A diferencia de los desbordes de 2005, el mexicano sedujo anoche a 40 mil personas en el Nacional, sin incidentes.
Marcelo Contreras
El traje negro, ajustado, de corte setentero. El cuello de la camisa superando el vestón. La melena peinada, la barba meticulosamente recortada. Esa voz grave que agradece al creador vez que puede y que luego, al momento de entonar baladas, se transforma en una prístina señal de romance y sufrimiento. Marco Antonio Solís, anoche ante más de 40 mil personas en el estadio Nacional, reiteró lo que las grandes masas saben hace tiempo. Que el suyo es el nombre más grande en la balada latina; la firma que celebra con este tour treinta años de carrera.
Esa vez decantó el histerismo femenino y quedó sólo la devoción. Nada de desbordes, carrerones y atropellos, como los de febrero del año pasado en el parque O’Higgins, por el astro mexicano. Los asistentes de ayer, que básicamente repletaron la galería y el sector de cancha con público de pie, sólo concentraron sus fuerzas en chillar desde la larga introducción en que la portentosa orquesta resumió en un medley los mayores éxitos del ex líder de Los Bukis.
Marco Antonio Solís abrazó con seguridad al público del Nacional desde la partida con "El peor de mis fracasos", seguida por "Me vas a hacer llorar", "Tu hombre perfecto" y "Si te pudiera mentir". No hubo pasos en falso. Sólo la presencia de un artista extraordinario, que encarna una particular variante del macho latino. Un romántico de recia estampa que inspira tranquilidad.