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Andrea Echeverri:
La revolución en casa 2/11/2005

02 de Noviembre de 2005 | 00:00 |
Echeverri es la cantante del grupo colombiano Aterciopelados, y aquí habla de cómo en 2005 debutó en plan solista, madre y nominada al Grammy con el disco más inteligente de la región: sexy y maternal a la vez. Y no le gusta mucho el reggaetón.

Andrea Echeverri
Superrevolucionaria: "Falta hablar de la maternidad con elegancia", dice Andrea Echeverri.
David Ponce


Andrea Echeverri tiene razones para sentirse experimentada. Es la cantante del colombiano grupo de rock latino Aterciopelados, con ellos impuso en 1995 y para todo el continente el exitoso "Bolero falaz" y ha grabado los discos Con el corazón en la mano (1993), El Dorado (1994), La pipa de la paz (1996), Caribe atómico (1998) y Gozo poderoso (2000). Pero tiene otros tantos motivos para sentirse una debutante. Acaba de lanzar su primer disco propio, Andrea Echeverri (2005), hecho a raíz de que este año además acaba de ser madre por primera vez, y gracias a lo cual –al disco, y por lo tanto a la maternidad– acaba de ser nominada por primera vez al premio Grammy latino, en la categoría Mejor Álbum Vocal Pop Femenino.

"Yo vivo a media hora de Bogotá, en un pueblo que se llama Cajicá. Estaba, no sé, haciendo cualquier cosa y me llamó Thomas Cookman, que es el (director) de la disquera Nacional Records, y me contó", recuerda Andrea Echeverri por teléfono desde Puerto Rico, acerca de cómo recibió la noticia de su nominación. "Y pues me puse contenta. Digamos que ya hemos estado nominados anteriormente, e incluso fuimos miembros de la Academia (que otorga el premio Grammy) un rato, y yo sé que finalmente los premios no reflejan la esencia de los artistas, no son algo de lo que uno deba poner sus esperanzas, no es algo que te juzgue. Pero por experiencia sí sé que sirve mucho, ¿no? Es un reconocimiento, hay una reactivación de la prensa, y por ser éste mi disco, no de Aterciopelados, por ser éste un disco tan femenino y en el cual la mujer me parece que tiene una fuerza y un protagonismo diferente al que estamos acostumbrados últimamente a ver en casi todas partes, por todas estas razones me alegró mucho el premio".

–¿Aterciopelados estuvieron nominados antes para un Grammy latino?
"Sí, y también al otro Grammy, al Grammy normal. Gringo, pues. Ahí estuvimos nominados (en 1996, por La pipa de la paz, un disco producido por el músico inglés Phil Manzanera, ex integrante de Roxy Music), y para el latino también nos ganamos uno (en 2000, por Gozo poderoso)".

–Muchos músicos se han dividido frente al Grammy latino. Algunos lo celebran, otros lo consideran algo así como un ghetto. ¿Y ustedes?
"Pues, como le digo, mitad mitad. Yo recuerdo cuando éramos socios (de la Academia) votamos en una ocasión, y eso es rarísimo, porque le llegan a usted como veinte páginas con una cantidad de categorías y de gente que nunca ha oído nombrar en su vida, e igual usted vota. Por el que le suene más, o haciendo pin una, pin dos, pin tres, o como sea. Y yo supongo que así mismo vota la mayoría de la gente. Estoy segura de que nadie se sienta a escuchar los discos ni a de verdad pensar cuál es el mejor, ¿no? Entonces de todas maneras es un reflejo muy relativo. Termina votando por el que más sale en las noticias o el que medio has oído nombrar. Por eso pienso que no es que revele intrínsecamente cuál es el mejor o cuál disco está más bonito, ni siquiera. Es una cosa un poco más de relaciones, de palancas, como todo. Pero sí tiene su valor porque tú mismo me estás preguntando por esto, entonces sí ayuda para algo".

–¿Con quién estás compitiendo en esa categoría?
"Estoy con Bebe, la chica española. Estoy con Soraya. Con Laura Pausini y con Fey", dice, en alusión a la rapera española, la cantante pop colombiana, la baladista italiana y la cantante pop mexicana, respectivamente.

–¿Y qué te parece la opción que puedas tener ahí?
"No sé, uno nunca sabe. El grupo mismo es extraño, ¿verdad? Porque con Bebe de pronto puede haber más relación, o incluso con Soraya. Pero pues a Laura Pausini yo sí la siento casi de otro planeta. Y Fey tampoco pienso que tenga nada que ver conmigo".

–¿Cuál es de otro planeta? ¿Tú o ellas?
"Ay, ésa es buena pregunta. Tal vez yo, ¿no?"

–¿Es raro que todo esto parta de un disco tan personal, casi totalmente motivado por el nacimiento de una hija?
"Eso es lo que a mí más me emociona. Porque en este disco hablo de una mujer totalmente diferente a la que no sólo la publicidad y todos los medios, sino la industria musical con mucha insistencia, trata de vendernos como la chica sexy, la chica seductora. Me parece que todo esto como que nos roba poder a las mujeres, nos roba nuestra verdadera sexualidad, también el verdadero sentido del amor, a nosotras, a los hombres. Me parece que la mujer está pasando por un momento difícil, que lleva muchos años pero que cada vez está peor, ¿no? Que somos más usadas cada vez con menos estética y originalidad. Entones que un disco así resuene y se hable de él, tenga o no premio, que circule por ahí, está chévere".

