Gilberto Ponce
De exigencia y excelencia. Así cabe calificar el desempeño de Peter Donohoe, el notable pianista inglés que inauguró la temporada de los "Grandes Pianistas" 2005 en el Municipal.
Donohoe, quien ya nos ha visitado en temporadas anteriores, hizo gala de sus notables condiciones con un programa de fuertes contrastes en cuanto a estilo, y de severas dificultades técnicas.
El solista, poseedor de una estupenda técnica y de una digitación asombrosa, se mueve con absoluta seguridad desde el romanticismo lírico de Franz Schubert a las introspecciones y dificultades técnicas de Franz Liszt, para rematar con el virtuosismo de Béla Bartók.
Los cuatro Impromptus Op. 142 de Schubert, con los que inició su programa, dieron cuenta de la certera aproximación al estilo de uno de los autores románticos por excelencia, pues cada uno de ellos es un mundo independiente que se basta a sí mismo. Si bien alguien podría objetar la velocidad de alguno de ellos, encontramos en la versión de Donohoe desde la ingenuidad al júbilo juguetón presente en el último de la serie, pasando por la poesía del segundo de ellos, que es sin duda el más cercano a un Lied.
El Andante con variaciones, el tercero de la serie, le permitió al visitante extraer al máximo las posibilidades expresivas de cada una de las a veces complejas variaciones.
La Sonata en La mayor D. 664, nos presentó al Schubert del temprano romanticismo, con tintes más clásicos y transparentes.
Consideramos que su versión de esta sonata, es un ejemplo del estilo de Schubert.
"El Valle de Obermann" perteneciente al Libro 1 de "Años de Peregrinaje" y la famosa "Rapsodia Húngara" Nº 2 de Franz Liszt, llevaron al público hacia las descripciones a veces introspectivas y cercanas al "poema sinfónico", como al júbilo de los bailes zíngaros, en una demostración monumental de virtuosismo, extrayendo sonoridades increíbles al piano. En estas obras Donohoe exprimió las posibilidades del instrumento en cuanto a conceptos dinámicos, provocando del público las más expresivas muestras de entusiasmo.
En cuanto a los dos Bartók, uno de ellos agregado a última hora, el invitado se vuelve a transformar, ahora para mostrarnos la certera fuerza de los movimientos extremos de la Sonata para piano Sz. 80, con sus característicos ritmos, que no permiten vacilación alguna, en contraste con el segundo movimiento de gran lirismo.
En cuanto a la otra obra de Bartok, nos hace pensar en una suerte de homenaje a Liszt, en razón de ciertos momentos que recuerdan la música y estilo del autor húngaro.
Las ovaciones llevaron a Donohoe a ofrecer una especie de variaciones sobre temas rusos, confirmando las virtudes antes enunciadas.
En síntesis, un excelente comienzo de temporada, con uno de los mejores representantes de la música de Inglaterra.