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"Canto para una semilla": Chile universal 28/12/2004

28 de Diciembre de 2004 | 16:44 |
"Canto para una semilla": Chile universal

Teatro Oriente, Lunes 27 de diciembre.

Marisol García C. 28/12/2004

Las doce personas sobre el escenario y los cientos sentados al frente estaban conscientes de la excepcionalidad que protagonizaban, y que ha hecho del reestreno de Canto para una semilla (hasta el miércoles en el Teatro Oriente) una ocasión de reflexiones profundas para los interesados en el devenir del arte popular chileno. Infinidad de cosas han cambiado en el país desde 1972, el año en que se estrenó esta obra compuesta por Luis Advis sobre textos de Violeta Parra y que por poco marca también la despedida de su interpretación en vivo, pues no volvió a montarse en el país hasta ahora. 32 años más tarde, los intérpretes de esta narración musicalizada siguen siendo casi los mismos (Isabel Parra y una facción de Inti Illimani; la más significativa, en todo caso), pero Luis Advis nos dejó en septiembre pasado; la narradora a cargo, Ximena Rivas, es una actriz muy distinta a Carmen Bunster, y Violeta Parra es una presencia de alcance difuso: crece su legado con los años, pero ¿está el Chile actual al fin receptivo para su alegato incisivo, su revisión radical, su saludo sin complacencias?

Las décimas autobiográficas que Violeta dejó escritas, y en algunas de las cuales Luis Advis estructuró esta gran obra, provienen de un espíritu ante el cual el chileno medio debe hoy poco menos que precalentarse si no quiere quedar (metafóricamente) noqueado en el suelo. Recorre en ellas Violeta su vida sencilla, abierta a los claroscuros que la han sostenido: se inicia en el recuerdo de su abuelo y de sus padres, y se detiene con ternura en los detalles más vivos de su infancia campestre. El descubrimiento de la música se presenta como el de quien se convierte a un credo ("mejor ni hablar de la escuela / la odié con todas mis ganas [...] / Y empiezo a amar la guitarra / y donde siento una farra, / allí aprendo una canción"), y acompaña la narración completa como el arma a un guerrillero: Violeta siente que es en la canción popular que sostendrá su alegato constante por la reivindicación de los más pobres y excluidos, y con ella transita segura, incluso por los trances más dolorosos de su vida; casi siempre vinculados al desengaño y su sentir de soledad ante un entorno que no comprende.

Advis se tomó la libertad de seleccionar algunas décimas y agregar casi al final ciertos versos de "Gracias a la vida" (que Violeta siempre concibió como una canción). Es una opción que se adapta con fluidez a la narración completa, y que Ximena Rivas interpretó esta semana con brillo, frescura y profundidad: su trabajo de memorización e interpretación es un soporte fundamental para el Canto para una semilla versión 2004, y tanto Isabel Parra como los integrantes de Inti Illimani no quisieron esconder su sincero agradecimiento hacia el trabajo de la también actriz de teatro y teleseries.

La compañía musical a esas palabras excede las posibilidades de una descripción escrita. Podría destacarse el modo dúctil en el que Inti Illimani sigue las variaciones emocionales que sostienen lo escrito: los instrumentos son más ligeros junto a los recuerdos, pero se agitan a medida que aumentan las recriminaciones (que son muchas y muy duras), para concluir del modo intenso y casi épico que exige el final, un llamado de esperanza para el pueblo latinoamericano completo ("miles y miles de miles / de voces fundidas en una"). Acorde al espíritu popular del cual surge y que no intenta disimular, los arreglos mezclan cuerdas (guitarra, charango, chelo), percusión y vientos más voces diversas, principalmente las de Horacio Salinas, José Seves y Jorge Ball (e Isabel Parra, por supuesto).

Se trata de una obra exigente para cualquier músico, que agita al auditor hasta lo doloroso y es capaz de una delicadeza abrasiva en la sublime "El amor", lo más parecido que la obra tiene a una canción. Que sea Isabel Parra (no ha habido otra cantante para esta obra) la que esté a cargo de llevar la voz principal supone un sinfín de valores agregados: además de su registro hermoso, es, en el fondo, de su propia familia aquella de la que canta la hija de Violeta.

Quisiéramos creer que es también de Chile que habla Canto para una semilla. Pocos días antes del concierto, Horacio Salinas destacó que la voz de Violeta en sus Décimas es "la de todos los chilenos": "Es el tipo de artista que uno puede decir que habla por muchos, por todos aquéllos que tienen una vida más bien desconocida". Pero, ¿podemos ser tan optimistas sobre la profundidad de nuestras reflexiones? En su sensibilidad, en su valentía y en su altura, esta obra es fruto de espíritus de excepción, a los que el alma comunitaria no puede hacer más que mirar hacia arriba; en el mejor de los casos, como a un modelo.

Lee la entrevista a Horacio Salinas alusiva a este reestreno
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