 Sartre nació en París, el 21 de junio de 1905. |
| El "no" al Nobel |
Que estaba herido porque Camus lo recibió primero o que era un alma bella que rechazaba todo tipo de honores. Muchas razones se especularon para justificar su rechazo al Nobel de Literatura, en 1964. Sin embargo, los motivos fueron otros. Sartre consideraba que, al aceptar el premio, se habría dejado recuperar por el sistema y se negaba a aceptar un premio que excluía a los escritores del Este.
Lo que resta por conocer son las razones que llevaron a la Academia Sueca a entregarle tan alta distinción... "Por su obra que, rica en ideas y alentada por el espíritu de la libertad y la búsqueda de la verdad, ha ejercido una influencia trascendental en nuestro tiempo". |
SANTIAGO.- El hombre que rechazó el Nobel de Literatura por sus principios y que ocultó las barbaries de los regímenes comunistas, que tomó las armas por la independencia de una nación africana, colonia de su país, que se declaró polígamo, y que nos arrastró al vértigo de nuestra existencia. Todo eso fue Sartre. Más allá de sus aciertos y sus contradicciones, y cuando la cercanía de su muerte aún no permite tener una imagen integrada de su figura, el gran activista de la libertad de nuestro tiempo dejó una huella imborrable que trasciende al hombre que fue.
Hoy, cuando se celebra el centenario de su nacimiento, ha servido para rescatar la figura del filósofo, escritor y activista político, uno de los más grandes pensadores del siglo XX, cuya obra, a juicio de muchos, fue desatendida injustamente después de su muerte, cuando desaparecieron la polémica humanidad y el gesto rebelde que acompañaban su obra.
En el contexto filosófico, su lugar dentro del existencialismo ha sido eclipsado por otro gran filósofo. "A medida que Sartre fue desapareciendo de escena se ha ido cobrando cada vez más conciencia de que había un gigante sobre el cual estaba parado, que era Martin Heidegger, el gran filósofo del siglo", explica Roberto Arístegui, Doctor (c) en Filosofía y psicólogo humanista-existencial de la Universidad Católica y Universidad Adolfo Ibáñez.
Sin embargo, su legado en esta área fue mucho más sustancial y consistió en haber reorientado la filosofía -que desde finales del siglo XIX se había reducido a una teoría de la ciencia- hacia el hombre, que es su elemento constitutivo.
"Gracias a Sartre, los grandes problemas humanos, como su relación consigo mismo y con la sociedad, pasaron a ser centrales dentro de la filosofía, luego de haber quedado durante décadas completamente olvidados", explica el director de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Chile, Jorge Acevedo.
Del café al diván
Además de filósofo, Sartre es reconocido por su faceta de escritor. También en este campo intentó dejar algo más de sí, asignándole un nuevo rol a la literatura, la que debía mostrar los problemas de su época, para lo que necesitaba ser crítica y comprometida. Esta concepción ha ido perdiendo fuerza y más bien se remitió a un momento histórico.
Fue en la psicología, en cambio, donde las ideas de Sartre calaron más hondamente. Dentro de ella, surgió una nueva corriente, la humanista-existencial, que se ha encargado de traducir la filosofía de Sartre a un lenguaje psicológico "podando sus definiciones de café". Para esto ha tomado la tesis central de "El ser y la nada" que propone que, más allá de la influencia de la sociedad o del ambiente, es el hombre quien se hace a sí mismo debido a su capacidad de escoger libremente su proyecto de vida.
La psicología existencial se opone así a poderosas corrientes deterministas, como el psicoanálisis -que plantea que el hombre está condicionado por sus vivencias pasadas y por el inconsciente-, proponiendo una terapia alternativa, donde el propio individuo interpreta sus conflictos, a través del autoconocimiento.
 Con Simone de Bouvoir sostuvo durante 50 años una extraña relación, que les permitía mantener romances paralelos. |
| Sartre para principiantes |
| Para acercarse a la vasta obra de Jean Paul Sartre sin tener un conocimiento previo, el filósofo Jorge Acevedo recomienda comenzar por "El Muro", un libro de cuentos que puede ser seguido por el breve ensayo filosófico "El existencialismo es un humanismo". Luego pueden venir novelas intermedias, como "Los caminos de la libertad". "La Náusea", aunque muy popular, se recomienda dejar para un segundo momento debido a su complejidad. "El ser y la nada" y "La crítica de la razón dialéctica", sus obras filosóficas más densas, requieren de un entendimiento más maduro de su obra. |
"En psicología, Sartre tiene una fuerza muy importante, que no tiene en filosofía, y se debe a que trae un discurso que entiende a las personas como poseedoras de un sustrato más profundo al cual se puede apelar, recobrando el valor de la libertad, que existe más allá de los trastornos del carácter", dice Arístegui.
El proyecto de ser
El aporte más llamativo de Sartre es su postura militante y su gesto ético, preocupado por los problemas del hombre de su tiempo, en especial por los más sufrientes. Su constante deseo de ser consecuente, en cambio, lo llevó en ciertas etapas de su vida a cometer grandes desaciertos, como haber apoyado regímenes comunistas aun sabiendo de sus excesos.
"Él fue consecuente, pero no sé hasta qué punto eso es una virtud. A veces llevar hasta el final las propias ideas puede ser desastroso. Pero Sartre fue capaz de asumir muchos de sus errores y arrepentirse y eso es muy rescatable", opina Jorge Acevedo.
Sin embargo, su legado más fundamental se ve empañado por la estela pesimista que dejó la corriente existencial, que se preguntaba por el absurdo de la existencia. A esto se suma que la gente malentendió sus obras literarias como una prolongación de su filosofía y algunas de sus frases más abrumadoras –como "El infierno son los otros", la que sólo pertenece a una obra de teatro- fueron sacadas de contexto y adoptadas como máximas.
Por eso es necesario reconocer que, más allá de la rotulación histórica, en el existencialismo subyace un mensaje esperanzador, por el cual Sartre, el mismo que se condenó a ser libre, interpela al hombre de hoy a asumir la enorme tarea de escoger su camino, y a aceptar el riesgo y la responsabilidad de seguirlo, dondequiera que lo lleve.
Como lo expresa Arístegui, "En el encuentro del mundo y de los demás, el hombre tiene una tarea en la construcción de sí mismo, que le es inalienable, y eso es un aporte para nuestra época, porque en el mundo cambiante de hoy -donde cada vez hay más poder, más tecnología y más soledad-, se hace más necesario que el hombre tenga alojado un modo propio de pararse frente al mundo".