BINGHAMTON.- La novata Marla Olmstead cosecha elogios en varios sectores del mundo del arte. Los críticos atribuyen una fuerte carga emotiva a sus pinturas modernistas. Elogian su combinación de colores. Y sus obras se venden bien, en algunos casos hasta en 15.000 dólares.
Pero por ahora, la artista Marla, de apenas 4 años de edad, está más interesada en hacerse de amistades en el jardín de infantes y de jugar con su hermanito Zane.
Esta tímida rubiecita ha pasado de sus dibujos en papeles en rústica adosados con imanes a la refrigeradora familiar a grandes lienzos exhibidos en galerías de arte, estudios y otros hogares.
"A decir verdad, no esperábamos que lograse nada, excepto que era divertido para nosotros y para Marla", dice su madre Laura Olmstead.
Aunque hay escépticos que dudan de su autoría y críticos que cuestionan el arte abstracto, el propietario de una galería, Anthony Brunelli, dice que no hay duda alguna sobre el talento de la pequeña.
"Elabora sus pinturas en capas superpuestas. Los niños no hacen eso. Ella empieza con grandes muestras de colores y luego les va agregando detalles y acentos. Eso es lo que resulta tan notable y que va más allá de lo que hacen otros niños", dijo Brunelli, que dedicó a Marla su primera exposición en agosto. "Pinta con emoción".
En respuestas que son verdaderos susurros, Marla revela que le agrada que a la gente le gusten sus pinturas. "Las hace felices. Eso me gusta", dice la pequeña artista.
Ha habido otros artistas prodigios. Alexandra Nechita, ahora de 18 años, una rumana que emigró a Estados Unidos, empezó a pintar cuando tenía más o menos la edad de Marla. Llamada la "Niña Picasso" por los críticos, sus pinturas han ganado más de un millón y medio de dólares. Antes de cumplir los 10 años, Beso Zazaishvili, de la República de Georgia, hoy también de 18 años, ha ganado 150.000 dólares por sus pinturas y ha sido comparado con Salvador Dalí.
Las obras de Marla desbordan de mezclas de colores, texturas y profundidad.
En "Lollipops" (pirulíes o chupetines), volutas de azules, amarillos, verdes, rojos y naranjas se combinan en un ramo cromático espectral. En "Aquarium" usa una mezcla de azules y verdes para crear un trasfondo acuoso, sobre el que ha superpuesto pinceladas vívidas de rojos, naranjas, amarillos y blancos para completar el tono tropical.
Buzz Spector, titular del departamento de arte de la Universidad Cornell, comentó que la visión y proceso de María eran excepcionales, pero que muchos niños a quienes se suministran los materiales e influencias adecuadas pueden producir piezas abstractas de complicación sorprendente.
Aunque las obras de Marla revelan un "hermoso sentido de color y material", todavía carecen de la sofisticación cultural y espiritual necesarias para ser consideradas piezas de museo", dijo.
Los padres de Marla prohíben toda alusión a "genio" o "prodigio" para describir a su hijita. Quieren evitar las presiones.
Además de su hermanito, Marla dice que ama las flores, los cerdos y el color amarillo. Está aprendiendo a contar y a deletrear, y a veces escribe la "R" al revés cuando escribe su nombre en sus pinturas. Tarda en entrar en confianza con los extraños, pero cuando lo hace desborda de alegría. También es prudente y firme de voluntad, dicen sus padres.
Mark Olmstead, el padre de Marla, que es jefe de turno en la firma Frito Lay, pinta desde la secundaria. Laura Olmstead, que tiene una tía y un primo en Francia que son artistas, ha hecho algunos escritos. Hace unos dos años, Mark retomó sus pinceles después de una larga pausa y empezó a trazar un retrato de su esposa. Marla tenía dos años.
"Cada vez que yo quería pintar, ella quería pintar. Para ella se convirtió más en una pasión que para mí. A ella siempre le divierte. Poco a poco pasé a ser su asistente".
stead regalaron una de las pinturas de la niñita a un amigo, Andy Stevens, propietario de un café en el centro de Binghampton, una ciudad de 47.400 habitantes que dio origen a IBM, Endicott-Johnson y otras firmas, pero cuyas fábricas han sentido el peso de las dificultades económicas.
Stevens consideró divertido colgar algunas de las pinturas en el local.
"Pensábamos que eran lindas. Estábamos orgullosos", dice la madre. "Realmente nunca supusimos que fuese algo que no pudiera hacer otra niñita de su edad".
Laura recuerda que Marla tenía su pañal puesto mientras trazaba pinceladas sobre el lienzo con pintura acrílica. El padre sostenía a la niñita sobre la tela para que sus bracitos pudieran alcanzar al medio.
Esa obra y otras 13 pinturas más pequeñas se exhibieron en el café de Stevenson poco tiempo antes de que llamase a los Olmstead diciéndoles que había gente interesada en comprarlas.
"Me reí y pensé que era divertido porque esa gente no sabía que una niñita las hubiese pintado", recordó Laura. Casi como una broma, estableció "el precio ridículo y exorbitante" de 250 dólares por el lienzo y 35 dólares por las más pequeñas. Unas horas después, Stevens la llamó para decirle que alguien había comprado el lienzo y tres de las pinturas pequeñas. Laura llamó a toda la familia para contarles.
Se corrió la voz y se empezaron a vender más pinturas. En agosto, Brunelli dedicó a Marla su primera exposición. Se la tituló "Cuatro", por la edad de la artista. La respuesta abrumó a los Olmstead, que súbitamente se vieron negociando con noticieros nacionales de televisión y programas de entretenimiento.
Hasta ahora, Marla ha vendido casi tres docenas de cuadros. Los Olmstead han depositado todo el dinero en un fondo para pagar los estudios de la pequeña.