 Más información de este fenómeno en www.shopdropping.net. |
NUEVA YORK.- Con cautela y mucho aplomo, varios artistas en Nueva York y otras ciudades de los Estados Unidos subvierten las reglas del comercio al infiltrar sus obras de arte en grandes cadenas de tiendas como Wal Mart o Sears.
Se trata de un fenómeno conocido en inglés como "shop dropping", y que consiste en alterar los envoltorios de productos de marca con diseños y arte original para luego colocarlos, como si nada, en las estanterías de las tiendas.
Ryan Watkins-Hughes, un fotógrafo que vive en el condado neoyorquino de Brooklyn, se dio la tarea de reemplazar las etiquetas de productos enlatados por sus fotografías, acompañadas de su dirección en Internet, donde puede verse algo más de su trabajo.
En
www.shopdropping.net hay imágenes de su proyecto, que, como otros similares, no sólo buscan cambiar las reglas de presentación del arte al colocarlo donde nadie normalmente lo vería, sino que también resucitan la vieja discusión sobre la obra de arte como objeto o mercancía.
"Del mismo modo que el arte callejero reclama un espacio público para su expresión, el 'shop dropping' subvierte el espacio comercial para el uso artístico", dice Watkins-Hughes, que también coloca en sus enlatados códigos de barras para que puedan ser comprados.
Pero la idea no es única ni novedosa. En 1989, un grupo de artistas creó la "Organización para la Liberación de Barbie", un proyecto por el cual se intercambiaron los aparatos de voces de los muñecos "Teen Talk Barbie" y "Talking Duke G.I.Joe", para luego ponerlos a la venta en las jugueterías.
Esta operación de "intercambio de estereotipos" resultó en una Barbie que exclamaba "la venganza es mía", y en un fornido G.I.Joe que decía "planeemos nuestra soñada boda".
En el 2001, la poeta, pinchadiscos y artista visual neoyorquina Sal Randolph creó "Free Words", un libro cuyo texto consiste en 13.000 palabras cualesquiera, colocadas en lista, y que pertenece a quien quiera que lo encuentre en una librería. La artista publicó 3.000 copias y las colocó en librerías de casi todos los estados de EE.UU. y en países como Brasil, Canadá, Chile, Francia, Alemania, España, Suecia y Reino Unido, creando así -según sus palabras- una "situación en la que el arte infiltra el espacio público y comercial".
Otro colectivo de artistas y músicos concibió el "Droplift Project", que consistía en "sembrar" en las grandes tiendas de discos sus propios discos compactos, que eran collages de música y mensajes sacados de la radio y la televisión.
Un fenómeno en expansión
El fenómeno de "shop dropping" es tal que hasta la galería Pond de San Francisco organizó en abril pasado una exhibición que reunía algunos ejemplos notables, entre ellos el del artista Packard Jennings, que insertó un muñeco Benito Mussolini en una tienda Wal Mart.
Jennings esculpió una figura del dictador italiano y la colocó en un paquete -también diseñado por él- de Wal Mart, que en su reverso tenía fotografías de personalidades como el presidente George W. Bush, el Papa Juan Pablo II y el mismo fundador de Wal-Mart, Sam Walton.
Por su parte, el artista Steve Lambert diseñó una caja de detergente de marca "Crazy" (Loco), cuyo eslogan publicitario es "Sí!, el mundo se ha vuelto completamente loco. Usted no es el único", y lo colocó en un supermercado.
La muestra también presentó la obra del fotógrafo Marc Horowitz, quien mientras trabajaba para el catálogo de la tienda de artículos para el hogar "Crate & Barrel" escribió "Cena con Marc" y su número de teléfono de casa en una pizarra que era parte del decorado que estaba fotografiando.
La idea era hacer más realista la escena para el catálogo, pero en el fondo, para Horowitz, era más bien una forma de publicitar su proyecto artístico "Tour Nacional de Cenas", mediante el cual invitaba a cenar a las personas que respondiesen a su invitación. Para su sorpresa, el invento originó miles de llamadas de personas de diversas partes de EE.UU..