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Una noche de San Juan para todos los sentidos

30 de Junio de 2006 | 00:00 |
Desde cantos y danzas hasta leyendas, personajes y recetas gastronómicas mostró el experimentado conjunto de proyección folclórica en esta tradicional celebración. Y lo de rica es literal: la receta del estofado de San Juan estaba para pedir dos platos.

David Ponce


Esta es la noche en la que San Juan sale a chinganear con San Pedro, quien por una vez deja solas las puertas del cielo porque se trata de la noche más larga del año, según explica en el escenario el folclorista, investigador y –en esta ocasión– animador Osvaldo Cádiz. De modo que son muchas las cosas que pasan hoy: la persona que fallece pasa directo al cielo ya que el señor portero está de juerga, el diablo también sale a hacer maldades aprovechando la oscuridad, la gente prende fogatas para despistar al diablo de modo que crea que es de día, o bien hace fogatas para dar energía al sol en este lapso de oscuridad.

Es las víspera del 24 de junio en el auditorio de la Universidad Cardenal Silva Henríquez, y la actuación de hoy del conjunto de proyección folclórica Palomar está dedicada por entero a las más diversas celebraciones chilenas de la noche de San Juan. Margot Loyola, investigadora, folclorista, Premio Nacional de Arte y fundadora junto a Cádiz del conjunto en 1962 está en primera fila, y el público tiene copada tanto la capacidad del auditorio como la de la cola que hay que hacer para comprar alguna de las preparaciones gastronómicas de la ocasión, desde el pan de quínoa o de linaza hasta el plato de estofado de San Juan listo para servir en una gran olla tamaño gigante.

Sabores, olores, sonidos e imágenes se juntan en esta muestra diversa de tradiciones. La velada ha empezado con la proyección de una vieja película chilena restaurada e imposible más apropiada: trata del duelo entre un huaso ladino y el diablo con poncho montado a caballo y termina con este último derrotado gracias a un entrañable efecto especial que lo hace desaparecer de cámara. Poco después los integrantes de Palomar se toman el recinto coreando a viva voz pregones de saludo a San Juan, y en la pantalla Margot Loyola baila un vals con Osvaldo Cádiz para dar por iniciado el recorrido en Chiloé con un tradicional pasacalle, una zamba refalosa, una pericona, una cueca al cierre y una seguidilla o sirilla que tiene versos como "Dicen que no caben dos en un canasto / Hagamos la prueba con uno de Castro".

Ágil, Palomar va mostrando a continuación las variadas formas de celebración de esta fecha en la cultura mapuche, nortina y campesina. En el norte la festividad incluye ritos como el floreamiento de ganado, que consiste en adornar con flores a llamos, ovejos y cabros, y no es un error de género: la nortina es una cultura patriarcal, explica Osvaldo Cádiz, de modo que todo suele ser designado de modo masculino, y esto implica que se han visto hasta gallinos adornados en estas fechas. Siguen bailes de pastores, bonitas coplas carnavaleñas recopiladas en la provincia de El Loa y, hacia el final, hace su aparición Pedro Urdemales, cuando un integrante de Palomar sube al escenario a contar travesuras escogidas del personaje, saluda a Margot Loyola y protesta por culpa de un acople inesperado: "¿Quién me está pifiando?".

Palomar es un anagrama de los nombres de Margot Loyola Palacios y es también el mejor instrumento para conocer de primera fuente la sabiduría y las tradiciones recopiladas durante décadas por la folclorista junto a Osvaldo Cádiz. Esta noche de San Juan es una muestra de cómo esa tradición puede estar en los más diversos quehaceres. Es canto y baile, pero también es leyenda, lenguaje, personajes y recetas de milcao, papas, tortillas de rescoldo y otras delicias que el propio Cádiz enumera, y si se hace agua la boca tampoco es problema porque aún queda mucho estofado de San Juan, con papas, zanahoria, cebolla, carne de vacuno y de pollo. Rica tradición. Literalmente.

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