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Adiós en gloria y majestad 3/5/2006

09 de Mayo de 2006 | 20:33 |
Gilberto Ponce

Con una fuerte carga emocional y musical terminó su ciclo como director titular de la Orquesta Sinfónica de Chile el maestro peruano David del Pino Klinge. Así culminó esta etapa, iniciada en 2001, de su relación de más de una década con la agrupación universitaria, que partió en 1995 en calidad de director invitado.

Su labor no se restringió sólo a la dirección, pues también estuvo al frente de proyectos educativos y de extensión. Además, su labor se distinguió por el énfasis que puso en el estreno de obras de compositores chilenos.

Un hecho de gran relevancia está constituido por la grabación en CD de tres volúmenes con obras de compositores nacionales, como parte del ciclo "Bicentenario de la Música Sinfónica Chilena", en el que participaron además solistas internacionales.

Si bien todo lo anterior bastaría para agradecer al maestro Del Pino su labor en nuestro país, es imposible no señalar el suceso obtenido por la orquesta en su gira por Alemania en 2005, que significó una nueva invitación que se concretará en los próximos años.

En éste, su cuarto concierto de despedida, programó el estreno de una obra del compositor chileno Fernando García y la monumental Sinfonía Nº 2 llamada "Resurrección" de Gustav Mahler.

Encargadas por David del Pino y dedicadas a este "Festival Internacional" son estas "Implicaciones sonoras", de Fernando García. Se trata de una obra para gran orquesta, escrita en el esquema "forma sonata", pero de acuerdo al característico lenguaje de su autor, que utiliza desde el franco atonalismo a secciones expresionistas, para volver inesperadamente a la tonalidad.

García logra una obra de gran unidad expresiva, sobre la base de contrastes dinámicos y rítmicos, en la que las secciones extremas son rápidas y haciendo uso de toda la masa orquestal, mientras que el centro es lento, con juegos imitativos y de preguntas y respuestas entre las diferentes familias.

Del Pino dirigió con esmero y profundo conocimiento estas "Implicaciones", obteniendo del conjunto un óptimo rendimiento, que fue premiado entusiastamente por el público.

Luego de un, tal vez largo, pero merecido homenaje a Del Pino, con discursos del Rector de la Universidad de Chile, del Director del Centro de Extensión Artística y Cultural de la misma universidad, de miembros de la orquesta y del coro, además de varios regalos, se pudo por fin escuchar la obra con que el director ponía fin a su permanencia frente sus músicos: nos referimos a la Sinfonía Nº 2 de Gustav Mahler.

Esta sinfonía reúne todas las características de su autor y es una obra que, al igual que otras de Mahler, posee una fuerte carga programática, que nos habla de su intensa búsqueda espiritual, que en este caso vuelca su mirada hacia el cristianismo.

Sus colosales dimensiones obligan a un profundo estudio para lograr la necesaria unidad, que se inicia en el ya extenso primer movimiento, para culminar en el quinto, en el que Mahler, continuando la tradición que iniciara Beethoven en su novena sinfonía, también recurre a la voz humana, con solistas y coro.

Del Pino dio sobradas muestras del conocimiento de la partitura, en un enfoque donde se resalto su visión, ajena a cualquier parecido a otras versiones, llevándonos desde lo sublime a lo terreno, desde la pasión a la calma, del temor a la esperanza, para llegar al emocionante final donde las voces junto a la orquesta sentencian: "Debo morir, si quiero Vivir" y "Todo por lo que luchaste, te llevará a Dios".

Del Pino logró de cada uno de los participantes un impresionante resultado, sonidos pastosos, brillantes, sutiles y expresivamente musicales en la orquesta, donde familias y solistas destacaron con luces propias.

En Pilar Díaz, la contralto, logra desde su emotiva entrada en el cuarto movimiento un arco expresivo de tal intensidad, que prepara de magnífica forma la explosión sonora que inicia el quinto y último movimiento. Patricia Cifuentes, soprano en su breve pero significativa participación, confirma su musicalidad y talento interpretativo.

Es interesante notar, la diferencia de timbres lograda en esta versión, pues en ciertas ocasiones, se intenta homogeneizar las voces de las solistas.

El Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, preparado por Hugo Villarroel, se destacó por su robusta y expresiva presencia, cantando desde el pianísimo hasta el fortísimo del final, con gran musicalidad y afinación impecables.

Los movimientos centrales, llevaron al público desde lo popular a lo irónico, en este viaje que según Mahler, nos muestra el azaroso viaje en la búsqueda del yo más profundo.

Las ovaciones tanto del público, como de solistas, coro y orquesta, al final de la interpretación, solo testimoniaron la gratitud hacia un maestro que se retira en gloria y majestad del podio de una orquesta, a la que llevó hasta un importante sitial nacional e internacional.

El "hasta pronto maestro" que levantó el coro, confirmó un deseo de los músicos y del público que sigue fielmente a la orquesta Sinfónica de Chile.
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