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Joaquín Sabina apasionó al Caupolicán

Para su debut en Chile, anoche, el cantante español abarrotó el mayor teatro de Santiago no sólo de público, sino de fervor religioso.

07 de Abril de 2006 | 10:53 | David Ponce, El Mercurio en Internet
Escuchar tema Escucha "Pájaros de Portugal" (Alivio de luto, 2005)

Joaquín Sabina
Sabina actuó ante un público devoto (Foto: EFE).
SANTIAGO.- Pocas veces en un concierto popular el espectáculo que dan los músicos sobre el escenario puede llegar a verse opacado por el que dan los aficionados entre el público. Anoche, la primera de las actuaciones del cantante español Joaquín Sabina en Santiago se aproximó a romper esa frontera, con un cantante que saldó para sus fans una deuda de años sin actuar en Chile y unos fans que transformaron el encuentro en una muestra de rara devoción.

En los últimos conciertos de su gira latinoamericana, Sabina llegó a Santiago con un espectáculo ensamblado sin fisuras que incluye canciones, muchos diálogos y un carácter teatral, manifestado en los desplazamientos del cantante sobre el escenario, en el vestuario de sus músicos, en la utilería y la escenografía de farol, candelabros, maleta, bastón y reloj despertador que emplea y hasta en la presencia de una bailarina que se toma el escenario por unos segundos junto al baterista.

Si bien esta gira sigue al lanzamiento del disco Alivio de luto (2005), Joaquín Sabina mostró anoche un repertorio armado sobre la base de varios de sus discos. El público reconoció por igual canciones nuevas como "Pie de guerra" y otras de larga data, entre ellas "Calle Melancolía", "Magdalena", "Peor para el sol" y los éxitos que el cantante y autor reservó para el fin del concierto, como "19 días y 500 noches" y el vals que lo catapultó al éxito en Chile: "Y nos dieron las diez".

Con una banda liderada por los el tecladista y guitarrista Antonio García de Diego y por el guitarrista, bajista y cantante Pancho Varona, estas canciones fueron ejecutadas con arreglos de sonido trovadoresco o rockero que, más que un valor propio, están destinados a destacar siempre la voz de Sabina en primer plano. Esa voz ajada y característica al cantar se hizo aún más aguardentosa en las frecuentes ocasiones en que el cantante detuvo la marcha de la música para conversar. Menciones a Neruda, a Violeta Parra, al Presidente Allende y su mujer, Hortensia Bussi, a Iván Zamorano y a Pellegrini fueron parte de sus homenajes a Chile. Y estos monólogos fueron celebrados con fervor religioso por la audiencia, que entre aplausos, ovaciones, interjecciones y cánticos transformó el debut en vivo del español en Chile, mucho más que en un concierto, en una fiesta religiosa reservada a los tocados por la fe en Joaquín Sabina. Esta noche da el segundo y último de sus shows, y los feligreses ya han hecho también su trabajo: los boletos están totalmente agotados.