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Encantadora 29/11/2004

30 de Noviembre de 2004 | 17:30 |
Encantadora

Sala Murano, domingo 28 de noviembre


Marisol García C. 29/11/2004


El paso del tiempo se relativiza cuando quien habla es Nicole. Han pasado ya cuatro canciones de su concierto de madrugada en una lejana discoteque de El Arrayán, y la chica comienza a lanzarle al público cifras absurdas. "Hace casi tres años que no tocaba en Chile", primero; "esta canción la grabé hace diez años, ¿se acuerdan?", luego. Y, entonces, lo insólito: "Hace catorce años que estoy cantando. Un poco vieja, ¿no".

Pues no. La chica que esta noche se ajusta un polerón asimétrico sobre un cuerpo delgado y ágil es muchas cosas, menos vieja. ¿Qué curso de educación básica ocupaba a la santiaguina durante su debut como para que saque ese tipo de cuentas? Es probable que la empalagosa "Tal vez me estoy enamorando" sea de cuando Nicole tenía... ¿doce años? Ahí nos calzan sus cálculos, aunque no hay para qué recurrir a tanta suma y resta. Basta con mirarla sobre el escenario para distinguir que la cantante contiene dentro suyo la juventud evidente de una chica de actitud fresca y figura floreciente —pues, además, está guapísima—, pero junto a ello la solidez interpretativa de una mujer experimentada. Es una combinación atípica (mucho más en Chile), y que subraya el absurdo de que sean otras, y no ella, quienes hoy saturen los espacios para voces femeninas chilenas.

Sonriente y coqueta, Nicole ha optado esta noche por dejar pasar las muchas reivindicaciones que podría exigir en ese sentido de un país de tradicionales vaivenes de lealtad, como el nuestro. Llegó hace unos días de Miami, donde reside hace años, y se reencuentra con un grupo más bien pequeño de fans y curiosos, aunque su show merecería la gran capacidad de un teatro y un horario más amable que las dos de la mañana. No tiene mucho nuevo que mostrar (lo único inédito es "Sur"), pero su larga ausencia justifica que vuelva a revisar pasados éxitos como "Esperando nada", "Despiértame" y "Dame luz", sobre todo cuando esta última ha sufrido una mutación inteligente hacia arreglos un poco más crudos. Sabemos que los tres discos de la chilena han variado entre el pop de bases electrónicas y ligeros toques de R&B. En ese trayecto ha habido aciertos, pero también más tibiezas de las recomendables, y la impecable interpretación de la que la chilena es capaz esta noche merecería un baúl más rico del cual extraer accesorios. El modo expresivo, seductor y en extremo profesional en que Nicole hoy muestra sus talentos, debe ir acompañado de canciones a la altura, y para eso no hay otra receta que los buenos equipos de asesores. Es lo que le funcionó a Kylie, a Cathy Dennis, a Nelly Furtado... por nombrar a algunas de las cantantes que recordamos al verla. Y si bien los cinco instrumentistas (más una corista) de esta noche son los adecuados, nada pueden hacer cuando la propia Nicole parece estar por encima de sus canciones, su historia y su suerte. Incluso sobre la lógica pop de Chile, la verdad, y no debe leerse en eso pedantería alguna. Pero ya habrá tiempo para análisis, pues lo sabio esta noche es disfrutar la música. Y, si se mira alrededor, todos en esta sala tienen una sonrisa en la boca.
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