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Un "Lohengrin" diferente 19/6/2005

19 de Junio de 2005 | 00:00 |
Tras 17 años de ausencia, regresa al Teatro Municipal la ópera de Wagner. Y lo hace en una producción innovadora y distinta, que ya está dando que hablar; su responsable: Alfred Kirchner.

Joel Poblete M.


No hay duda: algunos de los más grandes triunfos musicales en el Teatro Municipal de Santiago en las últimas décadas han correspondido a las óperas de Richard Wagner, un compositor que por estas latitudes fue considerado difícil y poco taquillero durante mucho tiempo. El éxito local de títulos como "Tristán e Isolda" (1986), la tetralogía "El anillo de los nibelungos" (entre 1994 y 1997), "Parsifal" (1999) y "Los maestros cantores de Nuremberg" (2001) lo confirman. Sin embargo, hasta ahora todas esas producciones se apoyaron en puestas en escena apegadas a la tradición, y tal vez por eso hay tanta expectación ante el debut este próximo martes de un nuevo montaje de "Lohengrin", una de las obras más populares del autor germano, en una renovada propuesta a cargo del prestigioso director teatral alemán Alfred Kirchner, el mismo que el año pasado fuera tan elogiado por su emotivo "Peter Grimes" de Britten en el Municipal, su debut en Sudamérica.

Hombre de tablas

Surgido del teatro, Alfred Kirchner es una de las figuras claves de la escena alemana de las últimas décadas. Fue asistente del célebre Peter Zadek, y se hizo un importante nombre como director con un repertorio que va desde clásicos como Shakespeare a autores modernos y contemporáneos como Brecht, Fo y Heiner Müller, llegando a ser director del Teatro Estatal de Berlín en la década del ’90.

Sabía tocar piano y cello, y asistía desde su infancia a las funciones de ópera en Stuttgart ("tenía un pequeño libro en el que para cada ópera escribía en qué asiento había estado y le ponía nota a la producción"), así que sólo era cosa de tiempo para que empezara también a incursionar en el género lírico, donde ha logrado que incluso el prestigioso y casi octogenario compositor Hans Werner Henze afirmara que Kirchner "debería dirigir todas mis óperas".

Recordar sus producciones implica también un verdadero quién es quién entre los directores de orquesta más prestigiosos del mundo: "Don Giovanni" con Nikolaus Harnoncourt, su famosa "Khovanschina" con Claudio Abbado en Viena, "Tristán e Isolda" con Simon Rattle en Amsterdam, o el polémico "Anillo de los nibelungos", montado en el festival de Bayreuth entre 1994 y 1998 con James Levine en la batuta, que dividió al público más tradicional, en especial por la escenografía y vestuario de la diseñadora Rosalie.

Admirador del trabajo de colegas como el desaparecido Götz Friedrich ("era el más grande"), Peter Konwitschny, Peter Sellars y las producciones del Théâtre du Soleil de Ariane Mnouchkine, Kirchner cree que en Alemania ya pasó el tiempo en que las nuevas generaciones de dramaturgos y directores escandalizaban a los espectadores en el teatro y la ópera. "Hubo un tiempo cuando sólo se buscaba impactar a la gente. Los responsables consideraban que habían cumplido su misión cuando la mitad del público se retiraba, mientras el resto se quedaba a contemplar el teatro que según ellos era el correcto, no ese teatro falso y mentiroso. Pero creo que con el transcurso del tiempo ese concepto ha ido cambiando, y está bien, porque asustar a la gente hasta que muera, eso no tiene ningún sentido, o al menos no es el único y verdadero sentido del teatro", culmina.

En esta nueva producción santiaguina -que cuenta con la dirección musical de Maximiano Valdés en su debut wagneriano, la escenografía de Ramón López y el vestuario de la chilena radicada en Alemania María Elena Amos- las cosas serán distintas, como el propio Alfred Kirchner se encargó de comentarlo en conversación con Artes y Letras.

