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Ataque al corazón 31/10/2005

31 de Octubre de 2005 | 23:11 |
La competencia era difícil después del show de The White Stripes en mayo en Santiago, pero el festival SUE dejó las cosas claras: el de The Strokes ha sido el concierto del año en Chile.

David Ponce.

No hay nada que guardar, nada que perder, y por lo tanto no hay miramientos. Es el último día de una gira sudamericana de seis fechas por Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto Alegre y Buenos Aires; The Strokes están en Santiago de Chile un segundo antes de salir al frente de más de cinco mil personas que copan el Estadio Víctor Jara y que han esperado aquí casi una hora y entonces no hay razón para no arrojarles encima todo lo que ellas quieren desde el primer instante, y entonces los guitarristas Nick Valensi y Albert Hammond Jr. aparecen uno por cada lado y el bajista Nikolai Fraiture se sitúa a un extremo y el baterista Fabrizio Moretti ya está en su puesto al fondo y cuando al final el cantante Julian Casablancas se instala al medio del escenario los Strokes están listos y empiezan su primer concierto en Chile con "Last nite" y el estadio se viene abajo.

En Brasil el grupo ha iniciado sus conciertos con "Hard to explain", una canción más contemplativa, pero el regalo de inaugurar la jornada con el éxito que revolucionó hace cinco años el orden del rock es un gesto único, y toda la noche va a estar a la altura. La cancha está colmada de un público que en segundos sube la temperatura en varios grados y comienza a moverse como una marea salvaje en la que muchos se hunden, unos pocos surfean y la mayoría es arrastrada en todas direcciones, mientras desde la platea y la galería el espectáculo del escenario y la cancha se vuelven uno solo. Arriba el grupo cumple su tarea sin excederse, pero a cambio es asombrosa la fidelidad que guardan a las canciones, y la suma entre la concentración de los músicos y el desenfreno de la audiencia marca el mejor contraste del concierto.

The Strokes pueden no ser desbocados en escena, pero sí son generosos. Veintidós canciones, una tras otra, son el repertorio. Seis de ellas provienen de Room on fire (2003), su segundo disco. Del primero, Is this it (2001) tocan absolutamente todo. Y los momentos de mayor calma llegan con los bienvenidos adelantos de cinco canciones de su venidero tercer disco, First impressions of earth, anunciado para antes de fin de año, que han estado estrenando para el mundo en esta gira. Entonces es posible atender mejor al minucioso juego de guitarras entre Valensi y Hammond, uno de los grandes atractivos del grupo, y prever que el sello de los Strokes sigue intacto en sus nuevas canciones.

La responsabilidad de abrir la segunda noche del festival SUE ha sido resuelta con éxito por Kings of Leon, el grupo estadounidense que unas horas antes ha comenzado a prender este mismo escenario con una energía parecida, aunque con otras fuentes. La banda de los hermanos Followill echa mano a las influencias del hard rock y a su gusto por el rock más tradicional acuñado en sur de EE.UU. y termina su actuación con una incendiaria mezcla de espíritu y violencia. Pero nada parece bastar hacia el final de la segunda jornada para agotar a un público que exige el regreso de The Strokes al escenario y que sólo termina satisfecho con el desborde final de "Take or leave it" y "Reptilia". En alguna de sus escuetas declaraciones en vivo, Casablancas saluda al público con un rudo "Chile really fucking rocks" y minutos antes asegura que ésta es la mejor audiencia que han tenido en la región. Podría ser un halago fácil, pero parece cierto. Y a cambio, éste es el mejor concierto de rock que ha llegado a Chile en lo que va corrido del año.
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