El trovador habla de sus próximos recitales en Chile, de revolución y de Gladys Marín.
Gabriela Bade
La última vez que Silvio Rodríguez estuvo en Chile, pasó como un alma en pena. Sigiloso por el homenaje a Salvador Allende en el Estadio Nacional y un poquito más pródigo en la Fundación de Delia del Carril, en La Reina.
Fue en el año 2003. Y desde entonces sólo llegaron noticias sobre el fin de su carrera sobre los escenarios. Eso parecía, hasta que el año pasado reapareció en España con la gira para su último disco,
Cita con ángeles. La misma que lo trae a Chile los días 7, 8 y 9 de abril.
Aquí, el trovador cubano habla de su actual momento por e-mail.
-¿Qué lo decidió a retomar los conciertos tradicionales? ¿Cambió en algo su percepción de la industria?
"Vuelvo a dar conciertos porque alguna vez tenía que volver a hacerlos, jamás dije que me estuviera jubilando o algo así. Respecto de la llamada industria del entretenimiento, es más que obvio, nunca hemos tenido mucho que ver (ni que oír)".
-El concierto que usted dio en el Estadio Nacional en 1990 es todavía uno de los hitos insuperables de la música popular en Chile. ¿Cómo cree que será este regreso?
"Voy a vencer la tentación de responderle ‘todo lo contrario’, aunque creo que en cierto sentido va a ser así. Aquella vez una reseña periodística que llamó mi atención más o menos rezaba: "Silvio, el hombre que vino a destruir su mito". Era de ‘El Mercurio’, si mal no recuerdo de alguien llamado Valenzuela y, sinceramente, me gustó el significado, porque aunque dicen que los mitos son parte necesaria de la espiritualidad, también es muy espiritual aquello de derribarlos. Ahora, una vez más, haré la música que me interesa, que curiosamente suena muy diferente de la que hacía entonces".
-En España tocó varios de sus clásicos.
"Siempre toco algo del pasado. Yo trato de no regodearme en lo fácil, pero no al extremo de ser inconsciente. Los conciertos musicales se suelen hacer a precios prohibitivos para muchos. Alguna de la gente que invierte sus ahorros en ello, espera escuchar al menos ‘Ojalá’. Me toca a mí encargarme de que no regrese a su dura realidad con una frustración de más. Claro, es obvio que tampoco puedo complacer a todo el mundo: aún no hubiera terminado mi primera presentación".
-Varias veces usted ha hablado de John Lennon. ¿Nunca se animó a hacer un rock & roll?
"Siempre me gustó el rock, es una música muy vital. Cuando estábamos en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC hicimos varios. Y era doblemente divertido, porque en aquella época el rock estaba muy mal visto por parte de la dirigencia cubana. Como nosotros lo hacíamos con letras revolucionarias, se los tenían que tragar. Una canción de ésas sonó mucho: ‘Cuba va’ ".
-Finalmente, ¿cómo serán los conciertos de abril?
"Tengo el muy particular incentivo de poder contar con cinco músicos maravillosos. Pero no esperen una agresión de decibelios o algo así, porque el trabajo es acústico, con muchos detalles, música de cámara".
Sobre Gladys y la consecuencia
"Sabía que Gladys era querida y respetada, pero ver esa manifestación es impresionante. Me hace recordar a Brecht, cuando hablaba de los imprescindibles, de los que luchan toda la vida", dice Rodríguez sobre Gladys Marín, que compartía con él amistad y también lealtad hacia Fidel Castro. Sobre el tema, Silvio dice que se ha cuestionado "el sentido" de la revolución cubana. Y sigue: "Fue hace muchos años y todavía no me daba cuenta de que las grandes cosas estaban hechas por gente de carne y hueso. Resolví el tema tan pronto me di cuenta de que yo, con mis calamidades humanas, también podía ser partícula de una grandeza sangrada entre todos".