Sentimientos ante todo

Esta es la segunda vez que el artista alemán está a cargo de una producción de "Lohengrin". La primera fue hace tres años en Oslo, también junto a la diseñadora de vestuario chilena, y dio que hablar, porque transcurría en la actualidad, en las casas rodantes de un camping ubicado en las cercanías de una playa. Pero no se asuste, en el Municipal las cosas no irán tan lejos; de partida, Kirchner deja en claro que aunque se pueda pensar que la suya será una puesta en escena rupturista e innovadora, él ha tenido en cuenta en todo momento el respeto a las intenciones originales de Wagner y las motivaciones y sentimientos de sus personajes. En el escaso tiempo de descanso y colación que tiene en medio de los agotadores ensayos diarios de la obra -entre 10 de la mañana y 9 de la noche-, nos recibió mientras tomaba una Coca-Cola e intentaba comer un sándwich.

A pesar del cansancio y la aparente severidad de su presencia, se las arregló para mostrarse afable y didáctico.

-Aún no se estrena, y su producción de "Lohengrin" ya está siendo muy comentada. En Europa es muy habitual este tipo de montajes con propuestas distintas, pero por acá el público no está tan acostumbrado...

"Yo espero que les guste, porque creo que la tarea del director en estas obras maestras va más allá de un cambio de época o lugar. Lo que me gustaría es que el público pueda vivir y experimentar los sentimientos de los personajes; acá la música es maravillosa, pero muchas cosas no están claras, no como en otras obras, como "Rigoletto", donde es obviamente claro lo que va a suceder. ¿O entiende fácilmente el espectador que cuando Telramund se queja al principio de la ópera (se pone a cantar con un vozarrón enérgico y potente) es un hombre ofendido porque cuando el duque murió Elsa le fue prometida a él y ella lo rechazó? Hay que leerlo muchas veces, hasta que recién uno lo entienda. ¿Pero cómo usted puede expresar a través del canto y la actuación que él se siente ofendido, que no es la mujer correcta? Todos esos detalles están escritos por el autor, pero habitualmente el público nunca puede apreciarlos, y eso es lo suficientemente difícil. No es sólo una música maravillosa y el coro permaneciendo de pie alrededor, como en un concierto; debe ser la obra de arte total que Wagner quería y la expresión emocional que demandaba. Esa es mi tarea, nunca olvidar que era un dramaturgo muy moderno, un loco lleno de vida, era tan intenso... y esa intensidad que no siempre es apreciada es la que quiero traer a través de la música y la actuación".

-¿Y cómo se desarrollarán estos aspectos en esta producción?

"Esta producción es en primer lugar una obra de teatro, y como tal es libre, es poesía. En el escenario están presentes algunos símbolos, como un cuadro que reproduce la maravillosa estatua "Bamberger Reiter" ("El jinete de Bamberg", emblemática figura ecuestre alemana del siglo XIII). Acá tenemos una comunidad, una sociedad en problemas, como ha sucedido tantas veces en la historia. Claramente no transcurre en la actualidad, no hay autos ni bicicletas en escena, hay seres humanos en espacios y habitaciones muy poéticas, usted podrá notar que pasaban por una época difícil, porque hay muros destruidos, y ellos no son tan ricos como para reconstruirlos, no tienen suficiente energía para reorganizar su economía".

-¿Pero estarán presentes los símbolos tradicionales, como el cisne y la paloma que representa el Santo Grial?

"¡Sí, sí, no tema! El público no debe preocuparse por eso, porque habrá un cisne. Durante la maravillosa música del primer preludio se verá que la obra es como una visión de Elsa, porque ella es una soñadora, imagina toda la obra, la vemos mirando al pasado y al futuro. Es una imagen muy poética".

-¿Es como si ella soñara todo lo que pasa en la obra?

"No, no es un sueño. En cualquier caso, es una visión desde los ojos de un ser humano muy lleno de fantasía. Lo que pondremos en escena son las emociones de los personajes, para hacerlos más claros y lograr la tensión de la obra de Wagner. Maximiano Valdés está trabajando mucho el aspecto musical, contamos con maravillosos cantantes, y un coro excelente, capaz de moverse y actuar y no sólo quedarse de pie cantando".

-Como en "Peter Grimes", acá el coro tiene un rol muy activo, casi como en las antiguas tragedias griegas...

"Pero ellos reaccionan más que en esa obra, acá es una comunidad muy cerrada, están muy aislados del exterior. En esta sociedad uno nunca sabe cómo va a reaccionar el coro, incluso pueden ser manipulados. Los muestro como soldados pobres, que necesitan un héroe en quien creer y cantan "sí, vamos a combatir contigo" (entona las líneas del coro en el tercer acto), pero Lohengrin les dice "no puedo ir con ustedes". Los héroes son seres humanos, y como tales son suficientemente locos como para estar felices de ir a la guerra, y por eso ellos están muy desilusionados de que Lohengrin no los acompañe. Ahí está la ironía teatral de esto".

