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Duro enfrentamiento entre Arturo Longton y Soledad Pérez en Encuentros Cercanos

La eliminada, Paulina, fue un simple decorado en un programa que sacó chispas. El chico del bronceado intenso y la legendaria actriz se dijeron de todo.

08 de Diciembre de 2005 | 02:51 | El Televidente, El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- "¿Quién irá al décimo duelo?", se preguntaba anoche Catalina Pulido en la apertura de un nuevo capítulo de eliminación de Granjeras. Una respuesta que el Televidente ya manejaba, y no sólo eso, sabía además quien sería la ganadora (y por consiguiente también, la perdedora) del duelo.



Aún así, el de anoche debe haber sido una de los episodios más vibrantes en lo que va corrido de este no demasiado vibrante reality show.

Primero por el duelo. Porque a pesar de que ya había sido anunciado en los medios (gracias de nuevo, amigos de los medios, por aguarle la fiesta al Televidente), el duelo en el que se enfrentaron Angélica (votada por enésima vez por el público) y Paulina (votada por una estratégica votación de sus compañeras), fue quizás también la contienda más peleada de todas las que el Televidente ha presenciado (y vaya que ha presenciado varias).

Nadie daba un peso por Paulina. De hecho ese fue el principal argumento por el que la votaron sus compañeras. Las que votaron por ella (4 contra 3 que votaron por Claudia), dijeron que lo habían hecho porque era la única del grupo que no había experimentado un duelo, pero en realidad el Televidente sabía que la estaban votando porque era la más débil y todas querían salvar el pellejo.

Es que no era cosa sencilla tener que enfrentar a Angélica. Nunca lo ha sido. La situación puede resumirse de la siguiente manera: Todas quieren que se vaya Angélica, pero nadie quiere tener que enfrentarla.

Y aquí el Televidente desliza un vaticinio: El público seguirá votando por Angélica, pero ya no por su extraña y conflictiva personalidad, sino sólo para saber quién será su próxima víctima.



Y bueno, esta vez le tocó a Paulina ser la cuarta víctima de la gata de Yungay. Claro que la rubia peliteñida de ternura insoportable no se entregó así no más. No, no, no. Tal como le anunció a sus compañeras tras ser elegida la segunda duelista, Paulina sorprendió. No le dio para ganar a Angélica (que ha demostrado estar absolutamente enfocada en la meta final), pero sí para ofrecer una insospechada resistencia.

Como es habitual, el Televidente no entendió detalle alguno de las explicaciones que Catalina Pulido entregó a las duelistas antes de dar el “preparadas. Listas. ¡Ya!”, con esa maquinal entonación a las que nos tiene habituados.

Pero eso, muy bien lo sabe el Televidente, es un problema personal y no es excusa para detener ni este ni ningún otro programa. Después de todo, ¿Cuánto les importa a los canales realmente la sensibilidad del Televidente? Nada, absolutamente nada.

Claro que ese es otro tema sobre el cual al Televidente no le parece conveniente ahondar en este momento. Vamos a la acción.

El duelo en el que las chicas debían desatar listones los cuales debían interponer en el camino de su contrincante formando una escala, en fin, un asunto algo complejo de explicar.




Lo importante es que, como ya se dijo, Paulina sorprendió a todos (incluido a un escéptico Televidente), luchando hasta el final, haciendo un esfuerzo supremo, que se reflejó de manera evidente en su respiración agitada.

Angélica, en cambio, silenciosa y eficaz como una ninja, completó su tarea por escasa distancia, a pesar de haber sido castigada por una maniobra prohibida en la prueba.

Apenas terminada la prueba, Paulina, la derrotada, derramó lágrimas, en una acción que había venido repitiendo en las últimas horas previas al duelo.

“Me acostumbré a esta paz, a esta tranquilidad”, decía Paulina y soltaba su llanto contenido. Si hasta en la voz en off de despedida la chica bordeaba el llanto.



Se venía con todo una vez más el Encuentros Cercanos. Alimento semanal del Televidente, que se preparaba para lo mismo de siempre.

Pero cuál no fue su sorpresa cuando se encontró con un pro-gra-món. Un episodio de Encuentros Cercanos en el que Paulina, tal como en todo el reality, fue un lindo adorno pero poco y nada más (aunque tierno, eso sí hay que reconocerlo. Muy tierno).

Porque no fue gracias a ella que el programa de anoche debió haberse inscrito de inmediato en la enciclopedia de la televisión chilena (si es que existe algo como tal).

Porque a los ya habituales panelistas (que ya ni siquiera vale la pena mencionar) invitaron anoche a Coni (amigui de Paulina, gorda) a Soledad Pérez y más tarde al bronceado Longton, quien apenas puso un pie en el plató, pareció crisparle los pelos a esta última.

Se hablaba de la flojera de Paulina, por la cual Soledad Pérez fustigaba a la rubia que no es rubia. Longton, por su parte defendió la flojera (en buena medida porque es un flojo redomado, pero también porque estaba en absoluto plan de conquista). Fue esa chispa la que encendió la mecha.



“Eres el animal más representativo de los animales: básico”, le espetó de entrada Soledad. Y en centésimas de segundo (el Televidente ni se dio cuenta cómo), el diálogo subió vertiginosamente de tono.

“Tú eras loca”, le dijo ese mequetrefe irrespetuoso. “Y tú eres un huevón. Tonto”, le devolvió sin arrugarse la actriz. Y agregó otros epítetos como “acéfalo” y “roto”.

Longton le reprochó que si era tan buena actriz y tan trabajadora, como ella aseguraba, cómo era que no estaba en la televisión. "No todo es salir en televisión", le respondió la actriz, que de ahí en adelante comenzó a llamarlo simplemente "Tongton".

La tensión traspasaba la pantalla. El Televidente consumía el espectáculo al borde de su asiento.

A pesar de que Sergio Lagos intentó desviar la atención apelando a auspiciadores, apelando a otros panelistas y apelando a un manual de filosofía para principiantes, nada volvió a ser lo mismo.

Ni los diversos compactos de Paulina y sus distintas facetas adentro de la granja, ni el cortejo evidente que intentaba Longton con la recién eliminada, ni el reencuentro de Paulina con su hermana consiguieron bajar un ápice la tensión.

La vara dramática había quedado demasiado alta y ya no había nada que pudiera alcanzarla por esa noche. Y probablemente quede como una meta inalcanzable para los próximos programas.

Anoche El Televidente se quedó dormido con una sonrisa en los labios.
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