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La experiencia del Barroco sonoro

08 de Septiembre de 2006 | 15:46 |
Gilberto Ponce


Renovado aire es el que inyecta en la música de nuestro país el Conjunto Vocal e Instrumental Terra Australis, y ahora, justamente en medio de la dolorosa crisis que vive el Teatro Municipal.

El grupo ha convocado a un importante número de jóvenes intérpretes que quieren dar a conocer obras poco frecuentes de música barroca, tanto americana como europea. En su empeño han conseguido el auspicio de importantes grupos, fundaciones y empresas, además de la inestimable colaboración de un grupo de expertos franceses en esta música.

En esta presentación, realizada en la Iglesia de los Santos Ángeles Custodios, fueron dirigidos por el chileno Fabio Pérez y por el francés Dominique Daigremont. Tuvimos la oportunidad de escuchar en primer lugar la ópera jesuita “El demonio mudo”, cuyos autores son los Frailes Franz Lang y Florianus Ott. Es una obra de carácter didáctico, en latín y destinada a la educación moral de los estudiantes jesuitas. La partitura fue descubierta recientemente en los archivos de la Catedral de Santiago, siendo revisada musicológicamente por Víctor Rondón.

Interesante aunque un tanto extensa, “El demonio mudo” está escrita a la manera de las obras europeas, con recitativos y arias generalmente acompañadas por uno o dos instrumentos más el continuo. Fue interpretada por seis solistas vocales, los que bajo la dirección de Pérez dieron vida a tres Ángeles (Nora Miranda, Carolina Muñoz y Cecilia Barrientos), a la Conciencia (Moisés Mendoza) y a dos Demonios (Erwin Aros y Francisco Mañalich).

El rendimiento fue de gran nivel, aunque debemos destacar la hermosa voz y seguridad estilística de Nora Miranda, la expresividad vocal de Erwin Aros en su dionisiaco demonio y a Moisés Mendoza, que realizó un gran papel. Parece que este estilo de obra le acomoda perfectamente. Además, Carolina Muñoz y Cecilia Barrientos aportaron con cálidas y afinadas voces. En cuanto al demonio apolíneo de Francisco Mañalich, constatamos sus evidentes progresos en expresividad y manejo vocal.

En el acompañamiento instrumental debemos destacar a las flautas y al experto oboe barroco de Juan Fundas como base de las a veces difíciles arias. Las cuerdas en ambas obras realizaron una gran labor, así como los cinco clavecinistas. La otra fue el drama musical “El juicio de Salomón” de Marc-Antoine Charpentier, que cerró la presentación. Fue dirigida aquí por Daigremont y es una obra madura que refleja muy bien el estilo del autor.

En ella se agregó un Coro de veinte hermosas y seguras voces, que sin problemas solucionaron los cambios rítmicos y las inflexiones expresivas y dinámicas exigidas por la partitura. En el ámbito de los solistas Ana Neumann y Bruno Vargas que se agregaron a los anteriores, perfilaron bien sus papeles de narrador y Dios respectivamente.

El rendimiento instrumental fue de primer nivel estilístico, demostrando la seriedad del trabajo musical de este Terra Australis. Sin duda que la alta convocatoria de público a este programa, indica el gran interés que existe por esta música, y no sólo entre los tradicionales aficionados, pues la iglesia recibió a muchos jóvenes que aplaudieron largamente esta esperanzadora experiencia musical.
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