La venganza de las tías
Partieron hace 25 años tocando desde música antigua a contemporánea. Escuchan a Stockhausen o a John Cage. Actúan en matrimonios religiosos y misas fúnebres, tienen clásicos de la música popular chilena y han escrito canciones que son pop de cámara del más fino para todo público. ¿Quién dijo que Mazapán era infantil?
David Ponce 10/12/2004
La profesora Lulú Corcuera hace clases de música a niños de enseñanza básica en colegios de Santiago y tiene horario completo de ocho a cuatro de la tarde, como muchos otros colegas. Pero hay algo que la distingue del Magisterio entero: una vez hizo una canción universal de la música popular chilena. Lulú Corcuera es la mujer que escribió "Una cuncuna", melodía acerca de una cuncuna amarilla que debajo de un hongo vivía y que sólo quería volar. El éxito más universal de Mazapán.
Lulú Corcuera es además una de las seis fundadoras de Mazapán que integran el grupo, y hoy no recuerda en qué estaba pensando cuando escribió esa canción. Era 1981, "Una cuncuna" quedó grabada en el tercer disco del conjunto (
A la ronda) y luego ha sido aprendida por generaciones y se ha prestado para diversas interpretaciones, evolución y reencarnación incluidas. "Yo creo que no pensé en nada de eso cuando la hice. Estaba en el inconsciente. Siempre me ha fascinado el cuento de la metamorfosis de la mariposa", explica la autora. "Tenía la melodía por ahí, y me cuesta la parte de las letras. Parto seco. Pero salió".
Si la misma cuncuna de Mazapán puede hacer bailar a una niña de dieciocho años junto a su hermana de diez y a la hermanita chica de cuatro, y si una canción temprana como ésa habla al mismo tiempo de evolución o reencarnación, la de este grupo es música sin edad. En Mazapán caben por igual una cita a Bach en la canción "Fuga de la cartera" (1987), un "Rock del aburrimiento" (1985), un disco folclórico como
De norte a sur (1988) o la sensibilidad pop de "Una penita" (2000): miniatura de piano y cello más conmovedora que un CD entero de Coldplay.
Hoy la edad de Mazapán fluctúa entre los 54 años de Lulú Corcuera y los 50 de Michelle Salazar. Y salvo Cecilia Echenique, que tocó allí hasta 1990, la formación ha sido la misma desde 1979, cuando Carmen Lavanchy, la directora musical, reunió a un grupo de estudiantes del Instituto de Música de la Universidad Católica para fundar el conjunto. Y no es que ella fuera la profesora.
- Es porque era matea - dice Lulú: Lavanchy era ayudante.
- En algún momento nos hizo clases a todas - agrega Cecilia Álamos- . Nos hacía tocar Haendel, por decirte, que de por sí es fome, y te hacía analizar la partitura entera. Un soponcio.
- Por eso no aprendimos nunca nada - sonríe Lulú.
Para entonces ninguna de ellas venía del
caballito blanco ni del
carolín cacao. Más bien tocaban desde música medieval a contemporánea. Un año antes de la llegada de Verónica Prieto, Victoria Carvallo y Lulú Corcuera al grupo, en 1978 Carmen, Michelle y las dos Cecilias daban conciertos con flauta, viola y percusión en un cuarteto llamado Fontegara: fue el origen del grupo.
- Y los primeros recitales del Mazapán eran dos o tres canciones infantiles y todo lo demás era música bien seria - explican.
- ¿Y el público eran niños?
- Sí. Y se aburrían como ostras.
- Nos sentábamos detrás de unos atriles gigantescos - recuerda Michelle- . O sea, todas serias, serias, tocando. ¡Una lata!
- Yo no sé cómo nos iban a ver - se pregunta Lulú- . Teníamos partituras hasta para tocar el triángulo.
El público tampoco era el más exigente, en rigor. Mazapán empezó invitando a familias y parientes, tías y sobrinos, cuando Cecilia Álamos (en adelante Cecilia) empapelaba a fotocopias su ochentero Citroën Ami 8 para promocionar los recitales. A partir de entonces, el grupo llevó su programa "Masamigos" por los canales 11 y 7 entre 1983 y 1985, ha grabado quince discos con 187 canciones entre
Cuento y canciones infantiles (1980) y el recién lanzado
Los juguetes del niño Jesús (2004), y hasta hoy se juntan dos veces por semana, martes y viernes, a ensayar. Ésta es una familia estable. Y con diversas teorías al respecto.
Una: son sólo mujeres. "Puede ser. Si hubiera un hombre a lo mejor nos cortaría la pataleta más rápido", considera Carmen.
Otra es que lo pasan bien. "Hay veces en que no hacemos nada, es tan entretenido que pasamos conversando de los hijos, de nosotras, y cuando hay que trabajar, trabajamos", dice Michelle. "Yo creo que Mazapán va a durar hasta que dejemos de disfrutar".