-¿Es complejo encontrar el equilibrio entre el teatro y la música? En más de una ocasión se ha dado que los cantantes o el director de orquesta se quejen de las exigencias de los directores de escena...

"En toda buena producción el director teatral y el musical deben estar en un permanente trabajo conjunto. En la ópera es a menudo difícil trabajar estos aspectos teatrales, porque los cantantes podrán ser maravillosos y muy preocupados de nunca equivocarse en el canto, pero mi trabajo es mostrarles que acá podemos también hacer teatro: somos artistas y tenemos que hacerlo. Suena fácil, pero no lo es al llevarlo a la práctica".

"Si los cantantes y el director son realmente muy buenos, usted puede hablar con ellos y pueden llegar a disfrutar y mostrarse entusiastas, diciendo "¡Ah!, eso es algo que yo no sabía, es muy interesante probarlo", aunque también a veces dicen "Oh, no me gusta eso, es demasiado". Afortunadamente, la mayoría de los cantantes es bastante receptiva. Para mí, teatro no es sólo una cantante mostrándonos lo bien que pueda cantar. Espero que sea una buena cantante, y el resto también, así como el director, pero si queremos lograr la obra de arte total que buscaba Richard Wagner, debemos preocuparnos de lo principal: las emociones, dejar claros los personajes. Por eso las preguntas más importantes no son si necesitamos o no un castillo en el escenario, sino ser creativos y lograr que el público sea interpelado".

Tradición y teatro

-Pero usted ha dicho que está en contra de puestas en escena más tradicionales que abundan en los escenarios del mundo.

"No puedo decir si me gustan o no las puestas tradicionales... por ejemplo, "Così fan tutte" de Mozart es una de las más maravillosas y conmovedoras óperas, porque usted tiene que ver cómo su novia está haciendo el amor con su mejor amigo, y eso es lo que importa; da lo mismo si está o no el estilo rococó y esos infaltables quitasoles, el sentido de la obra no está en eso".

"Recuerdo una famosa producción de Peter Sellars; no sabría decir si me gustaron o no sus diseños, pero sí que nunca en mi vida vi tan bien reflejados los sentimientos que Mozart puso ahí, porque lo importante era eso, no dos damas paseándose con dos cómodos quitasoles, con un cielo azul y el rococó. Lo más importante es que siempre surja emoción en el escenario, y también en el público".

Argumento de "Lohengrin"

Lo primero que hay que decir es que la acción de esta ópera, estrenada en Weimar en 1850, transcurre en la primera mitad del siglo X en Amberes, en el antiguo ducado de Brabante, lo que vendría a ser la actual Bélgica. Wagner recurrió a distintas fuentes para configurar el texto definitivo de la obra, inspirada en poemas medievales y leyendas germanas, y hasta incluyó en ella circunstancias históricas precisas y un personaje real: el rey de Sajonia Enrique I "el pajarero", figura clave en la unidad alemana y en la defensa contra los invasores magiares. En esta ópera, los ciudadanos de Brabante están conmovidos por un grave conflicto interno: al morir el duque y señor local éste confió a sus dos hijos, Elsa y Gottfried, al caballero Federico de Telramund, prometiéndole a la vez la mano de la joven. Pero según denuncia éste al comienzo del primer acto de la obra, ante todos los brabantinos y el rey Enrique, Gottfried se ha perdido y la principal culpable parece ser Elsa, por lo que Telramund ha renunciado a desposarla y se casó con Ortruda, heredera de la familia pagana que gobernaba el lugar antes de la difusión del cristianismo.

Todo está en contra de Elsa, quien relata que tuvo un sueño en el que un caballero aparecía a defenderla.

Y así llega Lohengrin, el héroe que aparece guiado por un cisne, y que a cambio de su amor y protección le hace prometer a la joven que nunca preguntará ni su nombre ni origen. Por el camino el espectador irá advirtiendo las oscuras y verdaderas intenciones de la ambiciosa Ortruda y su pusilánime esposo, y finalmente se sabrá que Lohengrin es en verdad el hijo de Parsifal, el caballero que encabeza la orden que custodia el mítico Santo Grial, en el que se recogió la sangre de Cristo.