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Globalización gitana

13 de Noviembre de 2006 | 12:39 |
Claudio Vergara


Noche de sábado, mil 500 personas en CasaPiedra y Azúcar Moreno tributa a los dos fragmentos que dividen sus 20 años de historia: un show que comienza con la teatralidad de la música flamenca más purista, y luego desemboca en la energía pop que les dio un espacio en los rankings. Al medio, la pregunta inevitable: ¿en qué terreno se siente más cómodo un grupo rotulado como flamenco pop? La fortaleza del dúo que forman Antonia y Encarna Salazar está en su eficiente capacidad para filtrar los ritmos andaluces en texturas modernas, saturadas de bailes, teclados y sensualidad.

La primera media hora del show, con bailaores, guitarras flamencas, trajes negros y toda la imaginería gitana, saca aplausos formales y un despliegue correcto que sólo sirve como preludio para el estallido que viene. Cuando ambas aparecen con vestidos sugerentes y más piel, el público se entrega. El sonido se vuelve íntegro y se les ve más cómodas. Su banda de 10 músicos también se acopla de mejor forma en hits como "Él", "Sólo se vive una vez", o rudas versiones de "I will survive" y "Tequila". Si Shakira o Ricky Martin acomodaron las rítmicas latinas al molde anglo, Azúcar Moreno hizo la misma cirugía con las raíces españolas. Gitanas con instinto globalizador.