EMOLTV

Joaquín Sabina:
No sobran las melodías 10/4/2006

10 de Abril de 2006 | 19:15 |
El encuentro en vivo del cantante español en Chile, el pasado jueves 6 de abril, fue una fiesta que sus seguidores tenían pendiente por años, pero también una muestra de que con Sabina lo que manda es la letra. Peor para la música.

David Ponce


Joaquín Sabina
Sabina actuó ante un público devoto (Foto: EFE).
En el reciente primer concierto de la historia del cantante español Joaquín Sabina en Chile, en el Teatro Caupolicán, el peor momento musical fue uno propio, un rock del mismo Sabina, y el mejor fue prestado: una cita de Violeta Parra. Pero ni siquiera son momentos como ésos los que sirven para entender a Joaquín Sabina, porque más que los momentos musicales, lo que importa, y posiblemente en este orden, son las historias que él canta, las devociones que genera y hasta las conversaciones que entabla desde el escenario.

La voz de Joaquín Sabina es trémula cuando canta, pero lo es mucho más cuando dialoga con la audiencia. Y el de Chile era un concierto esperado, dado a la conversación. Lo bueno es que de adulador el cantante no tiene nada. De hecho es un imprudente capaz de mentar su cariño por Argentina en Chile, o de anunciar unos días libres en Perú y a continuación hablar mal del candidato que los peruanos acaban de asegurar en segunda vuelta, y hasta de recordar en escena el chiste que él mismo contó días antes, en vivo en Buenos Aires, a propósito de la guerra de las Malvinas. "Che, la única guerra en la que participamos y salimos subcampeones". Y que no hizo ninguna gracia al público argentino, añade. Tiene ese coraje.

Tiene los aplausos de su lado, también. Una muestra aleatoria de palabras o expresiones de Sabina que el público aplaude a rabiar incluye "Machado", "Cuba", "carajo", "clítoris", "Confieso que he bebido" (en cita al título de las memorias de Pablo Neruda) y "Ando girando por el coño sur, por el culo del mundo más hermoso". Un ejemplo de cómo el público intercala aplausos por segundo en alguna de sus frases se oye cuando enumera "Santiago de Cuba (aplausos), Santiago de Compostela, Santiago de Calatrava, Santiago de Chile (más aplausos); tenéis la misma patria, que es la lengua (aplausos). Qué bien lo decía el Buda de Isla Negra (extra aplausos)", antes de citar a Neruda otra vez.

Ir a un concierto de Joaquín Sabina es como ir a una misa. La gente se para y se sienta en las butacas, entona canciones enteras como himnos y prorrumpe en gestos de devoción hacia el escenario. Es una fe: cuestión de creer o no. Y es posible no creer en Sabina, pero es imposible no creer en la que fe que le tienen sus aficionados, que lo rodean de sustantivos al borde del adjetivo como "ídolo", "capo", "maestro" y que conforme avanza el concierto se acercan con respetuoso entusiasmo al borde del escenario a tomarle fotos con celulares y cámaras digitales, a regalarle una carta, una bandera, un CD, un ejemplar de The Clinic o el abrazo de una fan con boina que sube al escenario y lo besa.

Es una fiesta para los feligreses. La escenografía es la pintura de un trasatlántico e incluye decorados de imitación madera, candelabros, un farol, maleta, reloj despertador y hasta una bailarina. Sus músicos están vestidos con ánimo de disfraz, entre el gorro turco del guitarrista Pancho Varona y el bastón y el sombrero hongo del propio anfitrión. La música es un ingrediente más. Sabina es un cantante, pero antes es un poeta que canta, y si en esa liga los hay malos, como Arjona, algo tienen ambos en común: basta oírlos para saber que les importa más la letra que la música, y mucho más. Demasiado más.

La lista de canciones del show es generosa y el cantante hasta pega algunas en grupos de a dos o tres, pero el sonido de su grupo no tiene gran carácter, y sea trovadoresco o rockero siempre está destinado a destacar la voz en primer plano. Despuntan la rumba de "Nos sobran los motivos" y la gente reconoce "Calle melancolía", pero ése es un buen ejemplo de una canción perezosa, que confía casi todo el trabajo a la letra. Ni una melodía logra conmover por sí misma. Cada canción de Joaquín Sabina es un libro de aforismos.

"Un poco de rock and roll, carajo", dice el cantante antes de tocar el himno de los "Conductores suicidas", y es cuando cae más bajo: suena como una banda de rock de pub profesional. Instantes más tarde será cuando llegue más alto, en "Violetas para Violeta", una cita a canciones de Violeta Parra como "Maldigo del alto cielo" y sobre todo "La carta". No es raro: ella es una autora de canciones conmovedoras y en la base monótona de "La carta" hay más emoción musical que en todo este concierto. Muchos pueden creer que Violeta Parra es buena por lo que dice y es cierto, pero un analfabeto podría emocionarse sin necesidad de entender la letra, tal como es posible emocionarse con Serrat, con Brassens, con Silvio Rodríguez incluso. Con Sabina sobran los motivos, seguro. Lo que faltan son melodías.

El cancionero

Un generoso repertorio de 25 canciones, entre citas a Neruda y Violeta Parra, recuerdos de doce de sus dieciséis discos y varios éxitos encadenados echó al ruedo Joaquín Sabina. Su más reciente álbum es del año recién pasado, pero para el reencuentro escogió fragmentos de toda su historia: tres de Alivio de luto (2005), dos de Dímelo en la calle (2002), una de Nos sobran los motivos (2000), cuatro de 19 días y 500 noches (1999), dos de Yo, mi, me, contigo (1996), dos de Esta boca es mía (1994), cuatro de Física y química (1992) y una de Mentiras piadosas (1990), El hombre del traje gris (1988), Hotel, dulce hotel (1987), Juez y parte (1985) y Malas compañías (1980). Este es el cancionero del reencuentro:

"Amo el amor de los marineros" (Pablo Neruda).
"Ahora que..." (1999).
"Pájaros de Portugal" (2005)
"Pie de guerra" (2005)
"Calle Melancolía" (1980).
"Con la frente marchita" (1990).
"Nos sobran los motivos" (2000).
"Siete crisantemos" (1994).- "¿Quién me ha robado el mes de abril?" (1988).
"Conductores suicidas" (1992).
"Como un dolor de muelas" (2002),
"Y sin embargo" (1996).
"Una canción para la Magdalena" (1999)
"Violetas para Violeta" (Violeta Parra).
"Ganas de..." (1994)
"Que se llama Soledad" (1987).- "Peor para el sol" (1992).- "Contigo" (1996).
"Resumiendo" (2005)
"A la orilla de la chimenea" (1992).
"Peces de ciudad" (2002).
"Princesa" (1985)
"19 días y 500 noches" (1999).
"Noches de boda" (1999)
"Y nos dieron las diez" (1992).