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| Lanata y Chile |
En una entrevista afirmas que no te convence el acercamiento de Chile a los países del primer mundo. Afirmas que Chile se ha olvidado de la pobreza y debe integrarse a la región ¿No se han olvidado también los argentinos de la pobreza? Muchos siguen yendo de vacaciones a Punta del Este y comiendo en restaurantes caros mientras la gente duerme en la calle y se desmaya de hambre.
Sí claro. De hecho los diez años que duró el gobierno de Menem, fue ver cómo se caían dos tercios de la población por el abismo económico y no hacer nada por evitarlo. Y de hecho una gran parte de la problemática social en Argentina tiene que ver con eso. Los piqueteros por ejemplo son eso, son los excluidos del sistema frente a los cuales nosotros, la sociedad civil no les dimos respuesta.
En el caso de Chile me parece que sinceramente a nadie le preocupa la exclusión. No es algo que esté en la agenda política. Hacen como si no hubiera pobres y eso no es así, tú vives ahí.
Y después me parece mucho más real en nuestra región integrarnos con los países vecinos que con Estados Unidos. Me parece que es mejor, pero cada uno hace lo que le parece.
¿No crees que el acercamiento de Chile a potencias del Asia Pacífico, por ejemplo, podría servir como plataforma para que otros países de la región, entre ellos Argentina, accedan a esas economías?
Pero es que ahí también hay un tema de barreras geográficas. La salida de Chile al Pacífico y el hecho de que exista la cordillera, forma un bloque propio que limita bastante la posibilidad de que otros vecinos se integren a lo mismo. |
SANTIAGO.- Cuando era niño, Jorge Lanata (1960) vivía en Zarandí (“la parte pobre de Avellaneda, que es un barrio pobre”). Y cuando le preguntaban ¿Qué quieres ser cuando grande?, Lanata tenía muy clara la respuesta: “lo que para mí era el ideal de vida, era ser periodista de una revista que se llamaba “Siete Días” y alquilar un departamento en el centro”.
A los 18 años Lanata ya había cumplido su sueño. “Todo lo que me pasó después fue gratis”, agrega al teléfono desde su casa en Buenos Aires.
Y a lo que se refiere con “todo eso que pasó después”, no es más que una larga y consistente carrera profesional que lo ha convertido en uno de los más emblemáticos periodistas de la nación trasandina.
Porque Lanata no sólo trabajaba como periodista a los 18 años (con lo que le alcanzaba para arrendar su departamentito en el centro), sino que además fundó un periódico a los 26 (Página/12), ha tenido programas de radio, ha dirigido revistas, ha escrito libros que se venden como pan caliente y ha hecho programas de televisión en un espiral que parece no detenerse.
De hecho, el motivo por el que estamos hablando de él, es porque este jueves se estrena “Deuda” en las principales salas de nuestro país.
“Deuda” es un documental para el cine que aborda precisamente ese verdadero laberinto incomprensible en que se ha convertido la deuda externa argentina que, hoy por hoy, supera los 186 mil millones de dólares y que lejos de reducirse, no hace más que aumentar a una velocidad
exponencial.
“Deuda” es también la primera película que escribe y dirige Lanata, a pesar de que a él nunca se le habría ocurrido tocar directamente el tema: “En realidad fue un pedido. Me vino a ver la gente de Patagonik, que es una productora muy grande acá y ellos me propusieron hacer un documental sobre la deuda. Ellos habían visto un ciclo de programas que yo había hecho para la televisión que se llamaba “¿Por qué?”, que era en formato documental y en los que yo andaba con una camarita grabando y qué sé yo. Fue a partir de eso que ellos pensaron que me podían enganchar con la idea. Yo incluso he pensado que si hubiera sido una idea mía tratar el tema de la deuda, yo no lo habría hecho, porque es un tema muy difícil y a veces de interpretación demasiado obvia. Pero como me lo propusieron, lo tomé como un desafío, para ver qué se me ocurría. Y acá estamos”.
El documental tiene como eje a Barbarita Flores. Una niña tucumana de ocho años que estremeció a toda Argentina cuando aseguró frente a las cámaras de “Detrás de las noticias” (otro programa de Lanata, obvio) que prácticamente no había comido la noche anterior y que era común (más bien una rutina) que se fuera a la escuela cada mañana con el estómago vacío. Ahí mismo, frente a la cámara, esa niñita en evidente estado de desnutrición, se larga a llorar sin consuelo. Llora de hambre, o de rabia, o de impotencia o de todo eso junto y se convierte de inmediato en una especie de niña símbolo del drama Tucumano, donde miles de familias viven sumidas en la miseria sin saber qué hacer para salir de ese oscuro y pestilente agujero.
Así empieza la película, con Lanata revisando por enésima vez las imágenes de Barbarita. Inmediatamente después, empieza a escribirle una carta y luego hace las maletas y sale en busca de respuestas.