–¿A primera oída es un disco sobre la maternidad, pero a la segunda tiene una postura y una actitud casi políticas? ¿Te planteaste hablar del rol de la mujer o querías hablar de tu hija?
"Yo creo que hay un poquito de ambas. Porque soy mujer y porque trabajo en esta industria, pues todas esas otras cosas me afectan profundamente. Pero luego de que está el disco hecho empiezas a ser consciente de varias cosas. La gente en su mayoría percibe el disco como algo dulce: Ah, bueno, es un disco de mamá. Y finalmente es como súper revolucionario, ¿no? Como una revolución doméstica. Yo nunca he oído nada así. Y por eso también es difícil que la gente lo escuche con esos oídos. Incluso si eres hombre. Es Mano, ése es un disco de chicas. Y no lo escuchas. Y en realidad está hablando de unas cosas importantísimas, profundísimas en este mundo que está como tan... pa’ otro lado, ¿no? Tan poco profundo".

–La canción "Lactochampeta" es así. Tiene una lectura sexual. Pero también es posible que un hombre tenga inteligencia suficiente para descubrir que es ironía. ¿O no es posible?
"Sí, y ahora con todo esto del reggaetón que está tan... no sé si en Chile, pero en los países que visitamos el reggaetón está terriblemente por todas partes. Y en ese género sí que dejan a la mujer pero por el piso. O no, en la cama la dejan. Bastante golpeada".

–¿No te deja perpleja que haya mujeres que toquen reggaetón?
"Hay mujeres. Y hay reggaetón cristiano".

–Dios.
"Tiene esa misma agresividad, pero te están diciendo que te evangelices... Suena súper bien. Estamos en Puerto Rico y acá es la cuna de la cuna. Hay reggaetón chévere también, que tiene sentido del humor y su swing, pero también hay unos que no puedes creer que sean de este siglo, incluso".

–¿Aparte de las letras, es difícil tener la cabeza fría y no mover la cadera al ritmo? ¿O tampoco te gusta tanto la música del reggaetón?
"Tampoco tanto", se ríe. "Hay muchas músicas bailables muy bonitas, y tal vez porque soy cantante lo primero que escucho es lo que están hablando, lo que me están contando. Por ahí me entra o no me entra a la oreja. Es importante el criterio. Sea de donde sea hay cosas buenas y malas. De afuera hay cosas también súper buenas. A nosotros el trip-hop siempre nos gustó mucho. Nunca hemos sonado así, pero hay elementos que hemos tomado de la música electrónica. Sí es importante una construcción de identidad, pero también un juicio crítico".

–¿Las canciones de tu disco son todas recientes?
"Hay una que es viejita ("Fulgor"). Todas las demás son escritas durante el embarazo y luego después del parto".

–¿Y existe algo así como un género de discos de maternidad, como Amor amarillo, de Gustavo Cerati?
"Sí, ella salía en los videos embarazadita, ¿no?", pregunta, acerca de Cecilia Amenábar, que grabó parte de ese disco mientras estaba casada con Cerati y aparece en el clip de "Te llevo para que me lleves". "Pero no he escuchadno muchas cosas parecidas. Y me sucede mucho que a los periodistas, sobre todo hombres, les parece excesivo. Pero finalmente es un acto tan milagroso y fundamental que me parece incluso poco, ¿sabes?"

–¿Podría haber sido un disco doble, incluso?
"Incluso. Toda una enciclopedia. Me parece además que faltan cosas que hablen de eso con elegancia. Las cosas que vemos son, por ejemplo, una propaganda de pañales, todos sonrientes, sin nada interesante ni contemporáneo. Ésa es una virtud de este disco, que con un lenguaje actual incluso puede por momentos ser controversial. Estás hablando de dar a luz, de la creación de vida, de una cosa sublime".

–¿En los años ‘90 era revolucionario mezclar cumbia o música latina con rock. ¿Ahora es revolucionario hacer un disco sobre la maternidad?
"Yo lo siento así, totalmente".

–En Andrea Echeverri igual están Héctor Buitrago y Alejandro Gómez, que son músicos del grupo. No es un disco de Aterciopelados, pero se parece mucho, ¿no?
"Sí, estamos los mismos. El asunto es que en los discos de Aterciopelados siempre hay mitad canciones mías y mitad de Héctor. Y este disco era tan de mujer que no tenía mucho sentido que se llamara Aterciopelados. Además de que todas las canciones hablen de eso, que el disco se llame como una mujer, también te está diciendo algo, ¿no? Hay una especie de homenaje a la mujer y a su papel de madre. Y a otras cualidades diferentes a ser curvilínea y seductora. Estamos hablando de cualidades de paciencia, de generosidad, de amor. Sabes lo que yo siento: yo nunca en mi vida me sentí más sexy. Tener una vida creciéndote dentro de una barriga es lo más sexy que puede pasarle a una mujer. Lo que estamos acostumbrados a pensar como sexy no lo es tanto. Es mi opinión".

–¿No sientes una nostalgia de esos ‘90: Atreciopelados, Fabulosos Cadillacs, Paralamas, Café Tacuba, Los Tres... ¿había un movimiento? ¿Cómo lo recuerdas y dónde está la continuidad de esa música ahora?
"En la industria tal vez está pasando por un momento difícil. Por muchos años pensaron que ése iba a ser el movimiento que iba a vender más e iba a ser el crossover y les iba a hacer ganar mucha plata. Y en realidad no fue tanto. Pero a otro nivel, por ejemplo personal, hay discos de colegas míos que escucho todo el tiempo y que me encantan. Es el caso de Kevin Johansen o de Jorge Drexler o de un grupo que escuché hace poco, mexicano, que se llama Zoé. La misma Café Tacuba, que siempre me sorprende y me encanta. A mí no me gustan muchos discos en la vida, sabes, y que haya tantos del género de mis colegas próximos me parece un síntoma súper bueno. Y ahí seguimos, ¿no? Así no vendamos millones es algo importante, bonito y con todo el futuro".

–Y los nominan al Grammy latino.
"Eso, eso. Seguimos en la lucha".