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Pánico:
Transpíralo chico moderno 30/3/2006

30 de Marzo de 2006 | 19:23 |
Más que un concierto, Pánico entregó una gran celebración de rock, punk, psicodelia y ritmos latinos, en un sudado y emotivo reencuentro ante más de dos mil personas.

Paulina Cabanillas F.


Edi Pistolas
Edi Pistolas, al borde del derretimiento.
"¡Buenas noches, chico moderno, chico Pánico wey! ¡Me estoy derritiendo como un heladooo!", decía entusiasmado Edi Pistolas anticipando "Icecream", la quinta canción del repertorio escogido para el concierto de Pánico en el Teatro Teletón. Sin embargo él no era el único que sufría los embates del calor del recinto. El público, ya desde "Qué pasa wey", la canción inaugural del show, se había puesto a transpirarlo. No importó que los cinco temas elegidos para abrir el concierto fueran de su más reciente disco, Subliminal kill (2005), pues tanto éstos como los que datan de mediados de los ’90 provocaron que los más de dos mil asistentes que llenaron el teatro cantaran, bailaran, saltaran y se empujaran sin parar.

En un escenario sin más adornos que simples paneles blancos, Edi Pistolas (voz y guitarra), Carolina Tres Estrellas (voz y bajo), Memoria Radial (guitarra), Seba (batería) y DJ Squat (tornamesas) partieron correctamente con las nuevas "Qué pasa wey", "Transpira lo", "Anfetaminado", "Iguana" y "Icecream", todos del elogiado último álbum. La temperatura subía, la agitación también y lo hicieron todavía más cuando el quinteto prosiguió con sus clásicos de antaño, como "Bate en la mano", "Una revolución en mi barrio", "Demasiada confusión" y "No me digas que no si quieres decirme que sí". Estaba de vuelta, después de poco más de cinco años de ausencia, ese Pánico revoltoso, acelerado, punketa, psicodélico y colorinche de los comienzos, cuando sólo unos pocos conocían su arrolladora descarga musical.

Con los bises llegó también el punto máximo este encuentro de chicos-Pánico. "¡Fútbol!, ¡Fútbol!, ¡Fútbol!" era el cántico que se escuchaba cada vez más fuerte en el ambiente enardecido y lleno de humo que había en el teatro de las 27 horas de amor. Y claro, Pánico volvió para complacer con gusto a sus chicos modernillos, pero no de inmediato. Sólo después de "Lupita", "Rayo directo al ojo" y "Miss Intoxic llega a la disco" llegó la canción favorita de la fanaticada, esa de pulso frenético que habla de uno de los pasatiempos favoritos del chileno medio.

Después de continuar con más recuerdos de su disco Rayo al ojo (1998) y más personajes de la imaginación de Pánico como Rosita, la pornostar, el grupo dio por terminada su presentación. La voz lúdica y rebelde del vocalista, el bajo juguetón de la chica estrellada, la guitarra impetuosa de Memoria Radial junto a los efectos originales del DJ y el ritmo agitado pero siempre preciso de la batería conformaron un show tan potente como los combos de cafeína y otras sustancias que ofrecen las bebidas energéticas. Fue una gran celebración en la que Pánico probó cómo desde canciones de hace diez años, coloridas y festivas en su música y en sus letras, han llegado a las letras simples y el sonido más limpio y con más peso de Subliminal kill. Con Pánico es posible seguir siendo lúdico, irónico e insurrecto a pesar del paso de los años.
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