Tucumán, Buenos Aires, Punta del Este, Davos (Suiza), son algunos de los
 Los niños desnutridos de Tucumán son un drama que está lejos de desaparecer. |
| Lanata y los libros |
Además de su labor en periódicos, radio y televisión, Jorge Lanata tiene también un abultado currículum literario. Sin contar su libro “Argentinos”, en el que hace un irónica y a ratos cruel radiografía de sus compatriotas y con el que ha vendido más de 380 mil ejemplares, Lanata siempre se ha interesado en la literatura.
Y curiosamente, cuando es la no ficción el género que está en boga, Lanata ya ha anunciado sus deseos de dejarlo todo para ponerse a escribir novelas.
¿Qué pasó? ¿Te aburriste o te aterraste de la realidad?
“No. Lo que pasa es que yo escribo desde siempre. Mucho antes de “Argentinos”. Primero escribí un libro de crónicas cuando estuve en Gaza y Cisjordania cuando empezó la Intifada, que se llamó “La guerra de las piedras” (1987), después escribí “Polaroids” (1991) que es un libro de cuentos, luego una novela, “Historia de Teller” (1992), después “Cortinas de humo” que fue un libro de investigación, después “Vuelta de página” que fue un libro de notas y después “Argentinos””.
“Yo empecé escribiendo ficción y es algo que me ha interesado siempre, lo que pasa es que estando en los medios no puedes escribir ficción porque los medios te distorsionan demasiado el punto de vista. En algún momento te das cuenta de que le estás dando importancia a cosas que en el fondo son grandes pelotudeces. Y me parece que para poder escribir ficción en paz, hay que salirse un poco de los medios que es algo que con el tiempo quisiera ir haciendo. No ahora ya, pero en dos o tres años.
Eso es poco tiempo…
Sí, pero es que ya tengo 44 años y no puedo seguir boludeando mucho.
¿Podrías nombrar a algún autor que te interese particularmente?
Bueno, soy argentino, obviamente me gusta Borges. Cortázar, Hemingway, Carver, Scott Fitzgerald, Rodolfo Walsh. Ustedes tenían en Chile un poeta muy bueno, Eduardo Anguita, un tipo raro, todo un personaje. Tengo una formación muy irregular, pero durante muchos años yo leí mucha poesía. Alejandra Pizarnik también me gusta mucho. |
territorios que visita el corpulento periodista en su periplo en el que incluso se convierte en un dibujo animado intentando explicar el funcionamiento de las células y las neuronas.
Pero, como suele ocurrir en este tipo de casos, lo que encuentra durante el trayecto son más preguntas que respuestas, y entre medio, un espantoso paisaje de miseria, desigualdad, indiferencia y burocracia.
Con su característico tono agudo, irónico y reflexivo, Lanata se pasea con su enorme humanidad por cada uno de los eslabones de esta cadena de la pobreza. Con entrevistas a paupérrimos familiones tucumanos que comen gatos para sobrevivir (o que sencillamente no comen), hasta una breve conversación con la presidenta del Fondo Monetario Internacional, pasando por veraneantes en Punta del Este, por ejecutivos en Buenos Aires, por esquiadores en Suiza, por jueces, banqueros y ciudadanos comunes y corrientes, Lanata parece demostrar que hay demasiadas aristas en este drama. Tantas, que es imposible apuntar con el dedo a los culpables.
Barbarita se convirtió en una especie de niña símbolo del drama tucumano ¿En qué está ella ahora? ¿Le hiciste algún seguimiento? ¿Volviste a Tucumán después de hacer la película? ¿Ha cambiado en algo la situación?
Desde que empezó el tema desde que se hizo público por la televisión, yo estaba haciendo un ciclo que se llamaba “Detrás de las noticias”, ella tenia 8 años hace ya casi tres ahora tiene 10 y medio y he seguido vinculado a la familia de ella, hemos tratado de ayudarlas y demás, hemos mantenido una relación bastante frecuente.
En realidad lo que la película plantea es que la cosa está igual o peor. El tema del hambre duró lo que duraron las primeras planas, pero después siguió cada vez peor. Los medios dejaron de interesarse, por supuesto. Pero no por eso el tema desapareció.
En la película se muestra una paradoja: En Tucumán la gente vive en la peor de las miserias, pero parecen no creer en la miseria. Es increíble ver cómo la gente duda de sus propios vecinos que lloran frente a las cámaras afirmando que no comen, o que comen gatos para sobrevivir ¿Cómo te explicas eso?
Nosotros introdujimos el personaje de Bárbara desde el conflicto porque mostramos cómo se envidian unos con otros. Esta discusión de que “mi hija tiene 2 de desnutrición la tuya tiene 3”, es patética, porque en el fondo están muertos los dos.
