena, inteligente como pocas en el uso de su instrumento y actriz que domina los pormenores de un papel difícil. Cada cantante hace su Tosca, y la de Marcela es una bastante personal, tanto por la calidad lírica del material como por la aproximación psicológica. Sin dudas, la suya no es una protagonista peligrosa ni una tempestad amatoria. Es en la fragilidad donde ella encuentra el centro de esta mujer que termina arruinándolo todo por amor. Mimosa y altiva, a esta Tosca el asesinato de Scarpia le resulta casi por casualidad. Eso no quiere decir que le falte temperamento; lo tiene de sobra, y bien dosificado. La inteligencia de su trabajo consiste en hacer coherente el carácter vocal de su personaje con el teatral: aunque parezca raro, esto es muy poco común en el mundo de la ópera. Marcela de Loa exprime la musicalidad de las líneas de Puccini y, sin desconocer el canto verista que se ha hecho habitual para el rol, usa el efecto (graves de pecho, agudos en sforzando) sin descuidar su órgano vocal. Su Floria no es la de una soprano dramática ni la de una lírico spinto (no puede serlo); pero es una Tosca expresiva y con la altura escénica de esas divas italianas tipo Tebaldi y Caniglia, ya extinguidas.
La acompañaron en esta aventura el tenor Rodrigo Orrego (Mario Cavaradossi), de juego dramático convencional y dueño de una voz hermosa que presenta dificultades en el registro medio, que se escucha debilitado. Sus agudos son siempre con apoyo y por lo mismo resultan fijos. El barítono Patricio Méndez es un señor de la escena, y con eso suple sus problemas actuales: merma de caudal y opacidad. Pero su Scarpia está vivo y es temible.
La dirección musical de José Luis Domínguez fue atenta a las voces y sus posibilidades. Su batuta supo traspasar la pasión y el nervio, a la vez que destacar sutilezas tímbricas que no siempre son perceptibles. Esto, a pesar de algún desfase en un momento tan clave como "Vissi d’arte".