El 4 de abril el grupo lanza
Comiendo fuego, su primer disco con nuevo sello, nueva sede en México, nuevo sonido más rockero y nueva formación, tras la llegada del baterista Cote Foncea en lugar de Francisco González. "Es trío, es simple, y lograr esa simpleza y que suene con las pelotas que suena el disco es el mayor reto", dicen.
David Ponce
En el nuevo trío Lucybell, a contar de mayo pasado, hay un integrante que está desde los inicios del grupo hace una década y media, otro que lleva seis años a bordo y otro que todavía no cumple un año. Pero Claudio Valenzuela (voz y guitarra), Eduardo Caces (bajo y teclados) y José Miguel
Cote Foncea (batería) coinciden en que ésa es una diferencia que no se nota.
"Yo creo que es comparable a partir con una banda. Nos sentimos de la misma forma como si hubiéramos partido la banda hace un año. Muy fuerte, muy energético, muy verdadero", dice Cote, que es justo el más reciente. "Como banda nueva, como banda de cabro chico, con ese entusiasmo, me da la impresión. Más que en
Amanece (2000), donde también hubo una sensación parecida", complementa Eduardo Caces, que llegó al grupo antes de la grabación de ese disco.
–¿No se siente que uno de ustedes lleva catorce años en el grupo, otro seis y otro uno?
"O sea, supongo que hay cosas claves, pero estamos todos aprendiendo", precisa Claudio Valenzuela, único miembro fundador. "Yo estoy aprendiendo tanto como aprendí hace quince o veinte años, cuando empecé a tocar con Eduardo en la primera banda que tuvimos (La Redención). Es un aprendizaje continuo y constante".
Tras las deserciones de Marcelo Muñoz y Gabriel Vigliensoni en 1999 y del baterista Francisco González el año pasado, Lucybell es un grupo nuevo. El 4 de abril estrenan
Comiendo fuego, el sexto disco de su historia sin contar compilados ni grabaciones en vivo, y es un hito que marca además su primer contrato internacional. El grupo firmó con la disquera mexicana Warner, el 17 de abril viajan a México a iniciar su trabajo en ese país, donde el disco será lanzado el 25 de abril, y para mayo y junio ya tienen agendadas actuaciones en Teatro Metropolitan, en el festival "Vive latino" y en EE.UU., para lo cual trabajan también desde este año con la experimentada agencia de conciertos estadounidense The Copeland Group.
La democracia que tenemos
Por ahora ya se escucha en las radios el primer adelanto de todo esto. Una rockera canción de guitarra, bajo y batería llamada "Fe".
"Teníamos como tres opciones y no sabíamos cuál sacar primero", dice Claudio Valenzuela sobre la elección de "Fe". "Yo creo que en un momento cerramos los ojos y dijimos ‘Okey, okey. Intuición, sigamos lo que nos parece lo correcto’. Y eso ha pasado desde hace casi un año, que hemos seguido nuestra intuición. Eso nos ha llevado a que en este año hemos hecho más cosas en menos tiempo como nunca antes. Supongo que hay una energía nueva".
"Por más que tratamos de ser intelectuales sobre el asunto no pudimos. Siempre se llega al que representa un poco ese puntapié de que es el disco", complementa Eduardo Caces. "Coincide con que es el primer tema del disco y con uno de los aspectos del nombre
Comiendo fuego, de recuperar tal vez la fe en reinventarte, en revivir".
–¿Cuándo fue hecha esta canción, desde antes de que armaran el actual trío?
"La idea básica la hice acá en Santiago hace exactamente casi un año. Y la trabajamos en la sala de ensayo", dice el cantante. "Se abrió en la sala de ensayo y nos dimos cuenta de que estaba todo pasando. Fue uno de los primeros temas que tocamos juntos", recuerda Cote Foncea.
–¿Es el tipo de canciones que se vuelven más pesadas en vivo?
"Supongo que un poco más cruda, pero no sé si haya una gran diferencia con el disco, porque lo que pasa con
Comiendo fuego es tratar de mantener esa crudeza de tocar en vivo y de mostrar los temas por primera vez", explica Valenzuela. "‘Fe’ la tocamos en Boston meses antes de grabarla, y probamos muchas de estas canciones en el escenario para ver qué pasaba con la gente".
–La batería es bien característica en la canción, ¿la inventó Cote?
"Claudio sugirió parte del ritmo mientras tocábamos y me pareció una idea genial", recuerda el baterista. "Y ahí nos vamos retroalimentando. Respetamos nuestros instrumentos porque es el lenguaje que uno tiene para expresarse dentro de la banda, pero si hay una armonización que yo pueda hacer siendo el baterista y llega a puerto, fantástico", agrega. "Siempre la mejor idea va a quedar", concluye el bajista. "Es la democracia que tenemos".
