Diseño de imagen y sonido
Marcelo Contreras 11/11/2004
Una caldera esperaba a las máquinas de Kraftwerk. El Víctor Jara repleto y ansioso por el cuarteto de Düsseldorf, por estos hombres-máquina que declararon una nueva era en la música hace más de treinta años. El telón blanco que cubre el escenario se enciende: las sombras de Florian Schneider, Ralf Hütter, Fritz Hilper y Henning Schmitz se dibujan perfectas. Cae la gigantesca cortina y los sonidos de "Man machine" (1978) copan instántaneos todo el lugar, mientras las siluetas de los alemanes se revelan ahora uniformadas en trajes y corbatas negras y camisas rojas. Tras sus espaldas las palabras "hombre" "máquina", proyectadas gigantescas en alemán, declaran los principios de la noche. Que el ensamble será completo. Que la calidad del sonido no sólo iluminará una sala difícil como el Víctor Jara, sino que superará lejos el promedio de los números extranjeros que arriban a Chile. Que es sorprendente observar la matriz de la electrónica cara a cara, y que además no dudó en ejercer su dominio por todo el recinto. Porque el personal de Kraftwerk fue particularmente celoso en registrar el estadio para desbaratar surtidas cámaras de video. En graderías un tipo de rasgos inequívocamente germánicos miró con dureza a un espectador que inmutable filmaba el concierto. Las encogidas de hombro no sirvieron. La cinta debió entregarla, y quedar con "Tour de France Étape 1" a medio filmar.
Hasta ese momento la experiencia visual era notable. El gesto de resistirse a las animaciones digitales imperantes a cambio de un repaso a la estética de los setenta, fue elegante. Una fantasía cibernética en imagen, sonido y diseño perfecto. El recuerdo de un encuentro único entre hombres y máquinas.
Kraftwerk. Estadio Víctor Jara. Miércoles 10, 21:15 horas. 4.000 personas.