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Inicio de la Temporada del Descubrimiento 2005 21/5/2005

14 de Julio de 2005 | 20:08 |
Gilberto Ponce

De gran interés es la llamada Temporada del Descubrimiento, que realiza desde hace varios años la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chile.

En ella es posible escuchar a solistas emergentes, conocer nuevas obras de compositores jóvenes chilenos, y a veces como en esta ocasión, conocer a un nuevo director, Víctor Hugo Toro, que debutaba frente al conjunto de la Casa de Bello.

Cuando se estrena una obra nueva, es recomendable tener algunos antecedentes sobre ella y su compositor. No fue este el caso, pues de Tomás Koljatic sólo supimos que es compositor egresado de la UC, con estudios con Guarello y Solovera, y que además estudia Matemáticas, pero sobre su obra, escrita en alemán, sin traducción, absolutamente nada. Pensamos que es una desconsideración con el público que no tiene porque saber alemán, en el caso que pudiera captar bien su texto. "Wenn es nur einmal so ganz stille wäre" texto del poeta alemán Reiner Maria Rilke, sirve de soporte para esta especie de cantata para Barítono y orquesta de Koljatic.

Se trata de una obra que transita por lenguajes cercanos al expresionismo y el atonalismo, muy bien orquestada, con un intuitivo manejo de la progresión dramática y equilibrada en sus conceptos dinámicos y expresivos. Requiere de un solista sólido que pueda cantar incluso en "falsete".

Pensamos que el solista, un joven Gonzalo Simonetti, de quien tampoco se incluyeron datos, pero que sabemos es alumno de Ahlke Scheffelt, es un cantante que posee una hermosa voz, muy afinado, de gran musicalidad y sobriedad. Cantó con sorprendente seguridad, profesionalismo y buena dicción; por lo que de seguir enfrentando su carrera con la seriedad mostrada, le auguramos un brillante futuro. La dirección de Toro fue cuidadosa, preocupándose por los equilibrios con el cantante.

Patricio Valenzuela, pianista de sólo 18 años, que ha ganado en varias oportunidades el concurso Claudio Arrau, es una buena promesa. Es musical, con sólida técnica, fraseos claros y bastante certero en el estilo. Sólo le falta la madurez que da la experiencia. Logró entusiasmar al público con su versión del Concierto para Piano y Orquesta en La menor, Op. 16, de Edvard Grieg. En varios pasajes logró momentos memorables, en otros le faltó más peso, pero como ya dijimos, eso vendrá.

Ante los largos aplausos, mostró sus posibilidades técnicas con un Rachmaninov ofrecido como "encore".

Sin duda, Valenzuela y Simonetti resultaron las mejores revelaciones de la noche, logrando incluso emocionar con su juvenil y profesional entusiasmo. Ellos son la mejor justificación para este programa de la Sinfónica. En verdad son un grato descubrimiento.

Como director, Víctor Hugo Toro tiene gestos claros y coordina bien a sus músicos, pero le falta profundidad en sus enfoques, tiende a exagerar los acentos y los equilibrios entre las familias instrumentales los observa en contadas ocasiones. Es meritorio dirigir de memoria la Sinfonía Nº 3 "Escocesa" de Felix Mendelssohn, pero diferimos de su enfoque. En escasos momentos logró la poesía y refinamiento que exige su autor, pareciera buscar resultados espectaculares con acentos, golpes y sonoridades a veces estruendosas, pero alejadas de Mendelssohn.

Sin duda, le falta experiencia. Creemos en la necesidad de completar su formación como director, pues su entusiasmo y gestualidad hacen intuir en él a una promesa.
La orquesta respondió con un profesionalismo ejemplar, hicieron lo posible por atenuar golpes, y poner toda su musicalidad al servicio de un autor y un director que merece ésta y otras oportunidades, pues nadie nace sabiendo.