–Todos tocan muchos instrumentos ahora. No es algo rígido.
"Nunca hemos sido muy rígidos", dice Valenzuela. "Una de las claves de Lucybell es cuánto aporte hay de cada uno. Aprendimos mucho del disco rojo (
Lucybell, 1998), que es un disco en el que cada uno estaba encerrado en su propio instrumento, y supongo que conllevó a lo que pasó después (el primer quiebre de integrantes). Aprendimos a tener libertad. Somos músicos, escuchamos música. Podemos alimentarnos de ideas".
El murallón y la cuerda floja
Después de estrenar en vivo la nueva formación en el mexicano Salón 21 el 28 de mayo, Lucybell empezó a producir el nuevo disco en agosto, lo grabó a comienzos de diciembre, viajó el 19 de ese mes a mezclarlo en Buenos Aires y el 6 de enero último estaban de vuelta con
Comiendo fuego terminado.
"Muy rápido. Generalmente trabajamos rápido. Es que a veces se viene como una avalancha", dice el cantante. "Es un disco mucho menos nebuloso, mucho más claro. Cada instrumento se escucha más claro, menos lleno de cosas. Tratamos de sacar más que de poner".
–Esta primera canción es un buen ejemplo. Guitarra, bajo, batería.
"Exactamente. Creo que ‘Fe’ muestra bastantes aspectos del disco. Ahora, hay otros que no están ahí, hay cosas más acústicas, más electrónicas al final, pero siempre siento que está enmarcado en una intensidad muy grande. Cada sentimiento está llevado al límite, y eso me gusta muchísimo".
–¿Nebuloso es una palabra que caracterizaba a Lucybell en el pasado, ya que este disco es menos nebuloso?
"No sé si lo caracterizaba en el pasado o no porque ahora es menos. Simplemente a veces pasamos por épocas más nebulosas que otras y a veces había demasiadas cosas pasando y estaba bien en el momento. Quizás ahora queríamos algo mucho más simple, dentro de una simpleza engañosa e irónica, diría yo, porque es bastante más complejo también".
–¿Es complejo hacer algo simple?
"Absolutamente. Es más difícil hacer una nota continua que hacer millones de notas para un instrumentista. Eso es conocidísimo", dice el cantante. "Claro. Menos es más", coincide Cote. "En el disco basamos la intensidad no sólo en términos sonoros, de pegarle más fuerte, sino en una intensidad global, con la lírica, con la música, con la línea melódica, con que de repente no es necesario tirar toda la carne a la parrilla para que el asado esté listo. Es trío, es simple, y lograr esa simpleza y que suene con las pelotas que suena el disco es el mayor reto".
–Cuando empezaron a tocan en vivo con Cote Foncea en la batería todos se sorprendieron de la nueva potencia del grupo. ¿A ustedes les pasó lo mismo?
"Yo creo que quizás después de la primera canción de la primera tocata en Ciudad de México en el Salón 21 puede haber sido. Pero después de eso ya vamos para adelante y es súper potente", dice Valenzuela. "Aunque nos fuimos sorprendiendo también nosotros entre medio, con cada cosa que seguimos cambiando en cada show. Es un proceso que seguirá siendo muy dinámico. La potencia la vamos poniendo y la sutileza también".
–¿Cómo estuvo ese primer concierto?
"Fue un murallón", define Eduardo Caces. "Lo más sorprendente fue que sabíamos que estaba
sold out (agotado) pero era una sensación de, uuh, chuta. Estábamos tocando un concierto de 25 temas, algo que no habíamos hecho nunca. Entonces de un paraguazo tirarnos con 25 temas hasta con una versión nueva de un tema que probablemente ni siquiera nosotros recordábamos mucho ("Amanece"), me sentía caminando de edificio a edificio en la cuerda floja, durante horas y horas".
"Pero era un riesgo rico, era una adrenalina que yo recuerdo", agrega Cote Foncea. "Me encanta ese nerviosismo y me da todavía, y me subí al escenario, me tocó contar (los cuatro tiempos iniciales) en el
hi-hat y ahí perdí el miedo. Y como dice Eduardo fue un murallón, cuando se prenden las primeras la luces la gente se me apareció y
Tararara páh y pensé que estábamos bien".
–¿Qué canción es esa?
"‘Sálvame‘", dicen al unísono. "Yo sentía mucho calor. Físico", describe Caces. "Pero además era una intensidad como si para la gente no hubiera pasado nada, como si hubiéramos estado tocando por años y fuéramos mexicanos. Coreaban el nombre de Cote, el de Claudio, el mío. Salimos (al escenario) tres veces ese día".
–¿Qué fue más largo, ése o el concierto que dieron en el Estadio Víctor Jara aquí en noviembre?