Y otra: no hay jerarquía, sino roles. Cecilia: "Nunca ha habido. En la época de la televisión era lo que la gente más comentaba: no había una diva, no hay ninguna mandona mandona".
- Somos todas bien distintas - dice Lulú- . Unas más mal genio, unas más calladas, unas más trabajadoras, unas más flojas, pero ya nos queremos, nos perdonamos y nos decimos todo.
Otra canción de Mazapán, "Magdalena pierde un diente" (del disco
¡¡Vengo a convidarte!!, 1983), ilustra esas diferencias.
- Se trata también de cuando perdemos cierta inocencia, y hay toda una cosa personal en lo religioso - explica Carmen- . Si uno quiere conocer a Dios y todo eso tiene que tener una actitud de hijo respecto de tu creador. Tampoco es la idea de que oh, Magdalena perdió un diente, es un drama y gloria a Dios. No todas las Mazapanes son católicas, apostólicas y romanas. Somos variopintas en todo, en la posición política incluso, cuando estábamos en la época de Pinochet y era bastante álgido el cuento. Pero hay cosas que van más allá.
El dinero tampoco es un problema. Michelle Salazar es la más prolífica compositora de Mazapán, pero el grupo reparte equitativamente sus ingresos por derechos de autor. Y muchas integrantes tienen actividades paralelas. Lulú, Victoria y Carmen trabajan como profesoras. Lavanchy dirige lo que ella llama "su coro de viejas", y el conjunto completo actúa en diversos acontecimientos, partiendo por los matrimonios de todos sus hijos.
- Tocamos para misas fúnebres o matrimonios - precisa Michelle, cuyo grupo maneja para esos efectos un repertorio de danzas renacentistas y música instrumental barroca.
- ¿Y qué se toca en una misa fúnebre?
- Lo mismo, pues. Lo mismo pero más triste - dice Cecilia, y Mazapán se une en una unánime carcajada de humor negro.
Sólo dos cambios ha habido en esta carrera. En 1985, cuando "Masamigos" pasó a TVN, Carmen Lavanchy hizo lo que Brian Wilson, el cerebro de los Beach Boys: asumió de la dirección del grupo desde las sombras y no subió más al escenario. Hasta ahora sigue en el estudio y la sala de ensayo, como una eminencia gris.
- Absolutamente - dice Michelle- . Es la que tiene más materia gris.
Y en 1990 Cecilia Echenique, que canta todas las canciones del primer disco, se alejó definitivamente del grupo.
- Cuando partimos en televisión ella ya no estaba, porque estuvo becada en Estados Unidos con el marido dos o tres años - recuerda Cecilia Álamos- . O sea, tampoco participó constantemente durante los primeros diez años. Ella venía, grababa, después se volvía a ir. Y después decidió hacer su canturreo, no más.
- ¿Fue un conflicto para Mazapán que saliera una integrante?
- Mi sensación cuando la Eche dijo que se iba fue que yo pensé ‘Chuta’ - recuerda Cecilia.
- Sensible - concuerda Michelle- . Fue muy de a poco, hasta que al final no le daba el tiempo para hacer dos carreras.
- Pero justo coincidió con que todas empezamos a hacer de todo, a cantar y a tocar. Y cuando se fue nos planteamos si la reemplazábamos o no - recuerda Lulú- . Y no: éramos suficientes.
- ¿Han seguido la carrera de Cecilia Echenique?
- Al principio creo que sí - dice Verónica- . Sí, somos súper amigas, yo he ido a sus lanzamientos y todo - corrobora Cecilia- . Porque me han invitado. No sé si por iniciativa propia iría.
En los años 80, un programa como "Masamigos", con seis mujeres cantando y tocando en TV, resultaba bien inolvidable para la platea de niños de la época. Pero si se trata de saber si en Mazapán sintieron que algunos de esos niños se enamoraban de ellas, la respuesta inicial es unánime: no creen haberlo notado.
- Yo creo que somos medio gansas - estima Michelle.
- Yo no tengo recuerdo, fíjate - dice Cecilia, aunque luego lo reconsidera- . Pero mira, nos pasa en recitales que llegan estos lolos a decir "Yo estaba enamorado de ustedes". Pero ahora. Yo creo que en cierta manera ellos son niños que estuvieron enamorados de nosotros desde chicos.
- ¿Y eso es inquietante o divertido?
- Divertido - dice Michelle- . Inquietante pa’ ná. Porque ya pasó. Además siempre te lo dicen en buena onda. Nunca te han dicho así como...
- ¿Mijita rica? - completa Lulú- . No, claro.
