Nunca se despeina
Marcelo Contreras 8/12/2004
La esperanza, el dolor, la vida, la conciencia. No es un filósofo al habla. Fueron algunas de las palabras escogidas anoche por Diego Torres para presentar sus éxitos ante la carpa repleta del San Carlos.
Canchero, abrió el concierto sentado solitario al teclado para interpretar "Dónde van". Luego desembarcó su banda, prácticamente una orquesta con 14 músicos, incluyendo un cuarteto de cuerdas con su propio director.
A estas alturas, toda la paleta de timbres y sonoridades latinas cabe en el repertorio del artista argentino. Una especie de híbrido que deambula desde el funk y el soul, hasta colorearse con ritmos como el reggae. La voz de Torres se desliza prístina y algo aterciopelada, siempre comprometida con la entonación correcta y el fraseo educado. Es agradable, como también cierto que para ser latino el desmadre es un condimento ausente de su receta.