Yo creo que ahí hay una diferencia de la película con otros documentales y es también una diferencia generacional. Yo creo que lo mejor que tiene la película es que no parece un documental, porque el estereotipo que tenemos del documental es el setentero en el que los pobres eran los buenos porque eran pobres y los malos eran malos porque eran ricos. Y yo creo que el documental trata de aportar otro tipo de visión y se arriesga a mostrar conflictos donde uno no los esperaba. Es una apuesta introducir al personaje de Bárbara desde el conflicto y no desde la bondad total. Pero está bien porque eso es lo que vimos.
Según las encuestas eres uno de los argentinos que goza de mayor credibilidad en tu país ¿Fue por eso que decidiste ser tan protagonista del documental? ¿No bastaba con tu nombre en los créditos?
Eso es algo que discutimos bastante. Un poco fue un pedido de ellos y un poco también yo acepté pero pensándolo desde lo siguiente: A mí sinceramente no me interesa que la gente me conozca porque ya me conoce hace años. No es que yo quisiera aparecer en la película. Lo que pasa es que cuando se discutió el tema y a medida que fuimos trabajando en el guión, decidimos que la película estuviera en primera persona. Yo estoy contando ahí algo que me pasó y por eso yo no podía poner a un actor a hacer eso. Entonces decidimos hacerlo así. Yo creo que lo fuerte de la película se hizo más fuerte porque está contada en primera persona. Hubo a algunos que les resultó curioso y otros que lo entendieron y nada, que estuvo todo bien.
Algunas de las críticas que he leído del filme apuntan precisamente a que hay un exceso de protagonismo de tu parte.
Yo respeto las críticas de todo el mundo y no me voy a poner a criticar las críticas porque sería una crítica al cuadrado.
La tesis de la película afirma que la deuda argentina es ilegal, que el dinero fue mal invertido (o que sencillamente se lo robaron), que se arrastra desde hace décadas y que lejos de pagarse, no ha hecho más que aumentar. ¿En tu opinión cuál es el camino que debe tomar Argentina para salir de esto? O antes que eso ¿Hay alguna salida?
En principio la película no tiene una intención de respuesta política. Es un hecho estético. A mí no me interesa dar una solución política. No es mi trabajo. No es lo que yo quiero hacer. Más allá de la deuda yo definiría a la película como una especie de borrador sobre el egoísmo. Habla más de eso que de otras cosas. De todas las críticas que he leído hay una que me gustó mucho y cuyo título era “Hermosamente triste”. Yo diría que la película es un poco eso.
Con respecto a lo que yo pienso sobre la deuda, para mí el dato de que hasta el año 92 no hubo en Argentina asientos contables confiables de la deuda, todavía hoy lo vuelvo a decir y me asombra. Es decir me parece increíble que hayamos tenido que pedirle a los acreedores la cuenta total porque nosotros no la teníamos. A mí eso me parece un indicador de que yo no sé si es o no legal estas cifras que dicen que debemos. Es como si estuviéramos comiendo en un restaurant y a mí me llega la cuenta pero no incluye el detalle de lo que comí. Yo lo que digo es: primero veamos de qué está compuesta. Yo creo que hay que pagar la deuda, pero veamos en qué términos y cuánto, porque yo realmente no sé si esta cifra es real o no.
¿Tú tienes deudas?
He tenido deudas económicas porque hace unos años tuve una revista (“Veintitres”) que tuvimos que vender a los acreedores y tuve que optar entre quebrar yo o que quebrara la revista y yo no quería que quebrara la revista entonces me presenté yo a la quiebra y perdí todo, el departamento, el auto, todo. Ahora estoy rehabilitado y de vuelta, empezando de nuevo.
En otro aspecto no me siento en deuda con nadie. Quizás frente a situaciones de pobreza terrible uno se siente culpable porque podría haber hecho más de lo que hizo, que a veces fue nada. Pero no vivo sintiéndome culpable por esas cosas. Siento que hago lo que puedo para que las cosas cambien un poco.
Una de las canciones hacia el final del documental dice: Todos tenemos un poco de miedo ¿Tú, a qué le tienes miedo?
A varias cosas: A fracasar. Parezco un tipo seguro pero no lo soy tanto. Pero también entiendo que la única manera de hacer cosas es fracasar y tener éxito. Como cualquier pelea creo que mi pelea es una pelea más conmigo que con los demás. Porque quiero ser mejor de lo que soy. A veces sale y a veces no. También le tengo miedo a no tener más ideas, a no saber cómo seguir.
Después de esta experiencia ¿Te interesaría hacer otra película? ¿Ficción o documental?
Estoy trabajando en un documental nuevo. En realidad dos. Uno que tiene que ver con historias de hispanos en Estados Unidos y después en otro sobre las cirugías estéticas, que en el fondo es un tema muy argentino, que es el deseo de ser otro.