Discos de autores tan contemporáneos como Stockhausen o John Cage figuran en la discoteca de la profesora Lavanchy, y tanto ella como Verónica Prieto tienen obras propias que rayan en un sugerente atonalismo, tal como varias canciones recientes de Mazapán. A años luz de la cuncuna amarilla y la vaquita loca.
- Son canciones menos infantiles, si tú quieres, que "Yellow submarine" - compara Carmen. Pero a la profesora Corcuera le pasa otra cosa.
- Las niñitas en primero básico me dicen "Mi hermanita chica tiene todos tus discos" - sonríe- . Viene un momento en que a ellas les da vergüenza porque se creen grandes y Mazapán es "para niños". Y para mi gusto esa sensación de creerse grandes cada día aparece antes. Y los padres también quieren adelantar a sus hijos, y entonces a la niñita de primero le compran la Shakira, la Christell, y Mazapán ya no: eso es para guagüitas.
Hay una palabra nueva para esto: tweenies. Ese segmento de prepúberes que ya manipulan el poder adquisitivo de los padres.
- Ah, sí, los tweenies - dice Michelle- . De ocho a doce, una cosa así.
- ¿Tú tienes hijos tweenies? - le pregunta Cecilia.
- Sí, pero yo me encargo de que sean lo menos tweenie que hay - sonríe- . Ni se les ocurra, digamos.
- Siento que siempre, pero hoy incluso más que hace 24 años, estamos matando la niñez - resume Carmen- . Y adelantando la adolescencia. Ya no hay mucho espacio para ser niños.
- Y eso no conviene a Mazapán, porque cada vez hay menos gente que compra sus discos, ¿no?
- Igual fíjate que los compran los grandes, eso es lo divertido - dice Cecilia- . De dieciocho para arriba son fanáticos.
- Ahora los lolos compran - observa Lulú- . Se les pasa la tontera y compran.
La imagen que Michelle Salazar primero asocia a su grupo tiene que ver con esa diferencia entre niños y grandes, de hecho. "Fue para un recital que dimos en el (centro cultural) Montecarmelo, una cuestión súper elaborada, maravillosa. Entonces había una mamá, pobrecita, con su niño chico, y ella decía: "¡qué rabia haber traído mi hijo, qué rrrrabia!".
- Ésa es la mejor descripción - concluye entre risas- . Los papás quisieran ir solos. O lo único que quieren es que los niños se queden callados para poder escuchar.
- Créeme que para el último lanzamiento casi íbamos a poner el letrero "No traiga a los niños". Pero tú comprendes que no nos atrevimos - sonríe a su vez Lulú Corcuera, la mujer que hace 23 años escribió una canción que habla de una cuncuna amarilla, pero que en realidad se trata de evolución y reencarnación. Mazapán no es lo que parece.
Mi canción de Mazapán favorita
"Soy un sauce llorón" (del disco Saltemos, bailemos, 1985). "Es una canción emotiva, pero no destinada a dar pena, sino muy melancólica. Y es compleja, no son dos notas, tiene una estructura medio Radiohead. Las canciones B de Mazapán son mejores porque son menos repetitivas, que es algo de lo que nos dimos cuenta en "31 Minutos": los niños prefieren las cosas repetitivas. Se nota que ellas hacen música por gusto, y es un método parecido al nuestro. Por ejemplo, la canción de "31 minutos" es parecida a "Masamigos"". Álvaro Díaz (32 años), "31 Minutos".
"Zoológico del Brasil" (de La nave espacial, 1987). "Era media bossa. Mazapán tenía su lado naif, pero fue muy nuevo ver a mujeres tocando instrumentos. La imagen en los ’80 de las mujeres era ser cantante, tipo Yuri o Paloma San Basilio, pero ellas tocaban". Denisse Malebrán (28 años), cantante de Saiko, que lanza el disco "Las horas" el sábado 18 a las 21 hrs. en Cine Arte Alameda, Alameda 139.
"El payaso pelucón" (de La nave espacial, 1987). "Obvio que me gustaba Mazapán. En la parte de B de la canción hacen la misma melodía del comienzo, pero cambian la armonía: eso es bonito. Las veía en la tele y creo que ahora esa influencia está en las melodías y las armonías, y en que me guste tanto el timbre de la flauta dulce". Javiera Mena (21 años), cantante y autora, actúa con su dúo pop Tele Visa el miércoles 15 a las 23 hrs. en El Living, Alameda 139.
"Ronda de los amigos" (de A la ronda, 1981). "Yo inventaba otra letra y ponía a mis propios amigos. Me impactaba que en Mazapán tocaran tan bien. Contrastaba con la violencia de los monos animados y no era pelotudo, como "Los cariñositos". Martenot es súper Mazapán". Alejandra Vaca (26 años), cantante del grupo pop Les Ondes Martenot, que tocan el domingo 12 a las 19 horas en Miguel Claro 509. |