"No , el más largo del mundo ha sido el del Víctor Jara", distingue el baterista. "Treinta y tres canciones. Dos horas cuarenta y cinco minutos de concierto, donde yo cuando salí del escenario lo único que quería era ‘Vamos por el otro show’", se ríe el baterista. "¡Hagamos otro ahora!"
Un conchazo que Lucybell estaba esperando
Entre otras actuaciones de la nueva formación, el grupo ya tocó en EE.UU. y en el también mexicano Palacio de los Deportes, abrieron un concierto del cuarteto estadounidense Weezer.
"Fue muy bueno para nosotros también, con un grosso recuerdo de la gente de Weezer que fueron muy buena onda con nosotros y también les encantó la banda", recuerda el cantante. "Eso tarde o temprano genera una relación con colegas de otros países", añade el baterista. "Llegamos a ese concierto y resultó que había dos mil o mil quinientas personas que habían ido a ver solamente a Lucybell".
–Amanece es el primer disco posterior al primer cambio de integrantes de La Ley… o sea, de Lucybell…
(Risas) "De la ley de Lucybell", se ríe Cote Foncea.
–¿… es un buen lapsus o un mal lapsus?
"Depende del lado que se mire", dice el baterista. "Depende de cómo nos pongamos", agrega Claudio Valenzuela.
–… y Comiendo fuego es el primer disco después del segundo cambio de integrantes.
"Ajá. Cada tres discos", calcula el cantante.
–¿Hay algo en común entre esos discos?
"No lo sé. Ni siquiera me he hecho el tiempo para relacionar uno con otro. Simplemente sí creo que hay un color nuevo y que también es resultado de todo lo que ha pasado anteriormente. Todo esto se va midiendo en resultados y en terquedad, yo creo. La terquedad de seguir haciendo música, de seguir haciendo un disco y de empezar una nueva etapa después de seis discos".
"A mí me pasa algo bien extraño, porque siento más intenso este capítulo que ése", compara Eduardo Caces, "aunque en ese momento todo fuera más insospechado, porque yo no tenía una vida pública anterior a Lucybell salvo un par de cosas que había hecho como músico. Pero éste fue un conchazo que creo que Lucybell había estado esperando siempre. Fue un poco más controlado,
Amanece, lo digo con mucho respeto. Fue más transición entre ese Lucybell que nos quedaba y este nuevo proceso de restar, que en ese minuto era restar, no sumar. Creo que el gran disco de la nueva edición es
Sesión futura (2001). Ahí como banda maduramos a ser un
power trío. En
Lúmina (2003) simplemente concretamos esa sensación, y a pesar de todo no tiene la crudeza que tenemos ahora".
–Todos los grupos tienen decenas de cambios de integrantes. Lucybell ha tenido dos, pero han sido críticos.
"Y sabes que no creo que se vaya a hablar en el futuro de que después de este cambio de integrantes no haya alcanzado las expectativas. Es todo lo contrario: se potencia la banda, no baja ni se queda parada ni empezamos a hacer baladas porque estoy más gordito y estoy más reposado y he vivido tanto…", dice el bajista.
"O voy a hacer cuecas", bromea Claudio Valenzuela. "Claro", sonríe Caces. "Vamos adelante, y si mañana hay que arriesgarse con nuevos estilos, lo vamos a hacer".
–En todo caso Francisco González tenía su arrastre. ¿Han notado que los fans lo echen de menos?
"Yo creo que no", descarta Claudio Valenzuela. "Al menos lo que yo he sentido, por el contrario", sonríe. "De verdad. Creo que obviamente siempre hay un cariño por todos los que han sido alguna vez de Lucybell. Supongo que lo mismo pasa con Marcelo (Muñoz) y con Gabriel (Vigliensoni). Pero la gente sabe reconocer… estamos en un mundo en el que está cambiando todo tan intensamente, en cualquier instante".
"Nada se da por hecho, pero la gente reconoce lo que la banda genera", dice Eduardo Caces . "La gente es fanática de la música", agrega Cote Foncea.
–¿Cote, qué te parece Francisco González como baterista?
"Tiene todos mis respetos como músico, como instrumentista. Claramente tenemos dos raíces musicales distintas. Él está mucho más hacia la música británica, la cual yo respeto muchísimo; yo tengo una formación mucho más negroide, rockera: tocar con De Kiruza cuatro o cinco años y tocar después con Dracma ocho años. Además me gusta investigar sobre música incluso drásticamente distinta como la clásica, que al final es influencia para toda la música posterior. Tengo una excelente visión del trabajo hecho por Francisco dentro de la banda, pero estamos viviendo una etapa nueva, una energía un poquito más intensa, y los estamos pasando muy bien arriba del escenario, afuera de él y además haciendo discos. Así que es claramente la mejor etapa de Lucybell hoy en día".