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Un comienzo de Temporada muy prometedor 16/3/2005

18 de Marzo de 2005 | 18:03 |
Gilberto Ponce

En el Teatro Municipal se dio inicio a la temporada oficial 2005 de la Orquesta Filarmónica de Santiago, con un programa dedicado a Gustav Mahler.

Maximiano Valdés, su director titular, estuvo al frente de la agrupación, contando además con el concurso de la contralto Evelyn Ramírez.

Una orquesta muy bien preparada, con excelente sonido y afinación abordó dos de las más importantes obras de uno de los autores más representativos del Post Romanticismo.

La enorme carga expresiva de la Quinta Sinfonía permitió a Valdés demostrar un acabado conocimiento de la obra, la que transita por enormes dificultades de interpretación, pues a lo largo de ella se presentan múltiples temas, motivos y contrastes que deben ser enlazados solventemente para otorgarle una coherencia que descubra los mundos propuestos por su autor.

Pensamos que Valdés logró una interpretación sólida, en particular en los dos movimientos finales, consiguiendo un expresivo bello y poético sonido en el Adagietto, que llevó al auditorio a la melancolía que motivó a Visconti para incluirlo en su famoso filme "Muerte en Venecia".

Sin pausa se llega al quinto movimiento que llevará la obra desde el Do menor del primer movimiento, hasta el Re mayor con que concluye a una verdadera apoteosis sonora. En esta sección notamos a Valdés en la más absoluta posesión de madurez interpretativa frente a una obra de tremendas exigencias.

Mahler no fue un compositor al que las cosas le fueran fáciles. El reconocimiento esperado no llegaba y la incomprensión fue la tónica ante el estreno de muchas de sus obras. Los mundos que proponía se encontraban todavía fuera del alcance del público, lo que acrecentaba su carácter neurótico, no obstante su perseverancia y talento le llevó finalmente a convertirse en uno de los más grandes de todos los tiempos.

La Canciones de un Caminante, en la que aparecen melodías de su ciclo de canciones "El Cuerno Mágico de la Juventud" y que usará también en sus sinfonías, exige del solista un gran conocimiento y madurez interpretativa. Cada una de sus cuatro canciones posee un carácter muy definido, a veces introspectivo o melancólico incluso de gran fuerza, debiendo la solista pasar desde el pianísimo hasta el fortísimo, sin perder coherencia.

Evelyn Ramírez tiene una hermosa y gran voz, frasea bien y, aunque en otras ocasiones, se le ha visto con excelente afinación, en esta oportunidad tuvo ciertas incomodidades en las notas más agudas y graves.

En cuanto a su interpretación pensamos que le falta madurez para enfrentar ahora estas obras, pues, aunque estuvieron bien cantadas, aún les falta profundidad. En este momento es una gran promesa, que debiera salir a estudiar unos años en el extranjero y adquirir una sólida formación en lo cultural que la respalde en su carrera.

El acompañamiento de Valdés y la orquesta fue cuidadoso y muy correcto.

El sonido de la orquesta nos hace esperar una muy buena temporada para Santiago, donde desafortunadamente ambas orquestas repetirán algunas obras emblemáticas como el "Réquiem Alemán", en un verdadero absurdo, existiendo tantas donde escoger.
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